«Vinos tan antiguos como los robados en Atrio no son bebibles»
El fundador del primer club de España, Vinoselección, apoya la hipótesis del delito por encargo porque no hay mercado para ese tipo de botellas
Massimo Galimberti, fundador de Vinoselección, ha pasado por Cáceres para celebrar las bodas de oro del que es el club de vinos más antiguo de ... España. A sus 83 años, este físico italiano que llegó a Madrid en 1973 para trabajar en una empresa de ingeniería, fue pionero en la venta de vino a distancia. En la actualidad, es su hijo mayor, Carlo Galimberti, quien dirige las riendas del club, que cuenta con 160.000 socios en nuestro país y 10.000 más entre Gran Bretana, Holanda, Francia y Alemania.
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Galimberti no ha perdido detalle del mediático robo de las 45 botellas de Atrio. Al experto en vinos, con 50 años de trayectoria en el sector, le llama la atención lo «novedoso» del caso, «casi de Sherlock Holmes», bromea. «He seguido con mucho interés todos los altibajos y avatares de esto, y en cierta medida es refrescante -por decirlo así- que el objeto del robo, además del alto valor, no sean joyas, ni obras de arte sino vinos. Bueno, muy bien, ¡todo ayuda a que suene el nombre del vino!», declara a HOY en una distendida charla en el Parador de Turismo de Cáceres.
El valor de las botellas, tasado en 1.648.500 euros en carta, y por las que los propietarios de Atrio, José Polo y Toño Pérez, han recibido 753.454 euros del seguro, acaparó gran parte de las declaraciones en el juicio que ha condenado a los autores, Priscila Lara y Constantin Gabriel Dimitru, a cuatro años de prisión y a indemizar a la aseguradora.
Sobre ello, Galimberti, hoy presidente honorífico de su empresa, asegura que ejemplares tan antiguos, que superan los cien años, no tienen salida en el mercado porque no son bebibles. «Se citaban valores muy muy altos.. un valor tiene sentido cuando hay un mercado», precisa. «La mayoría de aquellas botellas no eran bebibles, eran objeto de coleccionista y no hay un mercado en realidad para estas botellas. En el campo filatélico sí lo hay y se puede decir que este sello está codiciado y vale tanto... pero una botella del año 1884 que solamente hay una o dos en el mundo, malamente se puede decir que vale 80.000 euros», afirma Galimberti, que no descarta que se haya tratado de un robo por encargo, teoría que siempre han mantenido los dueños del establecimiento. «No es mala hipótesis, porque un ladrón que tenga estos vinos tendría muy difícil venderlo, a no ser precisamente que ya tuviera de antemano el comprador asegurado», señala.
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Polo y Pérez siempre han apelado al valor sentimental de las botellas sustraídas, entre las que se encuentra la icónica Château d'Yquem de 1806, con un precio en carta de más de 300.000 euros. Para los empresarios cacereños es como si les hubieran despojado de parte de la historia de Atrio. Y aunque ya han pasado página, como han declarado en varias ocasiones, su mayor deseo es que el valioso ejemplar vuelva a ocupar el hueco vacío en la cava, aunque para ello tuvieran que desembolsar un rescate.
Poca promoción
Por otra parte, el especialista en vinos, que degustó durante la entrevista un sauvignon blanc extremeño, considera que ha faltado promoción institucional para posicionar las bodegas de la región. «Si estamos en una tierra de conquistadores ahora ha llegado el momento de hacer otro tipo de conquista, la conquista del público para dar a conocer el vino extremeño que, a mi modesto entender, ha faltado a nivel institucional».Galimberti rechaza la complejidad y sofisticación que se atribuyen popularmente a este mundo y es contrario a cualquier ritual o ceremonia relacionado con esta bebida: «El vino está un poco asociado con la pomposidad, y no, hay que desmitificar las cosas. Hay que degustarlo con alegría, con espontaneidad, con ganas de apurar la copa. Nunca hay que dejar el último dedo de vino en la copa, es un derroche», concluye.
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