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¿Qué ha pasado hoy, 28 de marzo, en Extremadura?
IVA, pero no venía

IVA, pero no venía

SERAFÍN MARTÍN NIETO

Miércoles, 31 de julio 2019, 08:29

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Hace muy pocos días, ha terminado el segundo plazo del pago del impuesto del IVA, cuando apenas nos hemos recuperado de la declaración de la Renta, cada vez más impositiva, y del IBI y del impuesto de circulación y de... Las diferentes haciendas públicas se las ingenian continuamente para vaciarnos los bolsillos, y los políticos, de cualquier signo y hornada, nos amenazan permanentemente con nuevas subidas para cumplimiento -argumentan- de sus programas electorales.

Muchos de los actuales tienen sus antecedentes en los variados y enrevesados tributos medievales que gravaban, casi en exclusiva, al estado llano, como hoy repercuten especialmente sobre la clase media.

En 1502, una serie de recueros de Los Santos de Maimona y de Fuente del Maestre se quejaron ante los Reyes Católicos de que los concejos de Trujillo, Cáceres, Arroyo de Puerco, Talaveruela, todos los del maestrazgo de Alcántara. los del condado de Medellín, Zalamea y Salvatierra les cobraban grandes e inmoderados impuestos por las mercancías que transportaban y vendían. Los reyes nombraron juez pesquisidor al licenciado Álvar Sánchez de Medina. Con esta comisión real se personó en Cáceres acompañado del escribano de la Corte, Álvaro de Alcocer de los Nidos. Tras presentar la real provisión al concejo cacereño, emplazó a los arrendadores de los tributos para averiguar la verdad.

El juez descubrió bastantes irregularidades por parte de estos. Aunque estaban obligados a facilitar a los recueros y mercaderes forasteros las pesas y medidas que regían en Cáceres, sin embargo, les cobraban por proporcionárselas en régimen de alquiler. Igualmente, percibían la roda de incluso aquellos recueros que no pasaban por el puente del Salor ni sus vaderas.

Además, de todas las ventas al por menor recaudaban indebidamente la veintena. El pesquisidor condenó estas prácticas abusivas y les prohibió que siguieran con ellas.

Antaño como hogaño, la avidez recaudatoria no conoce límites.

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