El taekwondo del maestro Kim cumple 40 años en Cáceres
En el vestíbulo del gimnasio Tae Guk Kim de la calle Arturo Aranguren todo el que llega y se encuentra a los maestros Kim y ... Yon les hace una pequeña genuflexión a modo de saludo. Parece una cortesía de otro tiempo pero estos detalles se cuidan en un espacio en donde se practica el deporte, el taekwondo, pero en el que se trata de sembrar la disciplina y la educación.
Kim Young Goo nació en Corea del Sur hace 76 años y el pasado sábado 28 de noviembre recibió un homenaje por los 40 años de la fundación de su gimnasio. Se celebró en el pabellón que lleva su nombre en la Mejostilla y contó con la presencia de un nutrido grupo de representantes del deporte y la empresa.
Hay que echar el reloj para atrás y ponerlo en 1985, que fue cuando Kim Young Goo se instaló en la ciudad. En 1979 llegó a Barcelona. «Antes no había federación de taekwondo, la de judo quería traer a un buen maestro de taekwondo a España, se hizo un campeonato en Corea y fue elegido el maestro Kim», explica su hijo Yon, continuador del trabajo de su padre. En una exhibición el presidente de la federación de Castilla y León de judo se quedó impresionado y le dijo que le ayudaría a montar un gimnasio en Castilla y León. Se ubicó en Palencia.
Kim quiso extender el negocio e intentó encontrar un local en Sevilla. Pero después de una semana no encontrar un espacio paró en Cáceres y le pareció un sitio en el que podía iniciar una nueva etapa. Vio un local que le cuadró, donde estaba Muebles Marcos, y todo echó a andar.
«Por aquel entonces», relata Kim, «aún no había orientales en la ciudad, yo creo que fui el primero». El primer restaurante chino de Cáceres abrió sus puertas dos años después, en 1987, y luego llegarían muchos más y se implantó la red de bazares y tiendas que forman parte del tejido comercial. «Todo el barrio se volcó en ayudarnos, los vecinos se quedaban con nosotros, con los niños pequeños y los más jóvenes echaban una mano para ayudar a montar el gimnasio», cuenta Yon. Toda la familia, el matrimonio compuesto por Kim y Sin y sus cinco hijos, fue acogida por un profesor de educación física que les cedió una habitaciónen un piso de estudiantes. «Ese señor estuvo el otro día en el homenaje» rememora Yong.
Inicios
¿Cómo empezaron a atraer a los cacereños a este arte marcial fundado en 1955 en Corea? El boca a boca empezó a funcionar, pero Kim tenía una táctica muy particular. «Se iba a tomar un cubata muy tranquilo en el Fauno´s y esperaba, si alguien se le acercaba o le decía algo le sugería que si quería aprender a pelear fuera a su gimnasio», detalla entre risas Yon.
Antes de la inauguración del gimnasio se llevó a cabo una exhibición en el Serrano Macayo, con 15 maestros coreanos. La comunidad de taekwondistas de Cáceres empezó a crecer. Durante más de 30 años han contado con más de 200 alumnos al año –«algunos 500, otros 400, 350», calibra Kim–. Ahora ha bajado ligeramente esta cifra y ronda los 120 porque además de haber muchos menos niños que hace unas décadas hay muchas más actividades y también más artes marciales. «Hay mucha competencia».
Además de en la ciudad, se trasladaban los fines de semana a enseñar taekwondo a pueblos cercanos como Arroyo de Luz, Garrovillas o Navas del Madroño. A lo largo de los años ha habido varios alumnos que han destacado y que han logrado títulos a nivel nacional. «Entre ellos Carlos Sánchez, Francisco y María José Rosado, Manuel Fernández o Juan Peña». Recientemente Alberto Gómez, Héctor Álvarez o Álvaro Velasco han sido alumnos aventajados. Ahora citan a Covadonga Rosa. En el homenaje que se llevó a cabo el pasado mes además de niños que apenas levantaban de suelo y que lucían cinturón blanco también estaban verdaderos veteranos, esos primeros alumnos de los años 80.
Relaciones
Pero más allá de la práctica deportiva Kim, que empezó a practicar taekwondo muy joven, cuando ni siquiera existía el campeonato del mundo, destaca el carácter familiar del gimnasio, las relaciones que se establecen y el cariño a las personas que pasan y han pasado por allí. «La diferencia de este gimnasio es el ambiente, el vínculo que se crea que es lo que yo quiero mantener, intentamos siempre que se lo pasen bien pero que sigan el camino y la disciplina, que no se desvíen del camino». El espíritu indomable, el tesón y el respeto son algunas de las piedras de toque de esta práctica. «Cuando son pequeños los niños no lo entienden, pero después sí».
¿Hay futuro? ¿La saga continúa? La pelota está ahora en el tejado de Yon. «Siempre he estado en la sombra, tenemos otro gimnasio y por circunstancias yo estaba allí, mis padres pensaban que no, pero me gusta esto, aunque es muy sacrificado», reconoce Yon, el relevo natural del universo deportivo y vital que echó a andar el maestro Kim.
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