El promotor del centro budista advierte de que no puede haber ruidos alrededor

La Fundación Lumbini Garden ve con buenos ojos la elección del cerro Arropé para el complejo budista que promueve en Cáceres, pero le preocupan los ruidos que puedan generar el Cefot y una cantera situada en las inmediaciones. De hecho, el presidente de la fundación, José Manuel Vilanova, advierte de que la existencia de contaminación acústica no sería admisible en un lugar dedicado a la espiritualidad y la meditación, de manera que si no fuera posible garantizar el silencio solicitaría al Ayuntamiento una ubicación diferente.

«El sitio nos gusta –afirma Vilanova–. Es un lugar elevado que permitirá ver la estatua desde una gran distancia, y desde el que hay una buena vista de la ciudad de Cáceres». Matiza sin embargo que aún debe visitarlo junto a otros promotores del proyecto para comprobar sobre el terreno que no se ve afectado por ruidos molestos procedentes de la cantera o «ni mucho menos» del Cefot. «De ser así se buscaría una solución técnica, que las hay, como crear una pantalla natural con vegetación», apunta el promotor, quien menciona como «última salida» la posibilidad de buscar un nuevo emplazamiento entre los múltiples terrenos que ha barajado el Ayuntamiento antes de decantarse por el cerro Arropé, denominado también Arropez.

José Manuel Vilanova aclara por lo tanto que, si bien el gobierno municipal ya ha anunciado este monte como el espacio elegido para el complejo, para que la decisión sea definitiva aún debe contar con el beneplácito de la fundación, que es la que está en contacto directo con los posibles inversores asiáticos y la encargada de velar por que el espacio reúna las características exigidas a un centro budista en el que, además de la estatua gigante de Buda, se prevén un templo con residencia para 20 monjes, jardines y otras instalaciones orientadas al turismo espiritual.

Por otra parte, el presidente de Lumbini Garden admite que la pandemia está afectando al proyecto en el sentido de que se trata de una iniciativa en la que se encuentran involucrados varios países y la movilidad internacional se encuentra limitada. Sin ir más lejos, los continuos viajes del propio Vilanova a países asiáticos para reunirse con potenciales inversores y presentarles el proyecto se han visto interrumpidos, aunque el promotor insiste en que nadie ha dado marcha atrás. «Que no se nos olvide que este es un proyecto a medio plazo, no de hoy para mañana, y que lo importante es ir dando los pasos adecuados aunque sea de forma más lenta», indica.

Menciona en ese sentido el hermanamiento entre Cáceres y Lumbini, que ya ha sido aprobado en pleno por el Ayuntamiento cacereño, pero que se encuentra pendiente de formalizar en un acto que se celebrará en Extremadura con presencia del alcalde del municipio nepalí. No se sabe aún cuándo podrá realizarse, debido precisamente a la pandemia.

También resalta Vilanova la importancia de la réplica de la estatua de Buda en jade blanco que la Fundación Lumbini ha donado a Cáceres, y que el pasado domingo llegó a Valencia procedente de Birmania. Dentro de unos días se celebrará en la ciudad levantina una ceremonia oficial de recepción, y a finales de septiembre está prevista su llegada a la capital cacereña.