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Un apicultor retira un enjambre con la ayuda de la grúa de los bomberos en Virgen de Guadalupe. Jorge Rey.

Una primavera de abejas

Los apicultores que se dedican a la recogida de enjambres en Cáceres aseguran que este año han recibido un 80 por ciento más de avisos que en 2017

Álvaro Rubio

Cáceres

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Martes, 15 de mayo 2018, 09:09

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Marcos Garrido acaba de retirar un enjambre de abejas que se había instalado en la fachada de un edificio de la avenida Virgen de Guadalupe. Es el sexto que recoge en la ciudad de Cáceres en una semana. Desde hace 15 días, su móvil no para de recibir avisos de los bomberos, de la Policía Local y de ciudadanos. «Hay varios que no he podido atender por falta de tiempo», confiesa antes de enumerar algunos de los lugares que se convierten en el hogar de estos insectos. Árboles, farolas, retrovisores de coches, puertas de vehículos e incluso el interior de casas. Cualquier rincón puede ser su habitáculo durante abril y mayo.

Por el momento, esta primavera ha recogido una veintena de enjambres. «Hay bastantes incidencias más que otros años», comenta Marcos, que en las últimas semanas ha realizado labores en la calle Roche Sur Yon, en el barrio de Aguas Vivas, en las Capellanías y en la avenida Alemania. En este último punto tuvo que contar con la ayuda de los bomberos.

«Hay sitios donde es imposible acceder y en otros es necesario utilizar la grúa. Normalmente cuando se ubican en fachadas», explican desde el Parque de Bomberos de Cáceres, que suele contar con tres colaboradores especializados en apicultura para realizar este trabajo. «Durante estos meses hay días que recibimos hasta cinco avisos», añaden.

Con ellos coincide la Policía Local, que también ha notado un incremento de llamadas por este asunto en las últimas semanas. Un ejemplo de ello es lo que sucedió el pasado domingo, 6 de mayo, cuando se recibieron cinco avisos en las dependencias policiales. El Sepei tuvo siete en esa misma jornada.

Un enjambre justo al lado de la ventana de una vivienda.
Un enjambre justo al lado de la ventana de una vivienda. Jorge Rey

A Javier González, otro apicultor que sobre todo trabaja en la zona de Miajadas, no le sorprende. «Es algo normal en esta época, ya que las abejas se encuentran en plena fase de reproducción. Lo que sucede es que las colmenas que habitan se quedan pequeñas y salvo que el apicultor tome precauciones y las amplíe, los insectos optan por abandonar esos hogares para buscar otros nuevos. Es en esos desplazamientos cuando pueden ser avistadas por la población dentro de las ciudades», explica Javier, quien apunta que pueden aparecer en los sitios más insospechados.

«En buzones, en garajes y sobre todo en parques y jardines. He llegado a retirar enjambres del interior de un sofá», comenta González, que lleva cinco años dedicándose a ello y asegura que esta primavera es la que más avisos está recibiendo. «He recogido unos 60 desde mediados de abril», detalla.

Para ello, suelen utilizar un equipo de apicultor compuesto por una careta y una enjambrera. Ésta se coloca bajo la colonia en cuestión y, por ejemplo, si se encuentra en un árbol, se da un golpe seco para propiciar que el grupo acabe en el habitáculo. «Lo más complicado es encontrar a la reina. Ella es la que se encarga de guiar a las demás para que acaben agrupadas», comentan Marcos y Javier.

«Desde hace 15 días no paran de llamarme, hay avisos que no he atendido por falta de tiempo»

marcos garrido, apicultor

Estos insectos se caracterizan por vivir en grupos altamente organizados. Suelen constituir colonias formadas por varios miles de individuos. En los enjambres puede haber hasta 30.000 abejas. En conjunto, su peso oscila entre un kilo y cinco aproximadamente. «Si no se retiran a tiempo puede ser muy peligroso», destacan los encargados de realizar estas labores.

La mayoría de ellos cuentan con colmenas en fincas donde suelen producir miel. En 2017, se enfrentaron al peor año de los que recuerdan. «La producción cayó un 70% en Extremadura por la sequía», detalla Paulino Marcos, presidente de la Asociación Cacereña de Apicultores. Ésta centra su principal zona apícola en Hurdes y Gata, donde más de 1.100 familias viven de este sector. «Desde que la crisis económica golpeó a la construcción cada vez hay más apicultores en otros lugares de Cáceres, como en la propia capital», detalla tras explicar que cuentan con un servicio especial de recogida de enjambres.

A él pertenecen más de una decena de profesionales que se dividen el trabajo por zonas. «Tenemos un convenio con el 112 y recibimos avisos de los bomberos, policías, ayuntamientos y ciudadanos a título particular. Esta primavera está siendo lluviosa y eso ha hecho que las llamadas aumenten en un 80% respecto a 2017. He actuado en la Mejostilla, R–66 y en la zona centro», afirma Paulino, responsable de esta labor en la ciudad de Cáceres. «He llegado a quitar un enjambre en el mueble de una cocina», añade este apicultor que cuenta con una larga experiencia y tiene 1.400 colmenas distribuidas en Trujillo, Alcuéscar, Aldea del Cano, Cáceres, Talaván, Monroy y Huelva.

Hay otros que están empezando. Es el caso de Francisco Javier García, un cacereño que desde hace poco tiempo es colaborador de los bomberos. Él está a la espera de recibir su primer aviso. «Recoger enjambres es una forma de ahorrar para el apicultor y un modo de ayudar a los ciudadanos. No se cobra por ello y la finalidad es concienciar a la población», comenta este aficionado que acaba de comprar una jaula con mosquitera, abejas obreras y una reina. «Mi objetivo es tener miel propia algún día», concluye.

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