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Paneras urge el arreglo de las fachadas

Paneras urge el arreglo de las fachadas

Los empresarios de la calle piden al Ayuntamiento de Cáceres que obligue a los dueños de los locales vacíos a mantenerlos en buen estado | El abandono y los grafitis afean el principal acceso a la Plaza para los turistas que aparcan en Obispo Galarza

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Lunes, 22 de enero 2018, 07:47

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Pintadas, puertas rotas, paredes desconchadas, fachadas llenas de pegatinas... Bienvenidos a la calle Paneras, el principal acceso que los turistas que llegan en bus o en coche hasta el parking de Obispo Galarza tienen para ir a la Plaza Mayor. Es, por tanto, la primera impresión que los visitantes se llevan de la ciudad. Y la realidad es que Paneras dista mucho, hoy por hoy, de ser la mejor carta presentación de Cáceres. Lo aprecia el viandante y lo subrayan los empresarios instalados en esta angosta vía, situada en lo que fue la judería nueva de la ciudad con el Palacio de la Isla como epicentro.

Hay un claro contraste en Paneras, que está atravesada por la calle de La Cruz. Esta vía separa el peor tramo del resto. Marca el punto de inflexión. La zona más degradada es la situada entre la calle La Cruz y la Plaza Mayor. Es aquí donde se concentran todos los locales comerciales vacíos (sólo permanece uno abierto). Con el cierre progresivo de los negocios, la dejadez se ha instalado en las fachadas.

Arturo Rubio está al frente de la Joyería Rubio -el único local que mantiene su actividad en este tramo- donde ha cumplido ya medio siglo. El joyero ha conocido tiempos mejores. «Antes estaban todas las tiendas ocupadas. Pero ahora cada vez hay menos. El problema es que no se montan negocios», zanja tras el mostrador.

Raquel Gómez, Joyería Rubio: «La calle la limpian todos los días, pero hay muchos grafitis»

Germán Escudero, Maeva: «Es lo primero que ven los turistas cuando llegan a Cáceres»

Raquel Gómez, empleada de la joyería, repara en el mal aspecto que tienen las fachadas de los locales cerrados. «La calle da aspecto de suciedad. Conyser limpia el suelo todo los días. Pero las fachadas están llenas de grafitis», ilustra.

Germán Escudero lleva tres décadas en Paneras. Ha ocupado dos locales diferentes con su mercería, Maeva. Primero estuvo en el tramo comprendido entre la Plaza Mayor y la calle de la Cruz. Y ahora se ha instalado entre la calle de la Cruz y la Plaza de la Concepción. En este último tramo los edificios tienen mejor aspecto y la mayoría de los locales están alquilados.

«La calle Paneras ha tenido momentos mejores. Debería estar más cuidada porque es lo primero que ven los turistas cuando llegan a Cáceres. Por eso, el Ayuntamiento debería obligar a los dueños de los locales a adecentar, al menos, las fachas», propone este tendero.

Escudero tiene la esperanza puesta en la instalación de las escaleras mecánicas en la cercana calle Alzapiernas para que sirva de revulsivo a la zona y los locales, que hay ahora vacíos, vuelvan a estar ocupados. Como se recordará, el Ayuntamiento tiene previsto mejorar la accesibilidad entre la Plaza de la Concepción y Obispo Galarza con una escalera mecánica que se financiará con con fondos europeos (DUSI).

Uno de los problemas que arrastra no sólo Paneras sino todo el casco viejo de Cáceres es el elevado coste del alquiler de los locales comerciales. En Paneras un local de cien metros cuadrados se alquila por 1.350 euros negociables.

Sobre el mal estado de algunas fachadas de la calle Paneras no sólo levantan la voz los empresarios instalados en la vía, sino también guías de turismo como Milagros Rivas. «Paneras está muy desolada. Tiene los locales abandonados y dan mal aspecto. Bajo mi punto de vista, en los locales que no tienen utilidad se podrían poner fotos grandes de la Ciudad Monumental. En general, el turista tiene la idea de que Cáceres es una ciudad limpia. Pero sí se lleva una imagen de dejadez en cuanto a locales y fachadas», resume.

El Consorcio Cáceres Ciudad Histórica puso en marcha en 2015 su primera gran campaña para eliminar grafitis en las calles del casco viejo. Paneras estuvo incluida en ese plan, que costó 12.000 euros. Pero, transcurrido un tiempo, las pintadas han regresado.

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