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A raíz de publicar la semana pasada, en esta especie de folletín, fotografías e historias de las barcas de los extremeños, nos han enviado, los siempre amables lectores, algunas fotos de otras barcas memorables. Ana Isabel Guerra nos hizo llegar una curiosa imagen de ... la barca de Madrigal de La Vera, con un coche de caballos y un hombre haciendo equilibrios sobre una especie de poyo; y Jorge Trenado Horcajo varias imágenes de la auténtica barca de Talarrubias, porque asegura, y tiene razón, que la que publicamos la semana pasada del fotógrafo Francisco Hernández Pacheco, que figura en diversas publicaciones como la barca que comunicaba Talarrubias con Casas de Don Pedro, en realidad era la barca de Peloche, con un mágico peñasco que está en un hermoso paraje situado al lado de Herrera del Duque.
Bueno, pues se me ocurrió enseñárselas al compañero Guinea, y el fotógrafo, tras alabarlas, me enseñó otras dos que me dejaron boquiabierto.
–Querido Juntaletras – me dijo –, te faltan estás para tu colección. Están en el archivo de Marchena que compró el Ayuntamiento de Cáceres. Se sabe que están hechas en 1920, y son del obispo de Coria, que con su coche tenía que tomar las barcas de Alconétar para venir a Cáceres.
–¿Será el obispo de Coria-Cáceres? – puntualizó Manuel Caridad que andaba por la Redacción.
–Pues no, listillo. – Le contestó el fotógrafo –. Estoy hablando de 1920, y hasta 1957, con el obispo Llopis Ivorra, la diócesis de Coria no pasó a llamarse de Coria-Cáceres. ¡Enterao, que eres un enteradillo!
–Bueno, ¿Y quién es este obispo de la imagen bucólica en la barca, con la mirada perdida en la otra orilla? – metí baza para evitar el enfrentamiento entre los dos compañeros, que últimamente no tienen muy buena relación.
–Pues era el obispo don Pedro Segura y Sáenz, un malaleche de cuidado que llegó a ser cardenal. ¡Menudo bicho!...
–¡Eh! ¡Eh! – Saltó enseguida Caridad –. No consiento que hables mal de esta buena persona que tanto bien hizo en la provincia de Cáceres. ¡Cuidadito! Que desde que han llegado los budistas a Cáceres, veo que te gusta manchar la imagen de los que siempre han ayudado a los pobres de aquí. ¡Cuidadito, comeflores!
–Pero, hombre. Si excomulgaba a los que bailaban agarrados y a los que iban a ver determinadas películas o espectáculos. ¿Tú sabes cómo llamaban los sevillanos al automóvil negro del cardenal Segura? ¿Tú lo sabes, listillo? – Le preguntó a Caridad acercando demasiado su cara a la de él; las dos mascarillas peligrosamente juntas.
–No lo sé... ni me importa. – Le espetó.
–Pues al automóvil le llamaban la aceituna, por el hueso que llevaba dentro. Para que te enteres.
Empezó entonces una discusión que siguió en el bar La Cafetera, en donde los del periódico solemos jugarnos el café a los chinos por la mañana. Caridad había cogido de la Redacción un libro sobre el obispo, una biografía escrita por Manuel Vaz-Romero, y fue contando maravillas de este hombre que nació en 1880 en Carazo, un pueblo de Burgos. «Era un hombre muy preparado – empezó Caridad –, le llamaban doctor porque tenía varias carreras. Hizo tesis doctorales de Teología, Filosofía y Derecho Canónico. Por eso con 39 años le nombraron obispo de Coria, llegando a Cáceres el 26 de octubre de 1920. Posiblemente de ese día son las fotos de la barca. Aquí estuvo de obispo hasta 1926, que fue cuando le nombraron cardenal, con 46 años. El 6 de mayo de 1926 le nombraron arzobispo de Burgos, parece que a petición del rey Alfonso XIII. – Siguió la cantinela mientras tomábamos el café callados, y el camarero Teo, a su espalda, nos miraba con compasión. – El Rey y él se hicieron muy amigos, cuando el obispo le acompañó a su visita en Las Hurdes en 1922. Era un obispo muy enérgico, que le gustaba controlar los medios de comunicación: sacó a la calle las revistas Eucaristía y Juventud y Mi parroquia, y el Periódico Extremadura. Devoto de La Virgen de La Montaña, solía subir cada semana al santuario, promulgó su coronación, que fue el 12 de octubre de 1924. Él también promovió que el 14 de noviembre de 1926 se instalara en La Montaña el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, que costeó él. De 1927 a 1931 fue arzobispo de Toledo, y de Sevilla de 1937 a 1957, cuando se murió con 76 años».
Al salir de La Cafetera nos llevó a la calle que tiene en Cáceres el obispo, que está a dos pasos, y ante la placa, antes de que él hablara, el fotógrafo dijo:
–Se te olvidó decir que fue un obispo franquista, que en 1931 fue expulsado por la República, y que no volvió a España hasta 1937 con Franco.
–¿Franquista? ¡No tienes ni idea! – protestó Caridad – ¡Si Franco no lo podía ni ver! El cardenal se enfrentó a él. Le prohibió que pusiera en sus iglesias placas con los nombres de 'caídos por Dios y por la Patria', criticó que entrara bajo palio en los templos, y dijo que se llamaba caudillos a los jefes de bandas de forajidos.
–Ya. Por eso en Valverde del Camino (Huelva) en 2008 le quitaron la calle, y en 2017 se la quitaron en San Juan de Aznalfarache (Sevilla). ¡Se las quitaron por franquista!
–¡Pues esta ni se toca! – dijo enérgicamente Caridad señalando a la placa.
–Pero, por Dios, si hasta el nombre está mal: pone 'Obispo Segura Saez' y tenía que poner 'Obispo Segura y Sáenz'. Tú sí que no tienes ni idea, listillo.
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