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Enrique Arias entre sus nuevos compañeros, la mayoría con 18 años, en la universidad. LORENZO CORDERO
Novato universitario a los 71 años

Novato universitario a los 71 años

Enrique Arias ha iniciado sus estudios del grado de Historia en el campus de Cáceres de la UEx | Es un maestro jubilado desde hace once años que ahora afronta su nueva etapa de estudiante

Cristina Núñez

Cáceres

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Lunes, 17 de septiembre 2018, 08:10

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Revuelo en el aula. Más de medio siglo separan a Enrique Arias de los que van a ser sus compañeros durante todo el curso. «¿71 años?» pregunta sorprendido un grupo de jóvenes cuando se les explica que ese señor estará codo con codo con ellos, avanzando hacia el grado en Historia. La semana de bienvenida universitaria ofrece, en mitad del ruido de novatadas, de fiestas masivas botellón en ristre, historias curiosas como las de Enrique, que tiene el ímpetu y las ganas de ponerse a estudiar a la edad a la que mucha gente solo piensa en cuidar nietos y reposar.

«Como me gusta la Historia, decidí apuntarme», explica animado este maestro, con una vida cuajada de retos a sus espaldas. Apasionado por la Historia moderna, se plantea este grado universitario como una forma de ampliar conocimientos. «Lo hago para aprender, estoy muy ilusionado».

Eso sí, se da cuenta de que el reto no es pequeño, porque sus ocupaciones aún son variadas. «Me va a costar mucho trabajo», asegura. «Necesito echarle al menos cinco o seis horas diarias». «Escucho, por ahora no he tomado apuntes, tengo buena retentiva, lo que sí voy a hacer va a ser leerme todos los libros». Reconoce que no tiene metas, que lo suyo es empaparse de todo lo que pueda aprender. Hasta ahora no le ha dado mucho tiempo a paladear la vida universitaria. «Hoy (por el jueves pasado) es el primer día que he visto mucha gente en la clase, hasta ahora han estado de fiesta, no he hablado mucho con la gente». Una de las dificultades importantes que afronta Enrique es el de adaptarse a lo digital, él que se considera un hombre totalmente analógico. «Mira qué móvil llevo, es solamente para recibir llamadas».

«Me va a costar mucho trabajo, tengo que dedicarle cinco o seis horas diarias»

Un profesor universitario que se cruza por la escena durante la entrevista señala la importancia de que se mezclen las generaciones en un entorno como el de la Universidad. Y anima a Enrique. Sugiere que la Universidad de Mayores es un entorno muy adecuado, pero Enrique estima que él prefería estar en la convencional. No se siente pez fuera del agua, tampoco para los profesores. «Ya conocía a alguno de hacer deporte».

La crisis acercó hacia el entorno universitario hace unos años a personas que, descabalgadas del mundo laboral, buscaban un refugio o un nuevo camino en la formación. De esa forma aumentó la edad media de los universitarios. Pero encontrar a personas ya metidos en los 60 y los 70 es ciertamente raro, aunque en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres hay varios.

Una de las características que hacen especial a este estudiante veterano es que para llegar al campus universitario no se somete a las apreturas de los autobuses ni coge el coche. Se ha propuesto hacer el recorrido diariamente andando. Un bastón deportivo para apoyarse es su herramienta para sus caminos hacia la universidad. Una hora de ida y otra de vuelta es el tiempo que le lleva utilizar las piernas para trasladarse. «Yo llevo mi equipo, mi comida, mi bebida y bajo y subo». Reconoce que las temperaturas altas de estos días de septiembre han hecho duro este trayecto. «Pero aguanto carros y carretas, lo que yo quiero lo cumplo».

De campesino a legionario

Insiste en que está acostumbrado a llevar a cabo muchos retos. «Hasta los 16 o 17 años no empecé a escribir, mi vida ha sido muy rara». Nacido en Valdefuentes, solamente fue a la escuela desde los seis a siete años. Criado en entorno netamente rural en una finca arrendada trabajó el campo desde siempre. «Vivimos en chozas, en unas casas con tapias, hasta los 12 años, me perdí la etapa de escolarización».

«Me fui a Alemania como vienen ahora los de las pateras y me fueron devolviendo»

A esa edad entró en la escuela, pero la adaptación se hizo imposible. «Yo no sabía nada, los maestros me pegaron, no sabía qué era un quebrado, me cambiaron de escuela y se dio la misma situación». Se convirtió en un autodidacta que aprendió a leer y a escribir sin darse cuenta, solo. «Aprendí leyendo novelas del Oeste, las leí a miles, mis padres tampoco me pudieron enseñar». El Jabato y Capitán Trueno también le acompañaron en esta tarea de autoenseñarse a leer.

Atrevido, sin ponérsele nada por delante, a los 17 años quiso emigrar. Vivió una experiencia que, tal y como relata, fue parecida a las devoluciones en caliente que se llevan hoy a cabo con los emigrantes que proceden de África. «Me fui a Alemania como vienen ahora los de las pateras, iba en tren pero te bajabas para hacer a pie en la frontera, estaba sin papeles de ningún tipo, me trincaron y pasé a Holanda, luego me fui a Bélgica, pero me fueron devolviendo».

«He tenido mucha suerte y facilidad para estar siempre en el sitio donde tenía que estar»

La siguiente intentona como emigrante la tuvo como temporero en Francia. «Se iba acercando la época en la que se acercaba la mili, el campo estaba muy mal y me preguntaba qué podía hacer, pensaba en la Guardia Civil, pero necesitaba el certificado de escolaridad, que se terminó sacando por examen libre. «Todo eso lo hice siendo labrador, estudiaba por las noches, me reduje lo de las novelas». Dice que ha tenido mucha suerte, «y facilidad para estar siempre en el sitio donde tenía que estar».

Dio el salto a la Legión, en donde estuvo tres años en Ceuta y logró el Bachiller Superior, con el que ya podía acceder a carrera universitaria. «Era un legionario muy atípico allí di clase a analfabetos», cuenta. De regreso a Cáceres empezó a estudiar para maestro, profesión que ha desarrollado durante 35 años. Después de varios destinos, «el primero fue en el hospicio, con niños huérfano, y luego en el que era el colegio San Francisco». Tras sacar la oposición por pueblos, terminó su vida profesional en el colegio Cervantes.

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