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Sábado, 28 de abril 2018, 09:43
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En el interior del monasterio que habitan las monjas clarisas, en la Plaza de Santa Clara, hay un gran ventanal que mira hacia el Santuario de la Virgen de la Montaña. Es el lugar elegido por sor Patricia y sor Clara para confeccionar el último encargo que han recibido: hacer un manto a medida para la patrona de Cáceres.
Estas religiosas de clausura, especializadas en hacer labores de costura y bordado, admiten estar ante un trabajo muy especial. «Sabemos que la Virgen de la Montaña es muy querida en Cáceres. Siempre he oído decir que tiene una colección de mantos muy grande», indica sor Clara, la superiora, sin levantar la vista de la tela.
Está en lo cierto. 134 piezas componen el particular armario de la imagen, que se enriquece año tras año con las donaciones que hacen particulares y colectivos. Este dato variará en breve porque la Virgen recibirá el próximo 19 de mayo en su Santuario el manto que le regalará el Banco de Alimentos de Cáceres, el mismo que ultiman en estos momentos las monjas clarisas. Será el numero 135 de la colección.
La pieza está hecha con una tela estampada en la que se combinan dos tonos: el azul y el blanco. La elección de los colores no ha sido caprichosa. Son los tonos corporativos del Banco de Alimentos y, además, coinciden con los de la cofradía de la Virgen de la Montaña, según explica Juan Carlos Fernández Rincón, presidente del Banco de Alimentos de Cáceres y vicemayordomo de la hermandad. «El manto es un regalo de los voluntarios. Pusimos una hucha y cada uno ha echado lo que ha querido», subraya. El dinero recaudado ha ido destinado a sufragar el coste del tejido, adquirido en una tienda de Madrid.
«Nuestro trabajo se lo regalamos a la Virgen», señalan las religiosas. Las monjas guardan una estrecha relación con la patrona. En la procesión de retorno al Santuario, la Virgen se detiene ante la puerta del convento que da a la calle Fuente Nueva para que las clarisas puedan ver a la imagen de cerca y dedicarle unas canciones. Por otro lado, se muestran encantadas de poder colaborar con el Banco de Alimentos, que suele suministrar comida al convento con frecuencia.
Sor Patricia y sor Clara aclaran que su principal misión es la vida contemplativa, la oración. Pero, al igual que el resto de monjas de clausura de la ciudad, completan su día a día con otra actividad que les genere ingresos. Mientras que las jerónimas y las clarisas de San Pablo elaboran dulces, ellas hacen túnicas de Semana Santa y bordan estandartes, entre otros trabajos. También restauran piezas textiles deterioradas por el paso del tiempo.
En este convento residen en la actualidad 11 religiosas. La más joven tiene 30 años y la más longeva, 94. A las monjas españolas se han sumado en los últimos años otras procedentes de países como Colombia, India y Kenia.
El jueves se inauguró en la iglesia de la Preciosa Sangre una exposición con 64 mantos de la colección de la Virgen de la Montaña. Esta colección incorporará en apenas unas semanas el regalo del Banco de Alimentos, que con tanto mimo rematan estos días desde la clausura.
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