

El misterio del corazón de Serradilla y el obispo rebelde
Desde la Moto de papel ·
SERGIO LORENZO
Domingo, 15 de agosto 2021, 10:07
En un atardecer en la cacereña Plaza de la Concepción, en una de sus terrazas en las que ahora no podemos estar sentados juntos más ... de seis por la pandemia, Ana, la novia del fotógrafo Guinea, hizo un comentario que me llenó de curiosidad: «Cuando era pequeña –dijo–, mis padres me llevaron a Serradilla. Me impresionó el Cristo de la Victoria, todo lleno de sangre; pero más me impresionó que detrás del Cristo, en un camarín, estaba expuesto un corazón dentro de un frasco».
Ahí empezó la intriga: ¿De quién sería ese corazón? ¿Por qué estaba expuesto?
No encontraba nada en internet, y ya estaba a punto de dejarlo por imposible, cuando el escritor y amigo Gonzalo Sánchez-Rodrigo me envió una noticia publicada en el Diario de Cádiz el 11 de abril de este 2021 («Estas cosas son de las que te gustan a ti» me dijo). El artículo llevaba por título: '1848: Entierro y bronca en la Catedral de Cádiz'. Con el subtítulo: 'El obispo de Plasencia, Cipriano Varela, desterrado en Cádiz, fue el primer prelado que recibió sepultura en nuestra basílica'. En el artículo el periodista José María Otero cuenta que el 1 de marzo de 1848 se murió en Cádiz el obispo de Plasencia Cipriano Varela. Le habían echado de su diócesis por meterse con el gobierno de turno, en el reinado de Isabel II. Al ser obispo, la iglesia gaditana decidió enterrarlo en la asombrosa cripta de la nueva catedral, enfrentándose con el gobernador civil Melchor Ordóñez, que insistía en que el rebelde Varela debía ser enterrado en otro lugar, sin pompa alguna. El artículo concluía que la Iglesia ganó y el obispo de Plasencia fue el primero en ser enterrado en la nueva catedral, aunque previamente se le extrajo el corazón ya que el fallecido: «había manifestado su deseo de que este órgano fuera llevado al convento de las monjas de Serradilla, que tanto había protegido en vida». ¡Ya estaba el misterio resuelto!
¿Quién era el hombre descorazonado? En la Biblioteca Pública de Cáceres encontré una biografía titulada 'D. Cipriano Varela. Obispo, rebelde y mártir'. Lo había escrito el canónigo archivero Teodoro Fernández en el año 2013. Seis años después el autor se moriría con 104 años.
Cipriano Varela y Ducroix nació el 16 de septiembre de 1776 en el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, en donde su padre era un modesto empleado. En el mismo lugar, ocho años después, nació el rey Fernando VII, y hay quien asegura que jugaron juntos y, por eso, el Rey siempre le favoreció.
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Cipriano Varela fue sacerdote en Valdecaballeros (Badajoz) y de la iglesia de San Lucas de Toledo. Dio clase en la Universidad de Toledo hasta que fue elegido obispo de Plasencia, ocupando el cargo durante 22 años. Al morir Fernando VII en 1833, el obispo empezó a ser persona no apreciada por el poder al enfrentarse desde el púlpito a los gobiernos de Isabel II. Él luchaba por una iglesia independiente al poder de la reina. Fue desterrado a Sevilla, siguió sin callarse y le mandaron a Cádiz. Continuó en su lucha y cuando le iban a embarcar rumbo a América, se murió en Cádiz con 71 años.
Teodoro Fernández cuenta en su biografía que el obispo rebelde fue enterrado cuatro veces: La primera en la catedral nueva de Cádiz, el gobierno le desenterró y llevó el cuerpo a la catedral vieja, y el obispo de Cádiz volvió a mover el cadáver para llevarlo a la imponente cripta de la nueva seo. La cripta impresiona a los que en la actualidad la visitan, allí está enterrado el compositor Manuel de Falla (1876-1946) y el escritor y poeta José María Pemán (1898-1981). También sobrecogen las reliquias incorruptas de la mártir romana Santa Victoria, con su cara cubierta por una mascarilla de cera.
El hombre que nunca se separó del obispo rebelde fue su secretario, el sacerdote Benito Gil Ruiz, natural de Zorita (Cáceres). Él atendió a Varela en sus 13 años de destierro y cumplió su deseo: llevar su corazón a Serradilla, para que fuera colocado junto al Santísimo Cristo de la Victoria.
Antes de cumplirse los tres meses de su muerte, el cuerpo embalsamado del obispo fue llevado a Plasencia, en donde el 5 de mayo de 1848 fue colocado bajo una losa en la catedral nueva, junto al retablo de las reliquias. Fue enterrado, eso sí, sin el corazón.
Su fiel secretario Benito Gil llevó el órgano en un tarro, sumergido en alcohol, a las monjas de clausura agustinas de Serradilla. En una carta que entregó a la priora, escrita el 27 de mayo de 1848, Benito le dice que les entrega el corazón del obispo Varela:
«Para que se conserve su memoria de edad en edad, mueva a la práctica de las virtudes a las almas tibias, aliente a las débiles, conforte a las fervorosas y esas religiosas todas tengan una santa emulación a imitar las virtudes que le adornaron, y se gloríen de ser depositarias de un don tan apreciable».
Ángel María Acevedo escribió en 1928, que el corazón se conservaba muy bien, «llamando a todos la atención, y principalmente a los médicos, su tamaño extraordinariamente grande. El corazón, asiento de las afecciones más profundas, de las satisfacciones más íntimas y de los sentimientos más puros, no podía ser de otro modo: había de tener ese tamaño enorme en un hombre de las características del Sr. Varela, sabio, valeroso y santo».
Teodoro Fernández, que era natural de Serradilla, escribió que el corazón estaba con su auténtico tamaño y color, «como si acabase de ser arrancado de aquel pecho valeroso».
Lo cierto es que hace años que el corazón no se muestra en Serradilla. Las monjas aseguran que es porque está muy deteriorado.
Con aquestas palabras, que diría Don Quijote, pensaba yo que terminaba este nuevo capítulo de La Moto de Papel; pero en el ordenador, sobre el borrador de esta página, encontré este mensaje del maestro Sanjosé: «En otro templo de Extremadura hay un corazón solitario de otro hombre valiente. ¡Investiga Juntaletras!».
Joío difunto...
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