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Lunes, 3 de diciembre 2018, 08:33
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El pasado más glorioso de Aldea Moret, el de su gran industria minera, se hizo presente por unas horas. Antiguos profesionales de la mina y sus familiares se han reunido este fin de semana en la capital cacereña. Ellos han sido los protagonistas del séptimo encuentro que organiza la Asociación Minas Aldea Moret (Amam) y que ayer tuvo su momento estelar con la tradicional ofrenda de flores en el monolito de la Avenida de la Constitución. De nuevo, también, se volvió a celebrar la procesión de la imagen de la patrona, Santa Bárbara, por las calles del barrio. La tradición se recuperó en 2016 tras medio siglo.
Cuando a las 12.05 horas comenzaron a escucharse los acordes de la Banda Municipal ya habían caído algunas lágrimas. La emoción se desborda con los recuerdos. Y estos se amontonan. Sucedió con la entrega de flores, pero también pasó antes y después. Por ejemplo cuando Rufino de la Osa rememoró la figura de su padre. «Nací en el poblado minero. Allí me crié. Hasta que a los 24 años me tuve que marchar», relataba este hombre que se vio obligado a emigrar a Madrid. Allí dejó atrás la mina para dedicarse a sus estudios de Derecho y preparó oposiciones a la Policía Nacional. «Me considero minero», afirmaba orgulloso Rufino, que conserva una casa en el barrio y admite que cada vez que sus obligaciones se lo permiten se escapa hasta Cáceres.
Su padre bajaba a diario a la mina. «Fue una infancia dura», cita orgulloso a sus 68 años, justo antes de que le pueda la emoción al hablar de sus cuatro hermanos, entre ellas la mayor ya fallecida.
«Es emotivo recordar lo vivido», sugería en presencia de Pedro Cabeza. El presidente de la Amam no ha tenido un momento de respiro en los últimos días. El sábado logró reunir en esta séptima edición del encuentro minero a un amplio grupo de participantes venidos de toda España. «Nos juntamos 125. Fue algo muy especial. Siempre lo es volver a ver a antiguos amigos. Para nosotros supone un orgullo esta celebración», analiza Cabeza.
Pedro Cabeza Presidente de Amam
Rufino de la Osa Hijo de minero
Maximiliano Galeano Hijo de minero
Tampoco podía evitar las lágrimas Maximiliano Galeano. «Mi padre fue minero toda su vida. Éramos cinco hermanos. Tal día como este era muy bonito. En la empresa de la mina nos daban chocolate y los pequeños estrenábamos botas. Las que llamaban del gorila», apunta este hombre de 70 años que no falla un solo año a la cita. De su infancia salen «buenos recuerdos», tiempos que califica como «duros, aunque no pasamos hambre», puntualiza.
El coro de mayores tuvo su cuota de protagonismo en el jardincillo de la rotonda de Aldea Moret. Allí estaban históricos como Eugenio Cantero o Francisco López, promotores del acto y reivindicativos de la recuperación de un poblado minero, una joya por explotar y cuyo estado de conservación es ruinoso. Pero los protagonistas eran Victoriano Palomino y Andrés Romero, que junto a Juliana Chaparro tendrán hoy su homenaje en el festival flamenco de las Minas.
«Toda mi familia ha estado vinculada a la mina, todos hemos vivido de eso. Hasta que se acabó», narraba Victoriano, de 82 años. A Andrés Romero de 76, esa tradición minera le llevó a los talleres. Recuerdos, imágenes y emociones de otros tiempos en la vuelta a casa.
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