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Patio con claustro porticado del Palacio de Ovando, propiedad de la Condesa de Canilleros, en la plaza de Santa María. :: jorge rey
Joyas ocultas entre los palacios cacereños

Joyas ocultas entre los palacios cacereños

La Ciudad Monumental, el gran atractivo turístico de Cáceres, cobija tras sus muros elementos de gran valor histórico a la espera de verse algún día | Medio centenar de patios y jardines del centro permanecen vedados a las visitas

LAURA ALCÁZAR

CÁCERES.

Domingo, 8 de septiembre 2019, 09:16

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20 años de «atraso» dice Alonso Corrales que lleva Cáceres respecto de otras ciudades españolas que muestran con orgullo su patrimonio histórico y hacen de él un auténtico reclamo turístico, sin cortapisas, abierto y accesible a cualquier público. No se refiere solo al legado público, habla también de posesiones particulares en las que se permite que el visitante se recree atisbando tan solo una minúscula parcela -pero de incalculable valor- de la intimidad de linajes de abolengo que moraron castillos, palacios y casas señoriales con blasones y escudos de armas, y que hoy miman sus descendientes.

En un momento en el que la capital cacereña despega y está logrando situarse como atractivo destino de interior, el historiador cree que ha llegado la hora de abrir los infranqueables portones de madera de la Ciudad Monumental. «Hoy día, que estamos avanzando en turismo e inversiones tenemos que aprovechar todos estos lugares entrañables que tenemos», confiesa el investigador local, que es uno de los pocos afortunados que ha visitado el interior de «todos o casi todos» los palacios, torres y conventos de clausura.

Entre el empedrado medieval del que es el Tercer Conjunto Histórico Artístico de Europa, se conservan valiosas piezas históricas que aguardan ser contempladas con admiración algún día. La titularidad privada de la mayoría de los inmuebles de la Parte Antigua ha podido suponer un escollo para que a las administraciones no les haya resultado sencillo -por el momento- tocar la tecla adecuada para descubrir, al menos, ciertas dependencias de estos singulares edificios, protagonistas y testigos del devenir histórico de la ciudad. «Estamos trabajando estrechamente con otras Ciudades Patrimonio, como Toledo, aprendiendo de su modelo y buenas prácticas en la puesta en valor de su patrimonio público y privado», afirma el responsable de Turismo Jorge Villar, que añade que buscarán «fórmulas interesantes para la administración y los propietarios, para abrir espacios nuevos con los instrumentos que el Ayuntamiento tiene a su alcance, como el Consorcio».

Jorge Villar: «trabajamos con otras Ciudades Patrimonio, como Toledo, aprendiendo de su modelo»

Alonso Corrales: «Tenemos patios únicos y espectaculares, con escudos heráldicos sobresalientes»

Entre las estancias menos nobles escudadas tras los férreos muros que con celo velan la discreción de sus amos, se encuentran el medio centenar de jardines y patios que hay en el entorno de la Ciudad Monumental, según las estimaciones de Corrales Gaitán. «Tenemos patios únicos que el cacereño no conoce; son espectaculares, están bien cuidados, con escudos heráldicos sobresalientes», describe el experto, que considera que hacerlos visitables no requeriría grandes inversiones, «sería relativamente fácil», apunta.

Patio del Palacio de Monroy, sede de la Cámara de Comercio.
Patio del Palacio de Monroy, sede de la Cámara de Comercio. Jorge Rey

Abrir puertas

Un tipo de visita poco incómoda para los propietarios consistiría en mantener abierta la puerta principal desde la que observar los claustros a través de los enrejados de seguridad, en un horario fijo, como sucede en otras capitales. La administración debería liderar la iniciativa; contactar con los dueños para convenir la idea, y ponerse a su disposición, precisa Corrales, por si hubiera que proveerles de algún detalle menor. Lo ilustra así: «Por ejemplo, si se necesitan un par de focos de luz apuntando a una bóveda, comprarlos».

El historiador ha esbozado para HOY una relación de unas cuantas casas señoriales del vasto patrimonio privado del conjunto monumental, cuyos jardines o patios podrían ser un deleite para residentes y visitantes. Se refiere casi en exclusiva a estos espacios abiertos, porque desvelar al público otras dependencias más íntimas de conventos o palacios -que muchos albergan las residencias familiares- es «más complicado», admite. Y, en todo caso, la explotación turística de una propiedad de este calado tendría que surgir por iniciativa de sus dueños.

Partiendo de Santa María, la Casa de los Ovando, propiedad de la Condesa de Canilleros, atesora uno de los patios renacentistas más relevantes. La familia suele dejar la puerta entreabierta y quienes lo desean acceden al zaguán para curiosear tras la reja este fresco claustro rebosante de macetas. La condesa lo ha cedido en varias ocasiones para exposiciones artísticas.

El Mayoralgo es otro de los palacios que esconde un patio que sumar a las visitas a su yacimiento arqueológico, que se programan en contadas ocasiones a petición de los guías de turismo que las cierran con grupos, cuyos miembros deben identificarse para entrar a la que es sede de una entidad bancaria. Al lado, en el Adarve de Santa está el de los Condes de Adanero, una construcción del siglo XVI que al igual que sus vecinos, tiene un vergel a la espera de ser visitado. Corrales sugiere también el de la casa del Vizconde de Rodas, propietario de la Torre de Sande en la calle de Los Condes.

Aljibe

Próximas a San Mateo se encuentran la Casa Mudéjar, con otro patio «espectacular», detalla el divulgador local, y la de Aldana, que oculta también un aljibe abovedado a dos alturas que comunica por el subsuelo con la Casa del Mono. El historiador pone además el acento en una edificación que lleva años cerrada, la Casa Cosme de Ovando -frente a la de los Paredes-Saavedra adquirida por Atrio-, que presenta dos patios interiores con columnas «fuera de serie». El Palacio de los Montenegro, a unos metros más abajo, en la Puerta de Mérida, sería otro de los susceptibles de ser abiertos, como el de Los Golfines de Arriba.

En el ámbito público, el Palacio de Ulloa, hoy Escuela de Bellas Artes, aloja unas pinturas descubiertas en los 80 que datan del siglo XVI. La Diputación, su propietaria, tiene una propuesta del Ayuntamiento para abrir al público más espacios, y hay «disposición a estudiarlo». Su Palacio Presidencial, en Santa María, recibe visitas en la semana que celebran los actos de su patrón, San Pedro de Alcántara, en octubre.

Fuera de Intramuros, en la plaza del Doctor Durán, se puede pasar en horario de oficina al Palacio del Marqués de Monroy, sede de la Cámara de Comercio. En General Ezponda, la Casa de la Iglesia, con otro oasis digno de admirar, y su torreón, sería también de fácil acceso para incluirla en un circuito turístico. Frente a ésta, la del Marqués de Camarena, sede del Colegio de Arquitectos y del Ateneo, y de entrada libre por las actividades culturales que se llevan a cabo. Mientras administración y propietarios cierran algún tipo de acuerdo, siempre queda la panorámica desde el agradable jardín del Museo de Cáceres. Y los fotografiados jardines de Ulloa, en San Jorge, y del Palacio de Carvajal. En los últimos años se han sumado nuevos espacios rehabilitados como la Casa de Los Becerra y el Palacio de Los Golfines de Abajo, abiertos y con un variado contenido cultural.

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