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El coro del colegio Carmelitas arrancó hace cinco años abriendo el mundo del canto a sus alumnos. A. M.

Cuando el instrumento está en la garganta

Dieciséis alumnos practican semanalmente para poner en pie obras vocales profanas y religiosas El coro del colegio de Las Carmelitas lleva cinco años inculcando amor a la música a niños y jóvenes

Cristina Núñez

Cáceres

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Lunes, 11 de diciembre 2017, 07:29

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Parece una simpleza, un juego, que una clase de canto comience con la canción infantil popular de 'Tres pelos tiene mi barba' entonada con cada una de las cinco vocales. Con la 'i' suena muy aguda y con la 'o' parece un trombón, bajo y grave. El ejercicio ayuda a calentar las voces y se rompe el hielo para seguir con el proceso de aprendizaje. El colegio concertado Santa Cecilia (Carmelitas) puso en marcha hace cinco años una experiencia musical que, según la joven directora del coro, les está dando muchas alegrías. La ristra de ventajas que acarrea el canto, en general, son infinitas, ya que genera endorfinas y, éstas, felicidad. Cristina García Marcos enumera las que tienen que ver con aprender a cantar desde la infancia. «Proporciona desarrollo creativo, desarrollo intelectual, concentración, motivación, todo son beneficios».

El coro dio sus primeros pasos en horario matinal, aunque después se convirtió en una extraescolar vespertina. «Al principio utilizábamos los recreos, era todo más desastre, porque alguno subía con el bocadillo, a otro se le olvidaba la partitura...». Una forma de hacer más seria la iniciativa fue fijar la actividad por la tarde, de manera que los niños interesados tuvieran que hacer ese esfuerzo y lo concibieran como un momento reservado en exclusiva al canto. Actualmente ensayan una hora semanal, todos los martes.

Cristina destaca la importancia de que los niños puedan disfrutar de esa experiencia, que les pone en contacto con la música de una forma más relajada de lo que supone, por ejemplo, el conservatorio. «Yo he vivido la vida en el conservatorio desde muy pequeñita, un ambiente que me gusta pero que es demasiado académico y profesional, yo estudié una carrera desde que entré con siete años», explica. Con el grado profesional de flauta travesera bajo el brazo y con la licenciatura de Musicología, reconoce que «siempre me gustó cantar, y en el momento en el que he alcanzado estabilidad laboral en este centro, decidí formar el coro».

«No seleccionamos a los niños, los profesores tenemos que creer en el proceso educativo»

Cristina García Marcos Directora

Este año en el grupo hay solamente dos niños pequeños (de 3º de Primaria, 8 años) y el resto son chicas de diferentes cursos. Las más mayores son de 3º de Secundaria y tienen 14 años. «La intención era formar un coro de voces blancas». La laringe corta de los niños genera un sonido agudo, ya que son voces aún no desarrolladas. Esa falta de color se refiere a que no tienen «vibrato». Se busca un efecto angelical. ¿Selecciona Cristina a los niños ? No. «Los profesores tenemos que creer siempre en el proceso educativo, un alumno puede aprender a cantar, ha ocurrido en muchos casos que, con el trabajo semanal mejora». La práctica, insiste Cristina, es importante para llegar a afinar y desarrollar esa cualidad tan mágica llamada «oído».

Lo religioso y lo profano

Lo religioso y lo profano se mezcla en el repertorio que ponen en pie estos 16 niños y jóvenes. «Todos los años cantamos villancicos en el festival de Navidad, hemos hecho obras de Mozart, ahora estamos con las obras de 'Los chicos del coro', que es lo que hicimos el día de Santa Cecilia...». Durante las celebraciones del 125 aniversario del centro, que se llevó a cabo el año pasado, actuaron en el Gran Teatro, donde llevaron canciones de películas como Titanic. También han entonado 'Que canten los niños', de José Luis Perales y 'Wherever', de Oasis. «Acepto lo que me digan ellos, porque este es un momento de recreo y de pasarlo bien», cuenta Cristina, que también pone el acento en el canto en varios idiomas.

Álvaro Casado Lucas, de 8 años, cuenta que se apuntó al coro «porque sé cantar y me lo paso muy bien, canto en casa también». A su lado, Iván Collado Iglesias cuenta que esto de estar rodeado de chicas mayores lo lleva «bien». Todos ríen cuando se repara en la escasa presencia masculina. Es el primer año de estos dos chavales y parecen contentos.

Una experiencia diametralmente opuesta es la de Raquel Paniagua, que hace pleno con sus cinco años en el coro. «Yo desde que era muy pequeña he cantado, siempre me ha dado mucha vergüenza, pero Cristina nos lo ofreció y a partir de ahí se me fue quitando la timidez y vamos mejorando actuación tras actuación, siempre con ilusión, es la mejor forma de expresarme». Como aportación, reconoce que le gustaría «modernizar el repertorio, con música más pop, aunque no me siento a disgusto». Raquel llega a hacer solos, «antes me daba vergüenza, ahora me encanta». A su lado Sol González, de la misma edad, cuenta que lo suyo con el canto es también de toda su vida. «Cada vez es más divertido y todos nos vamos sintiendo más cómodos».

Después de las palabras llega el momento de mostrar su arte, y vaya si lo tienen. Entonan 'Sur ton chemin', de 'Los niños del coro' a dos voces y uno parece transportado a las nubes.

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