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Retrato de Eulogio Blasco. En su estudio con su amigo Tomás Pulido, en 1921. La escultura que hizo en 1926.: NARBÓN /ARCHIVO MUNICIPAL

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Retrato de Eulogio Blasco. En su estudio con su amigo Tomás Pulido, en 1921. La escultura que hizo en 1926.: NARBÓN /ARCHIVO MUNICIPAL

El genial mudo que hacía esculturas de nieve en Cáceres

Desde la moto de papel ·

Sergio Lorenzo

Cáceres

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Domingo, 16 de diciembre 2018, 09:50

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Ya no me hablo con el difunto Sanjosé. No, porque me tiene harto: me despierta dándome sustos de madrugada, me crea fenómenos poltergeist en casa, se chotea de lo que yo no puedo hacer y él sí y, sobre todo, porque por las noche anda leyendo en mi biblioteca, me descoloca los libros y eso... no lo soporto. Es superior a mis fuerzas el andar buscando libros que no aparecen en donde antes estaban.

El finado intenta hacer las paces. Se me aparecía cuando salía por las noches del trabajo. Me hablaba, pero no le hacía caso. Cogía el coche y me seguía dando la tabarra en el asiento del copiloto, pero ponía Rock FM a todo volumen y ni le miraba.

Por fin me ha dejado en paz; pero ahora utiliza al común amigo, al fotógrafo Salvador Guinea, para comunicarse conmigo.

–Oye, Me ha dicho Sanjosé que te enseñe una fotografía de este libro. Porque cuando el otro día escribiste sobre vuestro amigo Narbón te olvidaste de uno de sus maestros, de Eulogio Blasco, y me dijo que es un personaje que te iba a gustar. – Me enseñó la biografía de Narbón escrita por Manuel Vaz-Romero, y en la página 93 la fotografía en blanco y negro de un retrato que Narbón hizo a Eulogio Blasco. Me extrañó porque son pocos los retratos que conozco hechos por Narbón, uno de ellos a su madre en 1958. El retrato a su maestro estaba fechado en 1949; es decir, que Narbón lo hizo con 22 años. –Sanjosé me dijo que buscaras el cuadro, que te asombrará verlo en color. Que vayas al Museo Pedrilla, y hables con María Jesús Herreros de Tejada, con Pachiqui, que ella te dirá cosas interesantes de Eulogio Blasco y quizás dónde está ese retrato. Oye, también me ha dicho que a ver cuándo quedamos.

En 1953 con su montehermoseña. :: S. E.
En 1953 con su montehermoseña. :: S. E.

–Ya, ya. Ahora es Navidad y tengo muchos compromisos. –Mentí, mientras miraba con curiosidad el retrato de Eulogio Blasco, un hombre con pajarita, con unos ojos vivos y una leve sonrisa.

Después de un juicio de una violación que terminó antes de lo previsto, me pasé por el hermoso Museo Pedrilla. Allí estaba Pachiqui, una de las personas que más saben de arte en Cáceres. Me enseñó una sala dedicada a Eulogio Blasco que hay en la primera planta. Me dijo que este artista, que nació en la cacereña calle Pintores el 9 de junio de 1890, fue uno de los más completos que hubo en Cáceres, ya que además de pintar era un buen escultor y un magnífico repujador, tanto en metal como en cuero, vendiendo algunas de sus obras sus hermanas en el negocio familiar, en la tienda El Precio Fijo, que durante décadas estuvo en la calle Pintores, calle en la que el artista también tenía un estudio en un ático.

Eulogio Blasco tuvo un sarampión con 3 años que le dejó sordo. Sus padres se preocuparon por su educación y a los 6 años ingresó en el Colegio Nacional de Sordomudos de Madrid. Pronto mostró sus dotes artísticas, pasando a ser alumno de la madrileña Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando. Con 24 años empezó a triunfar en Madrid, en donde estuvo viviendo. También residió en Barcelona. En 1929, con 39 años, tuvo tal éxito en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que ello le propició que viajara por Venecia, Niza, Génova, Roma, Zagreb... Nunca dejó de pasar largas temporadas en Cáceres, pero no fue hasta en 1935, con 45 años, cuando se establece definitivamente en su ciudad, dando clases en la Escuela de Artes y Oficios. Se murió el 28 de enero de 1960 sin descendencia. No se había casado.

En el Museo Pedrilla hay obras suyas interesantes, como una talla policromada de un busto femenino, cuadros de cacereñas, bocetos de la romería de La Virgen de La Montaña y grandes obras de repujado. Entre ellas una silla que estaba en el Gobierno Civil de Cáceres, que igual algún día tiene que abandonar el museo porque tiene un escudo franquista. Hay una foto que él envía a la directora de cine Ana Mariscal y a su marido Valentín Javier, donde aparece con la escultura de una montehermoseña con la que ganó un premio en 1953.

Eulogio Blasco pintando con 18 años. :: ARCHIVO TEÓFILO AMORES
Eulogio Blasco pintando con 18 años. :: ARCHIVO TEÓFILO AMORES

¿Y sobre el cuadro de Narbón? «Está en la Escuela de Bellas Artes, que precisamente lleva su nombre», dijo Pachiqui. Para allí fui. Contando con la inestimable ayuda del cronista de Cáceres Santos Benítez Floriano y de Antonio Fernández, primero encontramos un brillante dibujo del artista de un muchacho tocando una flauta; y por fin, una vez que se abrió con llave la hermosa biblioteca de madera, al fondo apareció el cuadro de Narbón. Tenía bastante razón Sanjosé: el cuadro merece la pena verlo. Narbón, que hasta había aprendido la lengua de signos para entenderse con su maestro, le retrató cuando tenía 59 años, fijando la atención en su cara, en sus inteligentes ojos y en su sonrisa que casi se parece a la de La Gioconda.

Después del hallazgo estuve buscando más información sobre Eulogio Blasco, al que llamaban El Mudo. Encontré, en periódicos de Madrid, noticias ensalzando su trabajo. Fue muy premiado. En 1935, por ejemplo, ganó el Concurso Nacional de Artes Decorativas, con una arca de nogal tallada con temas de la pasión de Cristo. Ganó 1.000 pesetas de las de entonces. Me llamó la atención una antevista que en 1927 le hizo Luis Contreras, en la que Blasco, que entonces tenía 37 años, confiesa tener una novia sordomuda alemana, y que estaba aprendiendo el alemán por señas. Cuando el periodista le dijo que el alemán era muy difícil le indicó: «Por una mujer, por el amor , todo. Porque considerando el amor como lo mejor del mundo, es pequeño sacrificio para mí aprender alemán».

Talla policromada:. S.GUINEA
Talla policromada:. S.GUINEA

Viéndome enfrascado en buscar cosas del glorioso mudo, Guinea me vino anoche con otro libro: 'Cáceres. La historia viva'.

-Oye. Me ha dicho Sanjosé que te enseñe esta foto. -Me señaló una, en la página 57, que me dejó con la boca abierta. Era de una nevada en Cáceres en 1926. En la imagen tomada frente al Hospital Provincial, la gente se arremolinaba ante una escultura de nieve de una mujer… ¡Hecha por Eulogio Blasco!

–¡Madre mía! ¡Qué pasada! Pero si es una obra de arte. ¡Cómo sabe este joío difunto!

–El joío difunto también me ha dicho que si ya podemos quedar...

Tarde un poco en contestar.

–Bueno... Vale. Estamos en Navidad. –Y me puse a juntar letras en el ordenador viendo de reojo, en la ventana de al lado oscurecida por la noche, el reflejo de la cara de Sanjosé con una sonrisa como la del genial Eulogio Blasco.

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