¿Qué ha pasado este sábado, 6 de diciembre, en Extremadura?
Parte de la plantilla de la empresa Hutchinson, antigua Catelsa, se entregó a la lectura de la novela erótica de Lola Beccaria. :: JORGE REY

Una fábrica cacereña entregada al placer de la lectura

La plantilla de Hutchinson (antigua Catelsa) participa en una experiencia para propiciar el acercamiento a los libros

Cristina Núñez

Cáceres

Jueves, 15 de noviembre 2018, 07:40

La literatura de alto voltaje se mezcló ayer con el rugido de máquinas a pleno rendimiento. La cultura y la industria pueden darse la mano o incluso fundirse en un cálido abrazo. La escritora Lola Beccaria (Ferrol, 1963) hizo ciertas prevenciones ayer ante un grupo de trabajadores de la fábrica de caucho Hutchinson, la antigua Catelsa, nombre por el cual aún se conoce esta industria, que da empleo a cerca de 250 trabajadores. «Es difícil ponerse a hablar de sexo a estas horas», reconoció la autora de 'Una mujer desnuda', la novela erótica que ha llegado a las manos de 100 empleados de esta empresa, 30 de los cuales participaron ayer en un debate con la escritora. Todo el mundo sabe que del trabajo saca uno el sustento para vivir en forma de salario, pero lo que no es tan habitual es que el entorno laboral de una fábrica proporcione un contacto directo con la literatura y con la reflexión. La iniciativa 'Los libros a las fábricas' llegó ayer a Hutchinson y fomentó un intenso debate entre Lola Beccaria y un buen puñado de empleados de distintas secciones de esta planta, que cuenta con 44 años de antigüedad, toda una vida ligada a la ciudad.

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«Me han encantado los trabajadores, han hecho un debate súper interesante»

Lola Beccaria | Escritora

La Fundación Anastasio de Gracia-FITEL junto al sindicato UGT y la colaboración del Ministerio de Cultura son los artífices de esta propuesta curiosa que, tal y como explican sus organizadores, pretende contribuir a desintegrar la funesta estadística nacional que habla de que un 40% de la población nunca ha leído un libro. La fórmula de esta propuesta es sencilla: se entregan libros a los trabajadores, estos los leen y después se ponen cara a cara con su autor para exprimir la obra y sacarle más punta gracias a la lectura colectiva, que hace aflorar más matices.

La literatura erótica es el hilo conductor de este ciclo, que llegará a 15 fábricas de distintos sectores de toda España con diferentes autores, entre los que se encuentran Andres Neuman, Manuel Vilas y Ana Rosetti, entre otros.

Del tabú a la libertad

El sexo, ese gran tabú, saltó a la mesa de debate de uno de los despachos de la Hutchinson, ante la que se arremolinó parte de la plantilla con sus libros y con sus ideas. «El sexo es mucho más que una gimnasia sana, no hay que frivolizarlo, el cuerpo forma parte del alma y no hay que echar basura a nuestra alma», disparó Beccaria para iniciar un diálogo que tocó diversos aspectos de la sexualidad pero que se detuvo sobre todo en el debate sobre el feminismo y esta nueva y potente oleada reivindicativa e imparable. Al respecto Beccaria expresó que «hombres y mujeres necesitamos un diálogo, está bien perseguir determinadas actitudes, pero no perseguir al hombre». Hubo muchas intervenciones de los trabajadores al hilo de este asunto: los límites de la caballerosidad, el papel de cuidadora de la mujer, los roles laborales y profesionales que parecen marcados por el nacimiento y que van derribándose, el papel de la educación. También salió el asunto del lenguaje inclusivo y de la duplicidad de términos, el femenino y el masculino, cada vez más habitual. «No quiero el lenguaje duplicado porque muchas personas han luchado por ser y formar parte de un núcleo común, es un nuevo ghetto y nos están vendiendo una moto, y creo que mi postura es tan feminista como cualquier otra», apuntó Beccaria, que en este punto se encontró con personas que la apoyaron y otras que se manifestaron en desacuerdo, como Rosa Gorgues, presidenta de la fundación.

«Al principio quería dejar de leer por el tema, pero luego te enganchas, tienes que acabarlo»

Sonia Blázquez | Trabajadora

Uno de los asuntos que generó más incomodidad fue el tema de la sexualidad infantil que aparece como leit motiv en esta novela. «Al principio al leer yo quería dejarlo por el tema, pero luego te engancha, me quedaban 20 páginas y ayer dije, tengo que acabarlo», explicaba Sonia Blázquez, una de las trabajadoras-lectoras, que junto a su compañera Paqui Martín aseguraban ser grandes lectoras.

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Interés

José María Uría, coordinador de la actividad, tildaba de éxito esta iniciativa, que busca que el hábito lector se extienda a otros ámbitos de los trabajadores. «Nos vamos muy satisfechos, Yolanda Ventura, la secretaria de la sección sindical nos ha comentado que al principio le ofreció el libro a un compañero, que lo rechazó porque dijo que la lectura no iba con él, pero que luego al enterarse de la temática y de que el resto de sus compañeros lo estaban leyendo, se apuntó». Además, destacó Uriel, los trabajadores mostraron un talante muy abierto, dejando de lado remilgos a la hora de abordar temas como el sexo.

«Me ha gustado mucho ver cómo la gente estaba animada, nos encantaría repetir»

Jean Luc Wisniewski | Director

El director de la fábrica, Jean Luc Wisniewski, ensalzó la alegría de ver fluir las ideas. «Ha sido muy interesante y por nuestra parte estamos dispuestos a repetir la iniciativa, me gustó mucho ver cómo la gente estaba animada».

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La autora también se fue con una sonrisa de oreja a oreja de Cáceres, con las expectativas más que cubiertas. «Es una novela que escribí en 2004 y está de plena actualidad, me han encantado los trabajadores de esta fábrica, han hecho un debate súper interesante, se han implicado muchísimo ha sido una experiencia única y preciosa».

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