San Blas se entrega al frenesí de la tradición
El sol y el buen tiempo acompañaron a las miles de personas que acudieron a una de las romerías con más solera de la ciudad
Roscas y cordones por miles, enaguas y pololos bordados, faldas al viento y pañuelos llenos de flores. El reencuentro con los amigos, el cañeo, los ... dulces típicos y también la devoción al santo protector de los males de la garganta llenó este sábado la barriada de San Blas. Hizo sol, la pandemia parece ser solo un mal recuerdo y la gente quería solo una cosa: divertirse.
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«Nunca había hecho tan buen tiempo en San Blas, da gusto». Habla Rocío, una de las decenas de personas que hacían cola ante la ermita del patrón de la popular barriada cacereña para recoger roscas de anís del santo. 8. 000 encargó la parroquia (pidió algunos más tras la buena acogida del viernes en la procesión) y hacia la una del mediodía el ritmo de salida de estos panes era frenético. El sol y las buenas temperaturas (con unos 17 grados en la capital cacereña) se aliaron con las ganas de vivir una fiesta plenamente normal después de la pandemia, por lo que la afluencia de público fue muy alta. «Está la cosa muy bien, muy buena venta», valoraba María Flores, una de las personas encargadas de vender las roscas en la puerta de la parroquia.
Las coloridas montañas de cordones del santo (8.000), con atribuidos poderes para curar los males de la garganta, también estaban bajando a la velocidad del rayo. «Este año está siendo una locura, se están vendiendo muchísimos cordones, nos estamos quedando sin ellos», explicaba Natividad Quintana, otra de las mujeres implicadas en dar brío a esta fiesta, de la que hay constancia documental desde el siglo XVI.
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La inflación ha vuelto a hacer mella en el precio de las roscas, que el año pasado ya experimentaron una subida de 20 céntimos y este año otros 20 de golpe: 1,40 costaba una rosca de anís elaborada por la panificadora Unión Panadera Cacereña, con sede en el polígono de las Capellanías. «Toda la materia prima está más cara», razonaba Antonio Pariente. Hacia las seis de la tarde todavía quedaban algunas piezas. «Nos van a quedar algunas quizás, pero no demasiadas», indicaba. Y la valoración no podía ser mejor. «Ha sido un día fenomenal, ha venido mucha gente por el tiempo bueno».
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El ambiente en este barrio era este sábado el de los días grandes. Además de la fila para las roscas otra considerable se formaba para catar el guiso de prueba de cerdo con el que la Asociación de Vecinos de San Blas ajasaja a propios y extraños. Más allá de esta tapita gratis apenas había hueco para sentarse al sol en una de las terrazas de la avenida de San Blas, muy cotizadas esta jornada y en donde se podía dar cuenta de una variada oferta de tapas tradicionales. Bares míticos como el Salas o el Micro andaban de bote en bote.
Uno de los objetivos es seguir fomentando el lado tradicional de este festejo, por lo que se lleva a cabo un concurso de trajes típicos en el que las mujeres fundamentalmente muestran sus atavíos, elaborados a mano en muchos casos y que pasan de madres a hijas en otros muchos. Había también muchos niños y bebés que lucían las distintas prendas de la indumentaria regional.
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Predicaban con el ejemplo luciendo el traje regional la concejala de Festejos Fernanda Valdés, la edil de Juventud Paula Rodríguez y la diputada socialista Belén Fernández. El alcalde Luis Salaya también estuvo, igual que la teniente de alcalde María José Pulido y otros miembros del gobierno municipal. El candidato a la alcaldía de Cáceres por el PP, Rafa Mateos, también asistió a la explanada de la ermita junto a otros miembros del partido. El concejal no adscrito Francisco Alcántara también se apuntó.
Una parte importante de este festejo son las atracciones y castillos hinchables para niños, que llenan la avenida de San Blas hasta la rotonda. En esta parte se instalan puestos de alimentación y de artesanía. Eva Pérez puso por primera vez su tenderete de objetos en tela fabricados a mano. Llaveros, carteras, baberos y otros artículos se exponían ante los ojos de muchos de los visitantes de San Blas. Esta cita era su banco de pruebas de cara a continuar participando en otro tipo de actividades como estas. En este festejo también hay hueco para que diferentes asociaciones de la ciudad puedan mostrar su trabajo y sus iniciativas sociales.
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No faltó la jota cacereña y se llevó a cabo un taller en donde aprender a bailar el redoble. La formación 'El Redoble' ofreció estas masterclass y posteriormente actuó. También lo hizo el grupo Cerandeo. Y así, entre roscas, bailes, alguna copita, cordones y sonrisas transcurrió esta romería. Lleva cinco siglos, y lo que le queda.
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