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Dirigentes críticos con el actual presidente de la Agrupación, durante el acto que convocaron el miércoles. :: lorenzo cordero
Guerra abierta entre los vecinos

Guerra abierta entre los vecinos

El sector crítico se desmarca de la gestión del presidente mientras sus defensores creen que se le pasa factura por sus reivindicaciones ante el Ayuntamiento

Manuel M. Núñez

Domingo, 10 de mayo 2015, 08:48

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El movimiento vecinal cacereño se parte en dos. La Agrupación de Asociaciones, el colectivo que integra a la treintena de colectivos que representan a los barrios, afronta una grave crisis interna a consecuencia del enfrentamiento entre sus propios miembros. La figura del presidente, David Barcenilla, aparece en medio de un debate que ya se dirime de puertas afuera. Así lo demostraron los integrantes del 'sector crítico' con la escenificación que protagonizaron el pasado miércoles en un hotel.

Seis representantes de otras tantas asociaciones comparecieron en público para denunciar el modelo de gestión de Barcenilla. Le acusan de provocar la fractura, eliminar a quienes discrepan de sus planteamientos y utilizar el cargo «para resolver problemas de su anterior gestión», cuando era presidente de La Cañada. Los críticos aseguran representar «al 70 por ciento de los vecinos», con un apoyo de 15 asociaciones. Barcenilla, sin embargo, no está solo. Sus defensores creen que se le pasa factura, en plena campaña electoral, por sus reivindicaciones ante el Ayuntamiento.

Para entender las acusaciones que ciertos presidentes lanzan ahora contra el actual portavoz y cara visible de la Agrupación hay que echar la vista atrás. Las últimas elecciones celebradas se saldaron en enero de 2014 con impugnaciones fallidas (La Cañada) y asociaciones que se quedaron sin poder votar por distintos motivos: Nuevo Cáceres, Fratres, Llopis, Charca Musia... Todas ellas aparecen en el listado de 15 que hicieron público el miércoles los críticos. Barcenilla ganó las elecciones y fue reelegido con el voto de 14 colectivos. Otras 11 asociaciones apoyaron a Francisco Javier Bermejo. El actual presidente de Sierridos fue el encargado de leer el miércoles un comunicado en el que, directamente, se acusa a David Barcenilla de utilizar «su gestión de forma partidaria para crear conflictos», además de «como medio personal de forma individual para solucionar sus propias irregularidades administrativas».

Entre otras cuestiones, se le pide que cuando hable lo haga a título personal. Por ejemplo, si Barcenilla denuncia los recortes del autobús o se posiciona contra el parking de Primo de Rivera, esa no tiene que ser necesariamente la postura del movimiento vecinal. Al menos, puntualizan, no de todo el movimiento. Los defensores de Barcenilla opinan que le quieren hacer pagar por sus constante actitud de protesta y reivindicación ante el Consistorio.

«Le apoyo porque ha demostrado ser un presidente muy válido. Parece que a un cierto sector próximo a la derecha le molesta que los vecinos defiendan sus derechos», analiza Juan Burgos, presidente de San Francisco. Alude sin dar nombres a la presencia de dirigentes como Miguel Salazar (la Madrila), Óscar García (La Cañada) o Francisco Javier Bermejo (Sierridos) considerados próximos al PP, condescendientes con la gestión municipal.

David Barcenilla acudió el jueves al registro para presentar 2.300 firmas contra la modificación de líneas del autobús. Con él estaban Mercedes Pascual (Cáceres el Viejo) y Alberto Iglesias (el Junquillo), dos asociaciones que le respaldan. Curiosamente, a la reunión del miércoles acudió, aunque no estaba en la mesa principal, Manuel Iglesias, que mantiene un contencioso abierto con Pascual sobre la presidencia de una de las dos asociaciones del barrio. La otra Urbanización Residencial Cáceres el Viejo también respalda a Barcenilla.

«Se ve la mano de la política. Es muy sospechoso. No pueden hablar de manipulación porque las decisiones están consensuadas y se votan en asamblea», señala su presidente Raúl Pérez. Critica además que haya presidentes que se quejen por no ser convocados a las asambleas cuando «ni siquiera pagan los 40 euros de cuota anual, y si no pagan -recuerda- no pueden participar».

En la convocatoria pública del miércoles 6 hubo dirigentes que acusaron a Barcenilla de cambiar a su antojo los estatutos con el único fin de silenciar la voz de quienes discrepan. Miguel Salazar llegó a confirmar que no piensa pagar la cuota ya que no tiene claro el destino que se le da a ese dinero. Óscar García ha llevado ante la Fiscalía varias facturas de compras particulares en la etapa en la que David Barcenilla presidía La Cañada. «Hemos tenido que devolver dinero al Ayuntamiento en cuatro ocasiones por pagos sin justificar», revela.

El diálogo entre las partes está roto. «¿Cómo va a hablar Barcenilla en nombre nuestro si no cuenta con nosotros?», se pregunta un histórico del movimiento vecinal, Raimundo Medina (Hispanoamérica). «Voy a seguir pagando la cuota para decirle las cosas que pienso a la cara al presidente», sugiere otro veterano, Antonio Rodríguez (Angelita Capdevielle).

«Las asociaciones que estamos aquí no nos sentimos representadas por este señor», vino a decir en alusión a Barcenilla el que fuera su rival en las elecciones, Francisco Javier Bermejo. Algunos colaboradores del presidente creen que esas palabras confirman que los perdededores del proceso electoral no han acabado de digerir la derrota, de ahí que prefieran discrepar en público para dañar la imagen de Barcenilla. Juan Antonio Hernández (San Blas) no oculta que la imagen que se está dando «es una vergüenza» y opina que, pese a mantener discrepancias con la directiva, la solución a los problemas no llega por la vía de una rueda de prensa.

«Esto se tiene que arreglar desde dentro de la Agrupación. Es una pena el espectáculo que estamos ofreciendo», asume. La postura del presidente de San Blas sintetiza la particular esquizofrenia en la que parece moverse el colectivo en este momento. Hernández califica a Barcenilla como «un extraordinario presidente» pero que se comporta «de forma dictatorial». La división en dos bandos deja seriamente tocado al movimiento vecinal.

Fue reelegido en enero de 2014 con 14 votos, frente a los 11 de su rival, que ahora aparece en el sector crítico. Defiende una Agrupación reivindicativa frente a la administración. Asegura que las decisiones no las toma él sino que se aprueban de forma colectiva en las asambleas. Sus defensores le apoyan de forma incondicional.

Algunos le presentaban en 2014 como el 'candidato' del Ayuntamiento, algo que él negó, pese a que se le considera próximo al PP. Quería cambiar la imagen de la Agrupación y advirtió el año pasado del riesgo de ruptura en el colectivo. Barcenilla, tras ser reelegido, le ofreció integrarse en la junta directiva, pero no aceptó.

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