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El zarpazo de la riada de Badajoz que falta por curar

21 años después, quedan pendientes de urbanizar 140.000 metros cuadrados de zona inundable

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Lunes, 19 de noviembre 2018, 08:01

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«Ya es hora». Es la frase que más se repite en San Roque, Pardaleras, el Cerro de Reyes y Antonio Domínguez cuando oyen hablar del arreglo de los terrenos de la riada. Han pasado 21 años, pero en Badajoz quedan muchas huellas de la noche que se llevó 22 vidas y se quedó grabada para siempre en el resto de los pacenses. La tragedia no se olvidará, pero los vecinos quieren dejar de revivirla en forma de casas ruinosas y solares abandonados.

El zarpazo de la riada dejó más de dos kilómetros a lo largo de los arroyos Rivillas y Calamón donde nunca se podrá edificar. Durante 21 años han ido desapareciendo casas que antes formaban parte de los barrios, algunas calles casi se han quedado sin números, pero queda mucho por hacer. Son 140.000 metros cuadrados que están esperando.

La semana pasada el Ayuntamiento de Badajoz decidió reabrir el debate sobre el futuro de estos terrenos. El alcalde, Francisco Fragoso, denunció que la zona depende, según el Plan General, tanto de la Junta como del Consistorio y exigió que la administración regional dé un paso al frente. Desde el 97 las arcas municipales han destinado 8,5 millones a comprar y demoler propiedades afectadas por la riada, pero aún queda mucho dinero para borrar las huellas del todo.

Hay un centenar de propiedades sin demoler y, donde han desaparecido las casas, se mantienen los solares abandonados

Calculan que hacen falta unos 4,5 millones para llevar a cabo las expropiaciones que quedan por completar. No será fácil, advierten desde el Ayuntamiento, porque se trata de los propietarios más reticentes a vender y es muy probable que estos casos acaben en los juzgados. La valoración económica de las propiedades es del año 2002 y en la actualidad quieren sacar más por sus terrenos. A este dinero habrá que sumar lo que cuesten los derribos y otros 13,5 millones para urbanizar y ajardinar la zona según el cálculo de la Concejalía de Urbanismo.

Fragoso pide que Ayuntamiento y Junta firmen un convenio para costear juntos la inversión y acusa al gobierno regional de lavarse las manos estos años. La respuesta de la Junta, por el momento, solo ha sido que estudiará la propuesta municipal, pero que considera que las competencias de urbanismo son municipales.

Todo hace pronosticar, por tanto, que habrá conflicto entre administraciones sobre quién debe abordar este problema que lleva dos décadas sobre la mesa.

Tras la tragedia, las administraciones se dividieron el trabajo según sus funciones. La Confederación Hidrográfica del Guadiana se ocupó de arreglar los arroyos. El Estado invirtió 60 millones de euros para ampliar el cauce, mejorar la seguridad de los puentes y ajardinar la zona.

Hay muchas calles partidas por la mitad donde la carretera termina en un solar de tierra

Por su parte, la Junta destinó unos 50 millones de euros a construir 1.200 pisos en tres zonas distintas y reubicar a los vecinos que tuvieron que abandonar sus casas. Mientras, el Ayuntamiento comenzó con la compra y demolición de propiedades de la zona inundable. En un momento dado, los responsables municipales propusieron reducir el tamaño del área marcada como no edificable, ya que, tras la obra en el Rivillas y el Calamón, es poco probable que el agua suba tanto. El objetivo era vender parte de las parcelas a promotores privados y usar el dinero para urbanizar el resto. La Junta rechazó la propuesta y, según los responsables municipales, se comprometió a hacer las obras que quedaban entre ambas administraciones.

Recorrido por los solares

Desde entonces la compra y demolición de casas ha ido lenta, pero constante. De unas 500 construcciones (casas, garajes y locales comerciales), se mantienen un centenar en pie. Eso sí, allí donde desaparecen, quedan solares abandonados

HOY ha recorrido la zona comenzando por San Roque. En este barrio hay casi tres hectáreas de solares afectados por la riada, están en la margen derecha del Rivillas entre el puente frente a la Plaza de Toros y la Ronda Norte. Se trata de parcelas de tierra en las que restan algunas casas por derribar y otras que no están afectadas, pero que se han quedado en medio de un panorama desolador con caminos de tierra en lugar de calles, solares, maleza, ruinas, etc.

Los vecinos están deseando ver llegar las máquinas que urbanicen la zona. «Y volver a sentir que vives en un barrio en lugar de un descampado», se lamenta Manuel Lázaro, vecino de Ronda Norte que espera que funcione el impulso que quiere darle el Ayuntamiento al proyecto. «Ya es hora», añade Ramón Olivenza, presidente de la Asociación de Vecinos de San Roque, que añade que todo lo que sea adecentar la zona del Revellín es un proyecto muy esperado en el barrio.

Pardaleras también ha exigido año tras año borrar las huellas que dejó la crecida de los arroyos. En este caso cuentan con unos terrenos afectados de 2,3 hectáreas entre la plaza de toros y la autopista, en la margen izquierda del Rivillas.

Los mayores problemas se dan en verano con la presencia de ratas, culebras y bichos

«Yo creo que no lo van a hacer nunca. Es más posible que se caigan las casas ellas solas a que veamos esto convertido en un parque». La declaración es de Mariano Pazo, vecino de los pisos de realojo de la riada en la autopista. Sus padres perdieron su casa en el 97 cuando él era joven y ahora tiene un piso desde el que se ven varias ruinas abandonadas desde hace años y donde se cuelan los drogadictos habitualmente. «No soy optimista».

El Cerro no olvida

Cruzando la autopista se ven los rastros que quedan en Antonio Domínguez (dos hectáreas). En esta zona la peor imagen queda en los alrededores del vial de las grullas y el colegio Pastor Sito, donde se mantienen muchos solares abandonados y algunas casas ruinosas.

El barrio más afectado es, como fue en su día, el Cerro de Reyes. Entre los arroyos Rivillas y Calamón hay siete hectáreas de terrenos que se consideran inundables. «Aquí no se olvida, tampoco nos dejan», dice Mari Carmen Pesa, una anciana que vive en la calle Avutarda. Reside en la que fue la casa de su tía durante la tragedia y dice que la zona es irreconocible 21 años después. «Era muy agradable, con muchos vecinos, ahora solo quedan unas pocas casas y todo está muy feo. En verano hay ratas, bichos, culebras, incendios...».

A las calles Violeta, Avutarda, Sisones o Azor parece que el arroyo les ha pegado un mordisco. Más de la mitad de los números, los más cercanos al cauce, han sido demolidos. El problema es que ahora las calles quedan interrumpidas en un enorme solar de tierra. No hay carreteras y los coches pasan por donde pueden. Este fenómeno se repite en todo el barrio, calles partidas por la mitad. Isidra Méndez, presidenta de la Asociación de Vecinos del Cerro de Reyes, repite una de sus expresiones más conocidas: «Esto sigue pareciendo Sarajevo».

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