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Cosas de verano

Cosas de verano

Plaza alta ·

diego algaba mansilla

Viernes, 19 de julio 2019, 09:57

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Aquel día que fui a la playa de Setúbal era un sábado no muy caluroso de principio de julio. Me encontré con un bonito paisaje de montaña y un mar sin olas con el único inconveniente de que en la playa solo había un bar, y como en muchos bares portugueses se tenía que hacer cola en la caja para pagar y volver a hacer cola en la barra. En esta ocasión la sorpresa no estaba en la carta, ni en el bacalao, ni el arroz de mariscos, ni en los vinos portugueses, ni siquiera en el precio. Esta vez la sorpresa estaba en la arena.

Cuando volví a mi sombrilla, después de una Sagres, encontré a mi lado a tres chicas jóvenes. Lo cierto es que había reparado en ellas antes. Siempre he admirado la belleza femenina. Eran tres jóvenes a las que ni siquiera los escuetos biquinis eran capaces de desmejorar sus esbeltas figuras. La sorpresa fue que una de ellas, la del medio, tenía algo entre las manos que sujetaba con destreza para que no se volara en un día ventoso y que no distinguí hasta que me fui acercando. Era un periódico, ¿será algún periódico portugués?, pensé. Pero no. Era esté periódico.

En una playa portuguesa coincidí con una joven que estaba leyendo el HOY. Me dio tanta alegría que venciendo mi timidez fui a hablar con ella. Los dos en bañador éramos tan diferentes y a la vez tan iguales al compartir la complicidad del periódico. Me dijo su nombre aunque ahora no me acuerdo para ponerlo aquí.

Me gusta ver cómo gente joven sigue leyendo el periódico en papel igual que lo hago yo, igual que lo hacía mi padre. Aunque el periódico que sirve para informar por la mañana sirva para envolver cosas innecesarias por la tarde como decían ilustres columnistas: Ruano, Umbral, o Manuel Alcántara, no sé de quién es la frase.

Ella era periodista contratada en Mérida hasta septiembre. Me dijo que vivía en Alemania con un novio alemán que también era periodista y que también leía en papel. Le dije que iba a escribir una columna sobre aquella situación y le pedí permiso para hacerle una foto y sacarla en este artículo y en mi blog de Migas Canas. Como lo prometido es deuda aquí está la columna que podrá leer si no se ha vuelto a Alemania buscando otras oportunidades laborales antes las escasas que ofrece está tierra.

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