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e. f. v.
Lunes, 20 de noviembre 2017
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Un disparo de escopeta en la cabeza terminó el domingo por la noche con la vida de un varón que, según afirman los vecinos, llevaba su cara cubierta con una capucha que impedía verle el rostro. El suceso ocurrió a las 21.30 horas, junto a las antiguas canteras de Las 800, una zona en la que costará olvidar los impactos que rompieron el silencio de la noche. «Yo pensé que eran cohetes y decidí quedarme en casa, pero luego vi lo que había sucedido», explicó una mujer que vive justo enfrente del escenario del crimen.
El lugar se encuentra a las traseras del colegio público Nuestra Señora de Fátima, cuya fachada mira a la avenida del Sol, el vial principal de la barriada de la UVA. Pero no fue ahí, sino a las traseras de este centro educativo, donde se produjo un tiroteo que todavía ayer tenía en vilo a los vecinos.
El punto exacto se encuentra en el inicio de la calle Olmo, frente al Fuerte de San Cristóbal. A la derecha están las antiguas canteras y a la izquierda, una escalera de cemento que permite subir a la calle Plaza de las Escuelas, el vial peatonal que conduce al colegio. Los vecinos aseguran que fue en esa calle donde el domingo por la noche se escucharon los primeros disparos, que podrían haber causado los agujeros que presenta la persiana de una casa baja.
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Poco después de escucharse esas perdigonadas iniciales se escuchó otro tiro en el inicio de la calle Olmo, frente a la escalera que permite subir a la Plaza de las Escuelas. Los vecinos dicen que el autor del disparo mortal se encontraba arriba, desde donde no es difícil acertar a un blanco con una escopeta de caza.
La Policía Nacional trabajó durante todo el día de ayer en la identificación del fallecido en Las 800, un primer paso que resultará clave a la hora de abordar la resolución de un suceso que se produjo solo un día después de que en la calle Gurugú se registrase otro tiroteo.
Ese primer incidente tuvo lugar el sábado por la tarde, hacia las 16.30 horas. Los vecinos escucharon varios disparos y cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos recogieron varios proyectiles, algunos de ellos sin detonar. También había una vaina que sí había sido disparada.
En el escenario de ese primer incidente no había heridos pero sí cuatro coches afectados por disparos de escopeta. Esos vehículos fueron llevados a la Jefatura de la Policía Nacional para su análisis.
De ese suceso no ha trascendido información oficial, pero los disparos hablan de un enfrentamiento directo. Esa circunstancia está siendo analizada para determinar si tiene alguna relación con la muerte del domingo.
En la resolución final del homicidio podrían resultar claves los datos obtenidos en la autopsia del fallecido, dado que los forenses podrán determinar si el disparo se realizó desde una zona alta –como apuntan algunos vecinos– o se hizo a pie de calle.
También puede ser determinante la toma de huellas dactilares, puesto que serán cotejadas con los archivos de huellas de las Fuerzas de Seguridad para determinar si el fallecido se ha visto involucrado en algún delito anterior. En ese caso, resultaría sencillo saber de quién se trata.
La Delegación del Gobierno en Extremadura sólo confirmó ayer que la muerte podría haberse debido a un «ajuste de cuentas». No aclaró sin embargo cuáles podrían ser las razones que originaron un enfrentamiento para el que los vecinos esperan una rápida respuesta.
Un testigo explicó que la víctima quedó tendida en el suelo. El cartuchazo le alcanzó en la zona izquierda de la cabeza y quedó tendido en el suelo, malherido en medio de un enorme charco de sangre del que aún quedan restos en la calzada. La Delegación del Gobierno en Extremadura ha confirmado que cuando los agentes llegaron al lugar del suceso todavía no había fallecido.
Los sanitarios trataron de reanimarlo durante unos cinco minutos, pero no lograron contener la hemorragia y sólo pudieron certificar su fallecimiento.
Agentes de la Policía Local y Nacional acordonaron la zona para evitar que los vecinos accedieran al escenario del crimen, ubicado junto al muro de piedra que separa la zona habitada de las antiguas canteras, a cinco o seis metros de las casitas bajas que componen esta barriada de viviendas sociales.
En esos primeros instantes una de las prioridades era saber la identidad del fallecido, pero los agentes de la Policía Nacional no lo tenían fácil puesto que no llevaba encima ningún documento que lo identificara.
Vecinos consultados por HOY han indicado que ellos tampoco pudieron saber quién era la víctima porque su cabeza estaba cubierta con una capucha que impedía verle la cara. Otros residentes apuntaban que, a pesar de no conocer su identidad, corría el rumor de que se trataba de un joven con una edad comprendida entre los 20 y los 25 años. En el lugar del suceso la policía recogió siete cartuchos de escopeta.
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En cuanto al autor de los disparos, nadie se atrevía a ofrecer datos y el silencio marcaba el comportamiento en un vecindario que acostumbra a presenciar persecuciones en la zona. «A veces vemos llegar a la Policía hasta aquí siguiendo a delincuentes, pero esta zona tiene varias salidas y normalmente la persecución termina sin éxito». Quienes daban fe de esas carreras se quejaban de la falta de vigilancia en esa parte de la barriada comprendida entre el colegio y las antiguas canteras. «Aquí se necesita a la policía con más frecuencia, no se puede vivir tranquilo».
La muerte ocurrida el domingo ha quedado en manos del Juzgado de Instrucción número 4 de Badajoz, que ayer por la mañana decretó el secreto de sumario.
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