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Antonio Palomeque, Pilar Rodríguez y Nadia Sanabria junto al camalote en el río Guadiana. :: pakopí
Las tres plagas del Guadiana

Las tres plagas del Guadiana

Tres biólogos explican los riesgos a los que se enfrenta el río ante la proliferación del helecho de agua, el nenúfar mexicano y el camalote

Rocío Romero

Badajoz

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Domingo, 9 de septiembre 2018, 09:15

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Dan la voz de alarma sobre el río Guadiana, pero creen que hay esperanza. Los biólogos advierten de que no está todo perdido y que se pueden erradicar las tres plagas que lo ponen en peligro. Al famoso camalote se le une el nenúfar mexicano y el helecho de agua (azolla). Las tres amenazan a los peces, a las otras especies botánicas y a la calidad del agua. En definitiva, el río puede morir. Pero aún se puede salvar.

HOY ha hablado con tres biólogos, que están muy preocupados por el estado del río y las consecuencias que pueden tener estas tres invasiones si no se actúa ya con decisión. Pilar Rodríguez es profesora en el instituto Tierra de Barros, de Aceuchal; Nadia Sanabria acabó el curso como docente en el instituto Bioclimático y lo empieza en el San Fernando, y Antonio Palomeque es el decano del Colegio Oficial de Biólogos de Extremadura. Los tres forman parte de una agrupación formada por más de un centenar de biólogos y geólogos que ponen en común sus preocupaciones a través de un chat. Y en ese grupo de whatsapp se habla con inquietud del camalote.

Cada uno defiende matices distintos o aporta una idea diferente sobre cuál puede ser el origen de todas estas plagas, así como de las consecuencias y las formas de erradicarlas. Pero tienen en común dos ideas: se puede acabar con ellas y los extremeños deben conocer y disfrutar más de su río.

Por muy exóticas que estas especies parecieran en su día, ahora son peligrosas

Cómo llegaron estas tres plantas exóticas al Guadiana es un enigma. Hay varias teorías. Pilar Rodríguez apunta a que el camalote y el nenúfar mexicano se importaron por su valor decorativo a países europeos, se extendieron en jardines y zonas acuáticas y, de ahí, su expansión. El helecho de agua, sin embargo, es un contaminante de las zonas de arroz y acabó en el río. Nadia Sanabria añade que el camalote pudo llegar a través de una empresa que trabajó en la provincia después de haber desarrollado su tarea en Brasil y que podría haber traído las semillas en las máquinas o hasta en las botas de los empleados. Antonio Palomeque cree que cualquiera (o varios) pudieron lanzar al río ejemplares después de haberlos disfrutado en sus casas. E, indican, nadie lo hizo con mala intención. De hecho, creen que falta concienciación medioambiental para asumir que este tipo de actos tienen consecuencias.

Por muy exóticas y atractivas que estas especies parecieran un día, ahora son peligrosas. Las tres especies tienen las mismas características: forman un tapiz en la superficie. Eso tiene algunos efectos positivos, como que sirve de soporte de aves acuáticas y es refugio de peces porque pueden desovar ahí, pero tiene más efectos negativos. El primero salta a la vista. Las mismas plantas que un día dieron un toque exótico a algún jardín hoy invaden el cauce. Pero hay consecuencias más importantes que el paisaje.

Nadia Sanabria explica que estas plantas se reproducen muy rápido y elevan la tasa de evaporación tres o cuatro veces. Eso hace que las plantas se queden sin oxígeno, no pueden hacer la fotosíntesis y comienza la putrefacción del agua. Con ella, se inicia la eutrofización y todo esto afecta a la atmósfera.

Pilar Rodríguez tira de experiencia en las aulas del instituto de Aceuchal para explicar qué es la eutrofización y qué conlleva. Estas tres especies generan mucha materia orgánica que, a su vez, crean mucho nitrógeno y fósforo. Estos hacen que las algas crezcan desmesuradamente y esas algas, al morir, generan fango y consumen mucho oxígeno y la falta de oxígeno mata a los peces. Eso genera mal olor, el agua se vuelve turbia y hace que no sea potable.

Ese es uno de los riesgos. Pero no el único. Conlleva la desaparición de sistemas vegetales autóctonos. Es decir, de las plantas que siempre han vivido en el Guadiana. Incluso, las plantas invasoras hibridan con las naturales de Badajoz. Eso ha hecho, subraya, que apenas se vea ya el nenúfar lutea (pequeño y amarillo).

A la larga, afectará a la pesca deportiva porque los peces morirán. Pero no solo eso. El mal olor y el mal aspecto del agua provocará que el río y su entorno dejen de ser un lugar agradable. Y eso tendrá consecuencias en el ocio, ahora que el parque del río es el mejor sitio de esparcimiento de la ciudad, y el turismo.

¿Se puede erradicar?

Los tres biólogos reclaman más investigación y más medios porque creen que sí se puede luchar contra las tres plantas. «Hay que ser positivos y buscar soluciones», dice Pilar Rodríguez. Ella descarta los métodos químicos y cree que la solución está en poner más máquinas cosechadoras que puedan arrancar hasta un metro de profundidad y más personal extrayendo las plantas. Pero no en los cauces urbanos del Guadiana, sino desde donde comienzan a aparecer, que a su juicio es en el entorno del Zújar. Añaden que hay que intensificar los trabajos durante el invierno para intentar erradicar las plantas antes de que llegue el calor, que es cuando se reproducen. Los tres apuestan por más educación ambiental en los colegios.

Antonio Palomeque cree que las administraciones deberían consultar qué río quieren los ciudadanos, al igual que la UE ha preguntado a los europeos sobre la hora. El decano del colegio de Biólogos de Extremadura propone que las administraciones convoquen un concurso de ideas para recuperar el río y aumentar la participación de biólogos en los trabajos que desarrolla la Confederación Hidrográfica del Guadiana.

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