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A. GILGADO
BADAJOZ.
Lunes, 31 de diciembre 2018
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Tres renos tirando del trineo de Papa Noel, una docena de árboles de Navidad, una camada de conejos persiguiendo una zanahoria, algunos muñecos de nieve, tres gnomos del bosque y un plátano. En la Sal Silvestre de ayer había más de 1.400 atletas, pero muy pocos disfraces.
La carrera que nació en la Plaza Alta hace siete años para despedir el año haciendo deporte de una manera festiva y relajada ha mutado a una prueba deportiva más del calendario. Aquí ya nadie regala nada. Codos abiertos en la salida y mano al pulsómetro.
Más de 750 atletas salieron a las once de la puerta del bar 'La terrassa' del parque del río. Sol, ocho grados y viento frío de cara en la recta final. Goteo de atletas jadeando. En chicos ganó Carlos Rodríguez Caldera. Empleó 34 minutos 13 segundos en diez kilómetros. No es su mejor marca pero entró destacado. A sus 41 años, este montador de cocinas entrena seis tardes a la semana y esta temporada correrá con un club portugués el circuito de montaña del país vecino.
En chicas también llegó sin rivales Estefanía Domínguez. Invirtió 38 minutos. La extriatleta profesional ha ganado varias veces esta prueba, pero la de ayer era especial porque fue la primera tras su maternidad. Licenciada en INEF y diplomada en Magisterio ahora trabaja como entrenadora personal.
Clama contra los tutoriales de internet y preparadores de cursillos online que se aprovechan de la eclosión del atletismo popular. «Antes de ponerte a correr tienes que preparar la musculatura y muchos acaban lesionándose».
Anima a que más madre se animen al deporte. Por experiencia sabe que no es fácil. «A veces voy corriendo a la guardería y me lo tomo como un entrenamiento más».
A las doce y media salió la segunda carrera. Casi novecientos dorsales para cubrir los cinco kilómetros llanos sobre el parque. Propicia para esprínteres. En chicas la más rápida fue la mítica Tina María Ramos. En chicos llegó sobrado Alberto Majuelo. Con 16 años guarda dinamita de sobra en sus piernas para correr a 3,20 el kilómetro. Nunca había corrido una San Silvestre. Debuta a lo grande. Está dando sus primeros pasos de la mano de su entrenador Antonio Pardo, reconcido exatleta extremeño y ahora con más de 30 años entregado a la formación de los chavales. El veneno le entró en la Sanromilla de 2016. No había corrido en su vida. Se puso en la línea de salida y llegó tercero. Le dijeron que se lo tomara en serio.
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