Los secretos desenterrados en el corredor verde de Badajoz
Impactos de balas de cañón, grafitis hechos por soldados hace siglos, galerías de fusileros secretas y otros elementos que ahora lucen
Un dibujo rallado sobre la piedra parece un corazón, otro una rana, también hay letras. Los grafitis que dejaron los canteros y los soldados en las murallas de Badajoz se mezclan con los impactos de balas de cañón que astillaron la roca. Tras más de 60 años enterrado, la ciudad ha sacado a la luz los baluartes de San Roque y Santa María, más conocidos como el corredor verde, y con las murallas desenterradas también se han destapado algunos secretos.
El Ayuntamiento de Badajoz, a través de la Concejalía de Turismo, ofreció este miércoles la primera visita guiada al recién abierto corredor verde de la calle Stadium. Una treintena de personas participaron en una actividad que se llenó solo unas horas después de abrir el plazo de inscripción. Habrá nuevas visitas los días 4 y 8 de octubre.
La visita arrancó de la Puerta del Pilar a cargo del informador turístico Carlos Sánchez Rubio. Una de las primeras anécdotas que sorprendió a los visitantes fue saber porqué se llama así este antiguo acceso a la ciudad amurallada. El experto explicó que es normal que los baluartes y las puertas reciban nombres de santos. En este caso, cuando se construyó, era capitán general de la zona el conde de Montijo (se puede ver su escudo bajo el de Carlos II). Este noble quiso agasajar a su mujer, nacida en Zaragoza, y eligió a la patrona de esa ciudad. El cabildo de Badajoz (el Ayuntamiento) escribió al rey para protestar por la decisión, pero se quedó el nombre de Pilar.
Una vez ya en la zona recién rehabilitada, el informador turístico indicó que las murallas abaluartadas se levantaron a partir del siglo XVII debido a la llegada de los cañones como arma fundamental. Reveló que hay informes que destacan que la muralla de Badajoz, posiblemente por falta de interés en Madrid, estuvo mal diseñada, construida y mantenida. Sin embargo hubo un ingeniero militar, Pedro Ruiz de Olano que la mejoró en el siglo XVIII agrandando los baluartes o añadiendo galerías de fusileros.
Precisamente las galerías están entre los elementos que se aprecian mejor tras desenterrar las murallas. A ambos lados de la brecha que se ha cerrado se ven aspilleras, los huecos por los que los soldados sacaban sus armas para disparar al enemigo cuando este ya estaba cerca de la muralla. Carlos Sánchez explicó este miércoles que una de ellas tiene su acceso en el Palacio de Congresos y otra desde el colegio Lope de Vega aunque no se sabe dónde, ya que la puerta desapareció. Ambas galerías están sin rehabilitar.
Marcas en la muralla
La historia de la galería de fusileros escondida interesó a los asistentes, pero uno de los detalles que más les marcó fueron las marcas en la piedra. En la sillería de las esquinas hay muchos dibujos y letras. Algunos son sellos de los canteros que arreglaron la muralla, ya que era su forma de demostrar que habían completado el encargo y así poder cobrar. Otros, sin embargo, de menor calidad, son dibujos que rallaban los soldados. Según el guía los hacían durante las largas horas de guardia motivados por el aburrimiento. En algunas zonas también se pueden ver marcas alargadas que corresponden a los lugares donde afilaban sus espadas.
Además de los grafitis, en la muralla también se pueden ver agujeros irregulares en la roca. Se trata de impactos de balas de cañón. Estos proyectiles de metal solían pesar 11 kilos y no explotaban, sino que golpeaban la roca para ir derribando la muralla. Para lograrlo concentraban el fuego en un tramo pequeño y disparaban desde kilómetro y medio calculando a ojo. Había que lanzar miles de proyectiles para poder abrir una brecha.
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Otras marcas que los pacenses pueden buscar cuando visiten el corredor verde están en el suelo. En la excavación se han sacado a la luz un revellín (una estructura triangular que se construye delante para proteger la muralla) y dos cuerpos de guardia (zonas donde se reunía a las tropas subiendo el muro que cerraba el foso). En todos los casos no se ha podido sacar a la luz todas las estructuras porque se construyó en la zona (las casas militares de la calle Stadium) y la propia calle, que no puede eliminarse. Por esa razón los responsables de la rehabilitación han marcado con líneas de baldosas los límites de estos elementos abaluartados.
Otra anécdota que impactó a los inscritos en el cierre de la visita fue saber que hay 1.500 soldados ingleses que murieron en el sitio de 1812 y que fueron enterrados en el Parque de los Sitios. El guía relató que, durante la Primera Guerra Mundial, como había escasez de metal, muchos pacenses fueron a la zona a excavar y sacar armas y otros equipos para venderlos por el valor del material.
Los asistentes disfrutaron de la experiencia, recordaron el cambio que ha dado la zona y la única queja fue la falta de árboles.
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