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La Roca de la Sierra, Puebla de Obando... yo hay pueblos que conozco únicamente por la carretera que los corta en dos, esa travesía que resume de modo parcial, injusta e irreal una población que en cuanto le hacen la circunvalación parece que desaparezca, como La Albuera, Santa Marta o El Ronquillo.

Llegar a Badajoz desde Cáceres tiene como regalo la vista de la Alcazaba al otro lado del río, pero llegar desde Madrid... El nuevo pregonero que el Ayuntamiento ha designado para promocionar el Carnaval de Badajoz primero verá un reactor pinchado en una rotonda. Cuando se recupere del impacto y la verdadera ciudad aparezca ante sus ojos mientras avanza por la antigua N-V se topará con restos de unas casas abandonadas convertidas en fumaderos de yonkis, una estampa que el Ayuntamiento ha empezado a limpiar ayer entre exclamaciones de ¡por fin!

A Fitur solemos llevar vídeos promocionales que hasta los que somos de aquí nos preguntamos dónde está eso que sale en las imágenes. La segunda parte del trabajo debería ser evitar que quienes atrapamos con esa propaganda tuerzan el gesto al llegar.

Los accesos a Badajoz han mejorado en los últimos años, pero queda hacer un esfuerzo en esa 'autopista' que es vía de entrada y salida de la ciudad para miles de personas cada día. Unos van camino de Portugal y se asoman a nuestra ciudad, otros directamente nos tienen como destino. Y el que no se queda aquí seguramente piense que Badajoz es esa valla, esa mediana y lo que va apareciendo a ambos lados.

Entre las mejores noticias que han ocurrido en lo que va de año pongo la que hoy acompaña la imagen de una grúa demoliendo al fin una de esas casas abandonadas junto a la autopista. Equivale a un grano de pus siendo extirpado, el justo y esperado desenlace de esa ruina ennegrecida que lleva décadas saludando y dando la bienvenida a los visitantes y que yo veía a diario sin que haya sido capaz de acostumbrarme.

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