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Viernes, 22 de mayo 2020, 07:45
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Carteles de hasta el 20% de descuentos y promociones que recuerdan mucho a las rebajas. El pequeño comercio reabrió hace quince días y muchos se están planteando ahora si realmente ha merecido la pena.
Javier Peinado es presidente de la patronal extremeña. Su organización acoge a muchas asociaciones de comerciantes de la región con las que ha estado en contacto en estas semanas. Diferencia por sectores. En alimentación, por ejemplo, le llegan datos positivos.
Las familias han optado más por el establecimiento cercano de barrio que por las grandes superficies. Menos éxito entre los exonerados del parón obligado como ópticas, librerías o estancos. Al final acabaron cerrando por falta de clientes según le han contado.
Entre los que se han incorporado ahora el balance pinta a pesimista. «Al cerrar bajas los gastos al mínimo, pero al abrir se normalizan y si no lo compensas con ventas tienes un problema mayor, y esa es la realidad a la que se enfrentan ahora».
El presidente de la Creex habla de volúmenes que llegan como mucho al 30% en comparación con la misma semana del año pasado.
Si no les ayudamos, avisa, puede que la apertura se convierta en la puntilla definitiva para microempresas y autónomos.
Félix Retamar representa a la asociación de comerciantes de la calle Menacho y adyacentes. Igualmente habla de una incorporación muy lenta. Su esperanza pasa por que la situación mejore cuando se levanten las franjas horarias. «Notamos un miedo escénico a salir. La afluencia en la calle es mínima y en las tiendas también».
Para alentar al consumo, algunos empresarios han optado por campañas de promoción o descuentos y quitarse de encima la mercancía de primavera que no han vendido.
Sospecha que habrá descuentos agresivos según pasen los días. La estrategia no será ganar, sino perder lo menos posible. «Hay gente con préstamos encima y en octubre tendrán que renovar para proveerse de cara a la temporada que viene, pero necesitan liquidez y sacan género aunque sea a precio de coste».
María Ángeles Antúnez regenta una tienda textil en el entorno de Menacho. Ha arrancado con descuentos, pero cree que no le compensa porque apenas tendrá rentabilidad. «Tenía mucho guardado para comuniones y bodas. Todo eso está pagado pero se va a quedar desfasado si no lo saco ahora».
No entiende muy bien el debate que se ha suscitado en torno a las rebajas. Lo ve como una forma de promocionar el negocio 'online' y de castigar al presencial bajo la excusa del peligro de las aglomeraciones. «Las tiendas pequeñas hemos invertido mucho en seguridad e higiene».
Félix Retamar es de la misma opinión. Antes de que llegara el confinamiento ya habían propuesto en varias reuniones con la administración que se retrasaran las rebajas a agosto o septiembre. Con el cierre forzado, aclara, ese retraso cobraba más sentido. «Teníamos treinta o cuarenta días para ganar liquidez».
Pero al mantener la legislación actual sin cambio, al final se ha fomentado el descuento agresivo.
Retamar recuerda que no todos los comerciantes pueden operar en este clima de grandes descuentos, por eso insistía en retrasarlas a finales de agosto o septiembre, coincidiendo con el cambio de estación y de temporada en muchos sectores.
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