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Miércoles, 11 de septiembre 2019, 08:16
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Mañana comienzan las clases en los colegios de Badajoz y en San Roque hay medio centenar de menores que no saben si podrán ir al comedor escolar. Se trata de alumnos del colegio Enrique Iglesias que se han quedado en lista de espera para acceder a este servicio.
No es la primera vez que hay un conflicto similar en este centro de Infantil y Primaria. El problema, según denuncia César García, uno de los padres afectados, es que el colegio está masificado. «Está colapsado de niños. Ya era un centro muy demandado, pero desde hace cuatro años la Consejería de Educación ha decidido concentrar a todos los niños del Cerro Gordo aquí hasta que tengan centro en el barrio», explica este vecino que añade que, han creado nuevas aulas para hacerles hueco «pero no han reforzado el resto de servicios».
Los niños del Cerro Gordo tienen a cinco kilómetros los colegios más cercanos. Por esa razón, Educación les ofrece transporte escolar y comedor gratuito. Además, tienen la plaza garantizada en este servicio. Debe ser así porque el bus no sale hasta que los niños comen. Es decir, los escolares de esta urbanización no tienen transporte a su barrio a las 14.00 horas, al salir de clase. Vuelven a casa a las 16.00 horas después de comer.
Al reservar sus plazas, otros solicitantes, tanto becados como de pago, se quedan fuera. Este año, según César García, han sido 59 los afectados y creen que cada año será peor. «Este año han comunicado la lista de admitidos en el comedor dos días antes de comenzar el colegio dejando fuera a más de 50 niños, sin opción a este servicio. Una opción que la mayoría opta, no por capricho, sino por la necesidad de conciliar la crianza de los niños con el trabajo. Y que lo hacen porque no tienen otra alternativa. De la mayoría de los trabajos se termina de trabajar a las 14.00 o 15.00 horas y no hay tiempo de recoger a los niños».
En el centro, según García, hay unas 120 plazas de comedor y no se puede ampliar porque los niños ya deben comer en dos turnos. Los padres agradecen al colegio sus esfuerzos, ya que aseguran que trata de buscar soluciones, pero piden a Educación que busque una resolución definitiva porque insisten en que necesitan el comedor.
Sara Díaz es una de las madres afectadas. Es docente en Santa Marta y sale a las 14.00 horas, así que no puede llegar a recoger a sus hijos. No sabe qué hará mañana. Considera injusto que se garantice una plaza a los niños del Cerro Gordo en el comedor. Cree que el criterio debería basarse en la renta y en la necesidad de los padres.
Ana Sousa es enfermera y su marido también. Tienen un niño de seis y una niña de cuatro en el colegio que hasta ahora estaban en el comedor, pero se han quedado fuera. No tienen familia en Badajoz y no saben qué hacer sin este servicio.
El problema de Laura Vidarte, otra de las afectadas, no es la falta de tiempo, sino quedarse sin la beca de comedor. Esta pacense lleva seis años en paro, tiene derecho a gratuidad, pero su hija se ha quedado en lista de espera.
La falta de plazas ha creado malestar e incluso conflictos entre los padres de San Roque y el Cerro Gordo y La Pilara. «En este colegio les han dado prioridad absoluta a los niños que viven en estos barrios, marginando y discriminando al resto. Porque esto que están haciendo es discriminar a unos niños frente a otros», se lamenta César García.
Sin embargo, los padres del Cerro Gordo tampoco están contentos con su situación. Lo que desean es contar con el colegio en su barrio que demandan desde hace años. En esta urbanización piden que la obra se acelere lo antes posible. Los trabajos de construcción comenzaron el pasado mes de mayo, pero hasta ahora los avances no son muy llamativos. Por ello temen que no se abra en el curso 2020/2021, como esperaban.
Feli Carballo vive en el Cerro Gordo y tiene dos hijos en el colegio Enrique Iglesias. Entiende el malestar de algunos padres y ha escuchado comentarios de reproche, pero deja claro que para ellos tampoco es una situación fácil, ya que no tienen otra opción. «Mi hijo entró en el colegio sin haber cumplido los tres años y no es plato de gusto subirlo a un autobús a las ocho de la mañana llorando, que ni le asomaba la cabeza, y recogerlo a las cuatro de la tarde», explica esta vecina. Para ella la mejor solución es que aceleren la obra del colegio y puedan estudiar en su barrio lo antes posible.
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