Once años de prisión para un hombre por abusar de su nieta de cinco años en la provincia de Badajoz

La Audiencia Provincial de Badajoz ha impuesto una condena de 11 años de prisión a un vecino de la provincia de Badajoz de unos 60 años de edad que abusó sexualmente de su nieta, una niña que en el momento de cometerse el delito no había cumplido los seis años.

Los hechos ocurrieron en la casa de campo de los abuelos paternos durante el año 2015, un período en el que el procesado llegó a pedirle a su nieta que le «chupara el pitino» y le dijo que se enfadaría con ella si no lo hacía. Para conseguir su objetivo aprovechaba los momentos en los que su esposa se encontraba fuera o realizando tareas domésticas en otras dependencias de la casa. Además, le pedía que no se lo contara a nadie.

En la sentencia se explica que le realizó tocamientos en su zona genital cuando se encontraba en bañador, algo que sucedió en tres o cuatro ocasiones. Incluso hubo tocamientos con acceso carnal.

La sentencia añade que el abuelo le enseñaba frecuentemente un vídeo acompañado de una letra de contenido sexual inadecuada para su edad.

Cuando los padres descubrieron lo sucedido denunciaron los hechos y se inició una investigación que concluyó con el procesamiento del acusado, que ahora ha sido condenado a 11 años de prisión por un delito de abusos sexuales continuados sobre menor de 16 años agravado por parentesco y con acceso carnal vía oral y anal.

Además, se le impone una orden de alejamiento de 20 años, período durante el cual estará inhabilitado para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular y directo con menores de edad. El castigo se reduce parcialmente al serle considerada la atenuante de dilaciones indebidas.

Igualmente se le impone una medida de libertad vigilada de 5 años que se ejecutará una vez cumplida la pena de prisión, además de la obligación de indemnizar a la niña con 20.000 euros.

Este juicio se celebró en la Audiencia de Badajoz y no fue necesario que testificara la menor porque durante la instrucción del caso fue explorada por una psicóloga infantil adscrita al Instituto de Medicina Legal.

Esa especialista, a través de métodos de eficacia contrastada, conversó con ella para conocer el alcance de lo sucedido y valorar la veracidad de su relato. Además, tanto el acusado como su letrado, el fiscal y el abogado de la acusación, representada por José Duarte, pudieron seguir la conversación a través de una pantalla y sugerir posibles preguntas para someter a la niña a contradicción, quedando de ese modo salvaguardados los derechos del procesado, que niega los abusos.

El vídeo que contiene esa prueba preconstituida fue visionado en el juicio por el tribunal, evitándose que la niña fuese sometida a un nuevo interrogatorio.

Los magistrados consideran que lo expuesto por la víctima es suficiente para sostener la acusación, reforzada por los testimonios de sus padres. Por el contrario, restan credibilidad a lo manifestado por la esposa del condenado y descartan que la pequeña haya sido objeto de «maniobras de sugestión o manipulación para que acusase a su abuelo en una suerte de maquinación dirigida a obtener un beneficio económico». La sentencia no es firme y contra ella cabe recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.