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La muerte de Pablo Iglesias

La muerte de Pablo Iglesias

El león y la columna ·

Fernando Cortés | | Cronista Oficial de Badajoz

Domingo, 26 de mayo 2019, 16:46

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La a hacer noventa y cuatro años de la muerte de Pablo Iglesias, fundador del PSOE. Fue un 9 de diciembre de 1925 y la prensa local y regional lo recogía con todo lujo de detalles en diversos y sucesivos días. El día 11 de diciembre de ese año, en primera página, como noticia más importante de ese número, se destacaba 'La muerte de Pablo Iglesias'.

El periodista, desde Madrid, se refería a la última actualidad del hecho: «Pablo Iglesias se encontraba enfermo desde hace varios meses. La última vez que salió a la calle fue para jurar su cargo de Diputado. Por orden del doctor Huerta, que le asiste desde hace muchos años, el jefe del Partido Socialista hubo de guardar cama».

La situación del enfermo se fue agravando y complicando de tal manera que el temido desenlace se acercaba de forma peligrosa. El propio Pablo Iglesias era plenamente consciente de ello. Así, decía a un periodista que le veía trabajar con entusiasmo que su dedicación era más producto de su falsa confianza y que aquello se acabaría cualquier día.

A media mañana se produjo un cambio en el enfermo, que se dispuso a morir. Se dio cuenta de su estado y exclamó: «No lo siento por mí, lo siento por el Partido Socialista». A las cuatro perdió el conocimiento, media hora más tarde entraba en periódico agónico y a las cinco de la tarde fallecía este incansable luchador.

En el Correo de la Mañana del sábado 12 de diciembre de 1925 se contenía informaciones sobre diversas realidades ligadas al suceso: visita de Sánchez Guerra, otras visitas efectuadas, comisión del Ateneo que cumplimenta el cadáver, niños de escuelas laicas, representantes extranjeros, coronas que se están recibiendo… Y el público que hace imposible el tránsito por la calle del Piamonte y por el interior de la Casa del Pueblo, colapsada por ingentes cantidades de gentes que acudían a mostrar su desconsuelo y su pena por la pérdida del político y del hombre.

El 15 de diciembre de 1925 se expresaba la realidad del entierro: «Constituye una grandiosa manifestación de duelo como no se ha conocido otra». Y se rodó una película de todo el acontecer, que fue proyectada en algunos cines aquella misma tarde.

Hay que hacer referencia a las Comisiones de Provincia, más de setenta y cinco contando, en el caso de Badajoz, con las de Don Benito y el propio Badajoz.

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