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José Antonio Cáceres posa delante de algunas láminas que componen 'Corriente alterna'. :: Pakopí
El Meiac de Badajoz rescata a José Antonio Cáceres, el último poeta hippie

El Meiac de Badajoz rescata a José Antonio Cáceres, el último poeta hippie

Una exposición recoge una edición de 'Corriente alterna', el único libro de poesía visual española de los 70 publicado fuera de nuestras fronteras

A. GILGADO

BADAJOZ.

Miércoles, 12 de diciembre 2018, 08:08

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Ni los tres ictus que ha sufrido frenan la vitalidad de José Antonio Cáceres. A sus 77 años se siente como Ulises. Atrás ha dejado un viaje intenso y ahora busca su retiro. Su Ítaca particular se encuentra en Hervás. Allí trata de poner en orden a su prolífica obra artística y vital.

De José Antonio Cáceres se tuvieron muchas noticias en los años sesenta y setenta. Era uno de los poetas visuales más reconocidos. Publicó libros en Alemania, Estados Unidos o Italia. Pero a finales de los setenta se le pierde la pista y ahora la asociación de amigos del Meiac ha impulsado un proyecto para recuperar su legado literario. Ayer se inauguró 'Corriente alterna', una reedición del libro que publicó en 1975 Adriano Spatola en homenaje a Octavio Paz.

José Antonio Cáceres nació en Zarza de Granadilla en 1941 y pasa en Hervás, el pueblo de su madre, parte de su infancia.

«Entronca con la tradición mística que iniciaron en su día San Juan de la Cruz y Santa Teresa»

Emilia Oliva | Comisaria

Por designación materna entra en el seminario de Plasencia. Al poco tiempo sufre una crisis de fe y abandona los estudios eclesiásticos. Su deseo siempre fue hacer Bellas Artes en Sevilla, pero la familia se lo impide. «Mi madre lo disponía todo. Me salí del seminario y me mandó a Salamanca. No había sitio en la residencia de estudiantes y me llevó a una residencia de curas de vocación tardía. Por si decidía volver al seminario otra vez».

De Salamanca salta a Madrid a estudiar Filología Románica. Buscaba una ciudad con museos, exposiciones y galerías. En Madrid conoce a Jorge Urrutia y le presenta a algunos de los poetas de la Generación del 27 como Vicente Aleixandre y Gerardo Diego. En esta época le incluyen en algunas antologías de jóvenes poetas españoles.

El círculo de poesía tradicional se cierra con Dámaso Alonso, su profesor en la universidad. El experimento con la visual nace al conocer a Fernando Millán, del Grupo Problemática 63. «La experimentación poética fue una vía de salida a mi pasión por la pintura. Entro en el grupo N. O. y hacemos libros muy plásticos. Disfrutamos mucho».

Domingo Sangriento

Al terminar la carrera se marcha de lector de español a la Universidad de Londonderry (Derry), en Irlanda del Norte. En esa ciudad asiste al inicio de la guerra entre descendientes de ingleses (protestantes) e irlandeses (católicos). Ve de cerca las revueltas del Domingo Sangriento y pide un cambio.

A finalizar el curso consigue la plaza de lector en Pisa. En esta etapa entra en contacto con la poesía experimental italiana, la más activa de Europa. En la universidad italiana se empapa del movimiento de Mayo del 68, que allí llegó varios años después. «Fueron tiempos muy intensos». Una alumna suya hace una tesis sobre Fernando Arrabal y a partir de ese contacto académico trabajan juntos. Participa en la película 'El árbol de Guernica' que el director español rodó en Italia. «Le habían prometido dinero para financiarle pero se enteraron que era de izquierdas y se lo negaron. Estuvimos un mes sin hacer nada». Empezó como ayudante de director y al final acabó plantando a Arrabal por su conflicto con los decoradores.

Se salió del seminario, estudió en Madrid y vivió en Irlanda e Italia hasta que murió Franco

Vive algunos meses en comunas pero decide regresar a España porque teme el auge de las Brigadas Rojas (el grupo terrorista que secuestró y asesinó al primer ministro Aldo Moro en el 78). «El problema es que yo llevaba mucho tiempo fuera y al regreso me siento muy desubicado. Me volví un tiempo al campo, necesitaba vivir una experiencia de aislamiento».

Tras la meditación se muda a Barcelona con su hermana y luego se cambia a otra comuna.

«Luego me fui con un chico a hacer creps a las ferias de Andalucía. El problema es que no daba ni golpe. Se nos unió un compañero más trabajador y sacamos algo. Sobrevivimos gracias a tres amigas que tenían una tómbola y nos daban de comer».

Tras varios intentos en movimientos de comuna regresa a Extremadura. Trabajó cinco años en el departamento de Italiano en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, en la década de los ochenta. Casi todo su trabajo de poesía experimental y narrativa sigue sin publicar. Hay, por ejemplo, un libro sobre el habla de Zarza de Granadilla que presentó como tesis final de licenciatura en el que mezcla su universo visual y sus investigaciones. Según Emilia Oliva (comisaria de la exposición) es una auténtica maravilla. Como otras muchas joyas editoriales que intenta rescatar.

Oliva es la persona que mejor conoce la obra inédita de Cáceres. Lleva varios años estudiándola y presentó el proyecto al Meiac. Agradece que la asociación de amigos del museo se haya fijado en esta figura olvidada y espera que durante el próximo año puedan sacar algún trabajo más.

La peculiaridad de la obra de José Antonio, explica, reside en que no hay un proyecto creativo de esta dimensión en cuanto a rigor y coherencia en todo el territorio nacional. «Entronca con la tradición mística de San Juan de la Cruz o Santa Teresa o en el siglo XX con María Zambrano y Juan Ramón Jiménez».

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