Muere Ana María, la primera policía local de Extremadura
El 17 de febrero falleció la agente que abrió paso a la mujer en la Policía Local de la región y allanó el camino a todas las policías que llegaron después
Corría el año 1980 cuando Ana María Torres Carvajal (Badajoz, 1959) se convirtió en la primera policía local de Extremadura. Su promoción fue la primera ... en la que se admitió a las mujeres y con sólo 21 años ingresó en un cuerpo para que el trabajó durante 40 años.
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En aquella época las agentes patrullaban con falda y tacones, no llevaban porra «porque resultaba poco estético» y tampoco portaban pistola porque las armas con las que contaba la policía eran escasas y las llevaban agentes varones.
«En la calle escuché algunos comentarios en contra, incluso llegaron a decirme que le había quitado el puesto a un padre de familia», le gustaba recordar a esta pionera cuando hablaba de sus inicios.
Ingresar en una plantilla sólo compuesta por hombres no le resultó fácil. Su primera salida en coche patrulla se la «regalaron» por su cumpleaños y horas después de acabar el servicio el agente que la acompañaba pidió a su superior que no se repitiera: «No me vuelva a poner con la niña porque ayer me vio mi mujer con ella en el coche patrulla y me montó un escándalo».
Afortunadamente, el tiempo fue suavizando las críticas y poniendo en valor su trabajo. A ello contribuyó que en 1982 se incorporasen a la Policía Local de Badajoz otras tres mujeres: Juana María Calderón, María José Hernández y Rosario Bélmez.
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«A mí me cogió de la mano y me guio en mi trabajo. Hice con ella el primer servicio en la calle durante la Feria de San Juan y desde ese momento las cuatro mujeres policías formábamos dos parejas, unas veces iba con una y otras veces con otra».
Quien explica cómo se repartían los servicios es Juana María Calderón, que con el correr del tiempo alcanzó la categoría de subinspectora en la Policía Local de Badajoz. «Hemos llegado a estar dos subinspectoras, pero ahora sólo hay dos mujeres oficiales. Es una pena».
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«Ana María era mi compañera y también mi amiga», añade Calderón mientras recuerda a la agente que abrió camino. «Al principio no llevábamos armas ni defensa, sólo un bolso en el que guardábamos el talonario de las denuncias y los grilletes. Recuerdo que en una ocasión tuve que golpear a una delincuente con el bolso porque no tenía otra forma».
Las noticias de la época cuentan que en la oposición que abrió la puerta a las mujeres las bases no distinguían por sexo. Se exigían exactamente la misma estatura (1,70) y las mismas marcas: saltar una valla de 1,10 metros de altura, superar los dos metros en salto a pie junto o trepar por una cuerda de 5 metros.
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De la capacidad de Ana María habla el hecho de que ella fuese uno de los 15 aspirantes que lograron plaza en un proceso al que concurrieron 109 aspirantes. Las pruebas físicas hicieron la primera criba pero el orden definitivo lo establecieron los ejercicios de conocimientos, en los que destacó esta agente porque en el momento de concursar estudiaba 3º de Perito Mercantil.
Dice Juana María Calderón que Ana María trabajó en su primera etapa como policía en la calle. Patrullaba San Francisco, San Juan y Minayo. «Cuando se quedó embarazada por primera vez se convirtió en la secretaria del jefe de entonces, don Manuel Murillo, y después se quedó en la central de comunicaciones. Más tarde hizo labores administrativas».
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En la oposición tuvo que superar las mismas marcas que se exigían a los hombres en las pruebas físicas
De la Policía Local se jubiló al cumplir los 60 y en estos últimos años ha recibido varios homenajes. Tal vez los más emotivos fueran los que recibió de la Asociación de Mujeres Policías Locales de Extremadura. En el que se celebró en Badajoz en 2018 las cifras fueron demoledoras: de 1.500 policías en la región sólo 111 eran mujeres. Y en el caso de Badajoz ocupaban 22 plazas en una plantilla de 220 componentes.
Reconocimiento público
El último gran aplauso lo escuchó en el día de la Policía Local de Badajoz de 2021. Ana María Torres Carvajal subió al escenario del teatro López de Ayala para recibir un homenaje en el que se le reconoció el valor que tuvo al ingresar en un cuerpo que hasta 1980 cerraba el paso a las mujeres.
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En ese acto ya estaba aquejada de la enfermedad que tras incontables sesiones de quimioterapia terminó por vencerla.
Su fallecimiento tuvo lugar el 17 de febrero, de forma inesperada, y en el funeral recibió el cariño de quienes la conocieron. «Nos vimos envueltos en abrazos, besos y bonitas palabras de consuelo para nosotros y de cariño y admiración hacia ella. Fuisteis cientos las personas que pasasteis a vernos, abrazarnos y a despedirla», agradece su familia en una carta remitida a HOY. La firman su marido (el inspector de la Policía Nacional Francisco José García Acero) y sus dos hijas, en los que siempre se apoyó.
Sus cenizas descansan en el columbario de la ermita de la Soledad y dentro de pocos días la Junta de Extremadura les entregará a título póstumo una placa de reconocimiento a la labor policial y de seguridad de Extremadura.
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Cuenta su esposo que esa distinción se aprobó pocos días antes de que Ana María los dejara para siempre. «Cuando se lo dije en el hospital sólo me hizo una pregunta: «Por qué a mí». La respuesta podría habérsela dado cualquiera de las personas que la conocieron, que han iniciado una campaña para solicitar al Ayuntamiento de Badajoz que le dedique una calle en la ciudad a la que entregó su vida.
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