«El Imperio Romano sigue estando presente en todo lo que hacemos»
Tomás Martín Tamayo ·
El escritor y columnista acaba de presentar 'Díptico romano', donde une dos novelas: vuelve a publicar 'El enigma de Poncio Pilato' y estrena 'La amargura de Tiberio'Tomás Martín Tamayo tiene cifras de récord en HOY. Lleva 43 años publicando artículos de opinión en este periódico, más de 2.700. Su primera ... columna, sin embargo, la publicó en ABC con solo 17 años. La envió su padre tras leer una reseña suya. Debió adivinar que tenía delante un escritor que sin embargo se define a sí mismo, ante todo, como lector.
Además de su faceta como columnista, Martín Tamayo ha publicado novelas, relatos cortos y libros de poesía, y cuenta con una decena de premios literarios. Acaba de presentar una nueva obra, 'Díptico romano'. En ella une dos obras: vuelve a publicar uno de sus éxitos, 'El enigma de Poncio Pilato', y estrena otra novela inspirada en Roma, 'La amargura de Tiberio'.
–¿Por qué unir esas dos novelas en una?
«La novela histórica es como un puzle al que le faltan varias piezas. Tienes que ir recortando para ajustarlas»
–De 'El enigma de Poncio Pilato' salieron dos ediciones en Tecnigraf primero y otras cuatro con Planeta, dos de ellas para Hispanoamérica y, la verdad, está agotado. Dicen que un libro es de éxito cuando vende 10.000 ejemplares, de este se han vendido 38.000. Yo compré 'El enigma de Poncio Pilato' en Costa Rica y eso es un subidón. Entonces, cuando le envié a la editora 'La amargura de Tiberio', que viene de las notas que tenía de Poncio Pilato, el director me dijo: «¿Por qué no publicamos las dos juntas?». Y eso me ha llevado otros dos años para ensamblarlas. Había cierta discrepancia. La cara que doy de Tiberio en 'El enigma de Poncio Pilato' no es la que doy en 'La amargura de Tiberio'. He tenido que complementarla y ensamblarla y por eso están juntas, son complementarias.
–¿Tiene en mente más novelas del mundo romano?
–Sí. Estoy con María Magdalena, que me tiene cada día más entusiasmado esta mujer. Me la estoy inventando yo porque de María Magdalena queda poco, pero me estoy enamorando del personaje que estoy inventando, es muy curioso. Y quizá retome Barrabás, me animaron en la presentación del libro. Barrabás lo tengo escrito, prácticamente está terminado, pero lo dejé hace seis años porque me encontré 'Barrabás', de Pär Lagerkvist, que es muy superior y lo dejé. Pero quizá lo retome también. Para mí es el personaje más apasionante de la época. Imagínate que te perdonan la vida siendo un delincuente para condenar en tu lugar a un buen hombre. Esa imagen es muy fuerte. Quedan al menos dos novelas de la época.
–¿Qué tiene el imperio romano que causa tanta fascinación?
–Si nos damos cuenta, vamos por la calle y vamos pisando costumbres romanas. La agricultura, la arquitectura, la gastronomía, las leyes... Incluso el propio Ejército sigue manteniendo las formaciones romanas. Hasta para proteger al presidente del Gobierno se sigue usando el esquema que tenían para proteger a los emperadores. El Imperio Romano sigue estando presente en todo lo que hacemos. Un ejemplo, Tiberio inventó una forma de injerto en las plantas que todavía está vigente, aún se hace como él lo hacía, llegó a tener seis árboles frutales en un naranjo.
–¿Es esa cercanía lo que gusta a la gente?
–Hombre, también lo truculento. La crueldad del Imperio, la falta de piedad y de empatía con los países que conquistaban, cómo entraban con la fuerza bruta... Todo eso no deja de tener un atractivo fuerte, aunque con cierta repulsión. Lo que más cautiva de la película 'La pasión de Cristo', de Mel Gibson, son los siete minutos de latigazos a Jesucristo. Si le quitas eso no queda nada de la película, aunque todos dijimos que era innecesario. Es enfrentarte con esa realidad tan dura lo que hace que en cierta forma lo vivas.
–En la presentación de su libro se dijo que los lectores de novela histórica disfrutan más. ¿Está de acuerdo?
–Disfruta más el lector, pero no el escritor. Yo cuando publiqué 'El secreto del agua', como es una novela de principio a fin, yo lo que hice fue disfrutar. Ponía unos personajes, quitaba otros... La novela histórica es como un puzle al que le faltan varias piezas. Tienes que ir recortándolas con un cartón para ir ajustándolas y luego con un pincelito darle color para que no desentonen. Ahí es donde está la labor del novelista porque la historia está. Hay muchas cosas que sorprenden a la gente en la novela histórica. Un ejemplo, el Sanedrín (el tribunal de Israel) tuvo que recurrir a Judas para detener a Jesucristo. ¿La Guardia Civil necesitaría a alguien para identificar a Fernández Vara? Le habían detenido dos o tres veces, predicaba en el pórtico del templo, dio un sermón donde había 50.000 personas, estaba vigilado por la guardia romana. ¿Necesitaban a Judas para identificarlo?
–Y cuando un escritor se encuentra con una contradicción así, ¿qué hace? ¿La incluye?
–Yo sí, eso sí, recorto a mi placer y luego le doy pinceladas para que tenga algo de sentido.
–La pandemia, las guerras, la política... Dentro de 200 años, ¿se podrían escribir novelas épicas de estilo romano de la época actual?
–Yo creo que sí. Lo que pasa es que dentro de 200 años se va a escribir poco. No habrá gente que tenga tiempo para dedicarle cinco años a una novela, como hago yo. Procesalmente no es económico. Ya se está leyendo cada vez menos. No hay más que darse una vuelta y ver las librerías que están cerrando. Cada día hay menos lectores y tiene menos tirón lo que se escribe.
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