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Imagen de la capilla superior de la ermita de la Soledad. :: casimiro moreno

La huella del rey loco en Badajoz

La capilla alta de la Soledad es una réplica del salón del trono del castillo más fotografiado de Alemania | Desconocida para muchos pacenses, se inauguró en 1986 siendo el único ejemplo de estilo neobizantino de la ciudad

MIRIAM F. RUA

Domingo, 18 de agosto 2019, 09:24

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En el corazón de los Alpes bávaros, al sur de Alemania, se levanta el castillo que Luis II de Baviera, el apodado rey loco, soñó para sus retiros estivales. Hoy es uno de los monumentos más fotografiados de Alemania, tan de cuento que sirvió de inspiración al mismísimo Walt Disney para crear el castillo de la Bella Durmiente.

La joya de esta residencia real de nombre impronunciable -Neuschwanstein- y que cada año visitan 1,4 millones de personas es el salón del trono. A 2.000 kilómetros de distancia, en Badajoz, se puede visitar una réplica de esta sala, la más admiradas de las 300 que tiene la fortaleza bávara.

Está en la ermita de la Soledad, encima justo de la capilla que preside la patrona de la ciudad y es tan asombrosa que quienes la visitan por primera vez se quedan fascinados ante una belleza que no se esperan porque no existen referencias a las que asomarse en ninguna iglesia de Badajoz.

En el camarín está 'la pequeñita', la réplica de la patrona que preside la ermita cuando se saca fuera a la Virgen Luis Mangas la restauró en 2003 y cambió el color de las columnas del altar en honor a su equipo de fútbol, el Barcelona

Esa fascinación debe ser la que experimentaron las dos mujeres que hicieron posible que la fantasía del rey loco tuviera su huella en Badajoz. Se trata de las hermanas Justa y Leonor Olleros Navarrete, que fueron las que donaron el dinero para hacer la capilla superior en la ermita de la Soledad. La condición que pusieron fue que se construyera a imagen y semejanza del salón del trono del rey bávaro. Y así se hizo durante el más de medio siglo que tardó en construirse.

«Una de las hermanas visitaba asiduamente aquella zona porque el clima era muy aconsejable para la enfermedad pulmonar que padecía. La mujer era muy devota y cuando visitó el castillo se quedó prendada del salón del trono de Luis II. La generosidad de las hermanas hizo posible que la Virgen y su Hermandad contaran con una capilla tan bella y tan fuera de lo normal en Extremadura», relata José María Blanco, hermano mayor de la Soledad.

Para ello fue necesario mandar a un arquitecto a Baviera, quien visitó el castillo, recabó los detalles del salón del trono y después los plasmó en la capilla de la ermita. En 1931 y con la sala completamente en bruto comenzaron las obras de construcción que se prolongaron hasta el año 86, cuando fue inaugurada y bendecida por el obispo Antonio Montero.

Se trata de una sala de doble arcada profusamente decorada, con un ábside dorado en pan de oro donde están representados Dios y los apóstoles mayores en figuras grandes y los menores pintados en medallones. El altar está decorado con dibujos que se repiten de palmeras y leones, símbolos cristianos de la inmortalidad y la fortaleza, respectivamente. El techo altísimo es un artesonado de madera policromado.

Destaca además el magnifico conjunto de vidrieras que puedan verse de cerca desde esta capilla y que no tienen nada que ver con el castillo de cuentos. La más notable es el rosetón central de la fachada, realizado en 1931 en los talleres Mauméjan de Irún. Del mismo taller son las tres vidrieras marianas. Completan la colección las siete vidrieras que representan a las virtudes, del año 1946, que fueron donadas por familias pacenses como los Ramallo o los Cancho.

En Alemania, el rey loco presidía la estancia, en Badajoz lo hace 'la pequeñita', el cariñoso apodo por el que se refiere la Hermandad a la réplica de la Virgen de la Soledad. Esta talla en pequeño de la patrona es la que siempre se coloca en el altar de la capilla principal cuando se saca a la imagen titular fuera de la ermita.

Antes no era así. El camarín en el que está colocada se comunica con la capilla inferior por medio de un montacargas. Esto permitía que si había culto o celebraciones en la superior, la patrona pudiera presidirlas. Sin embargo, tras la restauración de la talla napolitana hace una década, la Hermandad decidió no moverla de la capilla principal porque Gutiérrez Carrasquilla, el restaurador, aconsejó no someterla de forma prolongada a los frenos de subida y bajada.

En 2003, la capilla fue restaurada por Luis Mangas. «Hizo un trabajo enorme y casi gratis, porque costó más instalar los andamios que lo que él cobró». Entonces dejó su impronta, le cambió los colores de los rombos que adornan las cuatro columnas del altar. «Originalmente eran azul y verde, pero sustituyó el verde por el rojo en honor a su equipo de fútbol, el Barcelona». También escribió sobre las páginas de los libros abiertos que portan dos evangelistas en el altar.

«La gran desconocida»

Pese a su singularidad y belleza, la capilla superior es desconocida para muchos pacenses. Lo reconoce el propio hermano mayor: «Es la gran desconocida de la ciudad, pero mantenerla abierta al público requiere tener personal permanente para controlar los accesos». Tuvieron hace unos años una mala experiencia, cuando decidieron abrirla cada sábado. En una ocasión, alguien se quedó dentro provocando importantes daños. Desde entonces, solo se abre para las visitas guiadas y bajo petición de organismos, asociaciones o colegios.

Muchos pacenses han conocido esta hermosa capilla en las bodas, ya que en los últimos años casi la mitad de los novios que se casan en la ermita lo hacen aquí.

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