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Un monitor con la leche y las galletas para la merienda y el desayuno. :: Pakopí
El Gurugú combate el absentismo escolar con meriendas y desayunos

El Gurugú combate el absentismo escolar con meriendas y desayunos

El centro social abre dos aulas por la tarde para que los niños puedan hacer los deberes con monitores

A. GILGADO

BADAJOZ.

Lunes, 14 de octubre 2019, 08:06

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En el centro social de la Plaza de la Rana, en el Gurugú, se reúnen cada tarde más de cuarenta niños en su dos aulas, en una estudian los de Primaria y en la otra los de Secundaria.

Los monitores se encargan de la planificación. Primero deberes, luego merienda, después manualidades y antes de volver a casa juegos en la pista deportiva. Martes y jueves se llevan leche y galletas para que desayunen todos los días en casa. Creen que es la mejor forma de combatir el absentismo escolar en una zona con un problema serio de fracaso educativo.

En la asociación de vecinos insisten en que no hay más camino que la implicación de todas las administraciones para que los menores de las familias en exclusión lo noten lo menos posible.

Cuenta Ricardo Cabezas, el veterano presidente vecinal, que tienen una relación muy estrecha con los colegios del entorno, con las parroquias y con los servicios sociales del Ayuntamiento porque hacen un seguimiento continuo y detallado de cada caso.

No todas los padres, explica, tienen la posibilidad de pagar a sus hijos clases particulares y el refuerzo de la tarde les vale para no perder el hilo de las materias. También lo hacen para que los menores se relacionen en un espacio educativo en un barrio en el que no sobran precisamente ofertas de ocio. El reto, explica, es que el absentismo no vaya a más. Por eso tratan de llegar a todos los menores. Familias numerosas, desestructuradas, sin ingresos fijos porque dependen de ayudas sociales o de trabajos poco cualificados y mal pagados suelen dibujar el perfil habitual de los que atienden. La asistencia se mantiene durante todo el año.

Ahora les brindan desayuno, merienda y refuerzo escolar de las tardes, pero en verano y Navidad el centro social abre el comedor para sustituir al del colegio.

También con adolescentes

También trabajan con los adolescentes que abandonaron sin aprobar la Secundaria y les ofrecen prácticas en empresas para aprender un oficio. Según cuenta Cabezas, muchos negocios del polígono El Nevero colaboran con esta iniciativa y se prestan a enseñarles. Los chicos firman un contrato de aprendizaje con posibilidad de recolocarse en un futuro en la plantilla.

En los últimos casos, tres o cuatro han conseguido un empleo gracias a estas colaboraciones. «Para nosotros eso es todo un éxito porque les estamos dando un futuro. Tenemos el caso de un repartidor de recambios que empezó con la moto y ahora le han nombrado encargado».

Para que este tipo de trayectoria deje de ser algo excepcional, los antiguos participantes se pasan por el centro social para hablar con los adolescentes y motivarles para que ellos también lo intenten.

El problema, cuenta Cabezas, viene porque muchas veces no cuentan con referentes positivos y este contacto con gente que se ha abierto camino profesional ayuda a encontrarlos.

Tampoco falta el apoyo a los adultos para implicarles en la educación de sus hijos y concienciarles para que los lleven a clase.

La mayoría de los padres de los niños que meriendan en el centro social son perceptores de la renta básica sin estudios primarios. Se les requiere por las tardes para que aprendan a leer y escribir o a manejar un ordenador. Aunque muchos acuden en un principio obligados porque la Junta les pide alguna contrapartida por la ayuda económica, la mayoría sigue incluso después de que hayan agotado el subsidio para seguir aprendiendo en familia. «Todo resultará más fácil si los padres se interesan por lo que aprenden sus hijos».

El Santa Engracia también se ha adaptado a su realidad social. A este colegio público acude cada día un centenar de alumnos que viven en los Colorines o la Luneta.

El curso pasado pusieron en marcha un novedoso sistema de división de clases por colores, ya que suprimieron el tradicional formato de primero, segundo o tercero de Primaria y los alumnos se agrupan ahora según el nivel que demuestren.

El equipo directivo del centro se percató de que en una misma edad podía haber hasta tres niveles distintos, lo que hacía que algunos se aburrieran y otros se sintieran frustrados porque se veían incapaces de seguir el ritmo. Al final, muchos se quedaban en casa. Ahora trabajan a un ritmo más parejo para el grupo y resulta más fácil motivarles en el aula.

Este sistema de trabajo recibió el aval de la Consejería de Educación y de los padres porque se busca un camino alternativo para que todos los niños trabajen los contenidos mínimos que marca la ley por curso.

En el colegio Santa Engracia creen que si los niños acuden más motivados no arrojarán la toalla tan pronto, por eso tratan de hacerles ver que están capacitados para seguir el nivel que marcan los maestros en cada aula.

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