Luisa y Antonio han estrenado acera y también calzada. hoy

La gran vía de Antonio y Luisa

La calle El Viento estrena acera y capa de rodadura, una mejora que Antonio y Luisa, los abuelos de la zona, creyeron que jamás conocerían

Lunes, 14 de noviembre 2022, 07:11

Cinco meses separan esta fotografía de la que se publicó a comienzos de junio. Justo el tiempo que ha transcurrido desde que Antonio y ... Luisa supieron que la Concejalía de Vías y Obras del Ayuntamiento de Badajoz había previsto por fin construir unas aceras de baldosas en la calle donde residen.

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A comienzos de junio las máquinas llegaron a la calle Linares, justo a las traseras de su casa. Y en unas pocas semanas las viejas aceras de hormigón pulido construidas hace décadas por los propios vecinos dejaron paso a un enlosado más moderno. «Nos da miedo de que se vayan otra vez sin tocar nuestra calle», confesaba Antonia el pasado mes de junio.

Y así ocurrió. Al llegar el verano los albañiles desaparecieron y durante varios meses nada se supo de ellos. «Una vecina me decía que otra vez se habían olvidado de nosotros, que no iban a venir –añade Antonia estos días–. Pero yo le decía a mi marido que iban a venir, siempre he pensado que vendrían».

Por eso cuando a mediados de octubre las máquinas llegaron a la calle El Viento, Antonio y Luisa se sintieron los vecinos más afortunados del mundo. «Hicieron la acera muy bien, sin molestarnos lo más mínimo. Incluso nos pusieron una tabla para que pudiéramos salir sin caernos».

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«Esto no es una calle, esto es la gran vía», presume Antonia cuando habla de su calle. Sobre todo después de que una cuadrilla distinta a la que construyó las aceras se presentase el viernes 4 de noviembre para renovar el alquitrán de la calle. «No nos lo esperábamos, fue una sorpresa enorme».

La misma sorpresa que fue para ellos convertirse en protagonistas tras la publicación en HOY de un reportaje en el que se contaba que estos entrañables abuelos, padres de ocho hijos, pisarían por primera vez una acera de baldosa a los 90 años. «Cuando le dije a mi hija que habían venido del periódico se asustó. Me dijo que cómo se me ocurría abrirle la puerta a un desconocido, que en estos tiempos hay que tener mucho cuidado. Pero cuando vio que el reportaje se había publicado en el HOY se lo enseñó a todo el mundo, está muy contenta».

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Tanto ella como su marido se han visto superados por el cariño del vecindario. «Nos preguntaban qué habíamos hecho para salir en el periódico siendo una familia pobre. Pero nosotros les decíamos que no habíamos hecho nada, que nos habían preguntado porque éramos los mayores de la calle».

Afirma Antonio que cuando fueron a la carnicería Al Corte de la avenida de María Auxiliadora les tenían guardado el periódico. Y que también habían visto la noticia en el Horno Los Remedios, donde acostumbran a comprar el pan. «Ahora vamos más tranquilos porque pisamos una acera nueva. Sólo falta que arreglen la de la carretera de Olivenza, allí nos da miedo tropezar».

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No ocurre lo mismo en la calle El Viento y en la calle Linares, que después de años de espera han estrenado baldosas.

Además, en las últimas semanas ha sido asfaltado el paseo Condes de Barcelona, la calle Antonio Chaves (subida desde la carretera de Valverde a la parroquia del Cerro del Viento), Jesús Rincón Jiménez y las calles El Viento y Linares. También está a punto de ponerse en uso una nueva rotonda que comunicará la estación de autobuses con el Cerro del Viento. «Da gusto pasear por el barrio, ha mejorado mucho».

Calle ancha

En ese recorrido a veces recuerdan el día en el que Luisa y otras cuatro vecinas se plantaron para que la calle El Viento tuviera una anchura de diez metros. «Esto es una calle en condiciones, no como la calle Linares, que es mucho más estrecha».

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Rememora esta mujer que tanto ellos como el resto de los vecinos compraron a Julián Sacarruedas las parcelitas en las que levantaron sus casas. «Ellos eran los dueños de las huertas que había por aquí y nos iban vendiendo cachitos para que pudiéramos construir».

En aquella época Antonio tenía pocos recursos, por lo que pintó un solar de cinco metros de fachada. «Pero el albañil que me hizo la casa me dijo que con 5 metros sólo iba a tener para el pasillo y el mismo dueño de los terrenos me animó a que cogiera 6 metros».

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Su casa fue una de las primeras que se construyeron en la calle El Viento, pero un tiempo después comenzaron a edificar en la acera de enfrente. «Estaban comenzando a levantar una casa allí abajo cuando me fui con otras cuatro mujeres a hablar con el dueño y le dijimos que tenían que echar dos o tres pasos atrás la fachada para que la calle fuese más ancha».

Entonces no había planes urbanísticos, y si los había, no se hacían cumplir. Pero el empeño de aquellas vecina dio sus frutos y medio siglo después la calle El Viento sigue teniendo diez metros de anchura y coches aparcados en las dos aceras, mientras que en la calle Linares, justo la paralela, solo hay coches en una acera y siete metros de ancho.

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