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¿Qué ha pasado hoy, 17 de abril, en Extremadura?
Eugenio Amaya, con el cartel de la edición de este año. :: C. Moreno
«Lo más fácil es traer cuatro  nombres conocidos y llenar el teatro»

«Lo más fácil es traer cuatro nombres conocidos y llenar el teatro»

El director de Arán Dramática lleva dos años seleccionando y programando el cartel del Festival de Teatro Eugenio Amaya Director Artístico del Festival Internacional de Teatro de Badajoz

A. GILGADO

BADAJOZ.

Viernes, 18 de octubre 2019, 08:31

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Entre 2000 y 2005 Eugenio Amaya se hizo cargo de la programación paralela e internacional del Festival de Teatro. «Todavía hay gente que recuerda los espectáculos que vinieron». El año pasado volvió con una intención clara: poner en el escenario algo distinto a lo que se ve habitualmente en el López de Ayala. Amaya insiste en que desde hoy pone sobre la mesa un menú rompedor.

-¿Cómo traemos espectáculos transgresores?

-No se traen, se buscan. Conocemos la producción teatral extremeña y este año tenemos a creadoras de aquí con mucho talento como Concha Rodríguez, Memé Tabares o Virginia Campón. Pero lo que se hace fuera lo vamos a buscar. Ese proceso de búsqueda resulta muy satisfactorio. Muchos se sorprenden de que hayamos dado con ellos. Ahora te come esa expectación en ver cómo disfruta el público con lo que hemos elegido. Queremos que salgan del teatro distinto a como entraron.

«Estamos viendo ahora en Cataluña los efectos del adoctrinamiento y de un teatro que no asume su responsabilidad»

-Eso explica, por ejemplo, lo de 'Beep Boop'.

-Richard Saudek ha estado en el Festival de Edimburgo y en España solo se verá en Badajoz. Plantea un tema que me pareció muy relevante, la obsesión con los aparatos tecnológicos y por lo que ocurre en las redes sociales. No nos damos cuenta de que nos absorben y nos engullen. Y todo lo hace con el lenguaje de clown, con una expresividad y una destreza fuera de lo común.

-Ante un público que engulle maratones de series en el sofá en plataformas que te ofrece lo que sabe que te gusta, ir a sorprender es ir a jugársela.

-Es una tarea dura. En el metro de Madrid la gente ve películas en el móvil, pero eso no tiene nada que ver con venir al López y disfrutar de la destreza y el pálpito de los intérpretes. Hasta que nos suplanten los robots, el teatro ofrece algo completamente distinto. La novedad y lo auténtico reside aquí.

-Tras dos años programando, cree que ya ha conseguido la diferenciación que buscaba?

-Apostaron por esta estrategia tanto la Junta como el López de Ayala. Estamos todos implicados en esta vía. Por el panorama teatral circulan cierto tipo de espectáculos diseñados para vender, pero hay otros, como el nuestro, que ofrece experiencias nuevas. Es una apuesta que debe ir consolidándose. Lo decía Miguel Murillo, lo más fácil es traer cuatro nombres conocidos y llenar la sala. Da igual la calidad. Nosotros no buscamos eso. Despertar a un público adormecido resulta gratificante. Pero también sabemos que hay gente despierta que se identifica en lo que se le propone. No se trata de desmerecer lo que hay el resto del año, pero el público debe saber que en el Festival va a encontrar algo distinto. Peter Brook, el flamante Premio Princesa de Asturias, dice que el teatro muerto no ofrece novedad y el teatro vivo desafía al público.

-¿Cómo combinamos eso con números? Al final, a todos les exigen números.

-La Unión Europea tiene como línea estratégica fundamental el apoyo a la cultura, la utilización de fondos públicos para el desarrollo de la cultura. De ahí la responsabilidad, de saber que utilizamos fondos públicos y de no someternos a las leyes del teatro comercial. Nosotros, nuestro teatro, aportamos al desarrollo social como la educación o la sanidad. Por supuesto que debe fiscalizarse y ofrecer resultados, pero no deben ser solo de números. Hay que ver si esa cultura pagada con fondos públicos hace crecer humanamente a los receptores. La falta de cultura nos lleva al adoctrinamiento y a la barbarie. El teatro cuestiona, no adoctrina. Estamos viendo ahora en Cataluña los efectos del adoctrinamiento y de un teatro que no asume su responsabilidad. Habrá gente que piense que sus impuestos estén bien empleados si le ofrecen experiencias como las del Festival de Badajoz.

-¿Es de esos directores que se camufla entre el público para ver la reacción a la función?

-Con Arán Dramática suelo hacerlo. Observo al público y tomo notas. Volviendo a Peter Brook, también solía hacerlo. Tenía las narices de sentarse en medio del público y escuchar los comentarios. Yo eso lo hice una vez. Fue en Mérida, el último día de 'Coroliano'. Fue muy angustioso. Avisé a los que tenía a mi lado y les dije que la protagonista era mi mujer. Ahora no dirijo, pero lo siento igual. Me siento atrás y lo vivo con intensidad. Miguel Murillo, que suele estar conmigo, es más tranquilo, pero yo no paro de moverme. Siento que todo va a salir mal, que algo va a fallar, que todo ha sido culpa mía y que el mundo se va acabar. Pero me pongo a los pies del equipo técnico del López. Todo sale bien. Reciben las producciones con mucha profesionalidad y tratan a cada uno como si fuera único.

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