¿Qué ha pasado este lunes, 8 de diciembre, en Extremadura?
Antonio prepara uno de los carteles del mercadillo. ARNELAS

«Cuando me cruzo con un perro con abrigo siento envidia, en la calle no tienes dignidad»

En los centros que Cáritas gestiona en Badajoz conviven personas con adicciones, inmigrantes en situación irregular y personas que se han quedado en la calle por motivos económicos

Domingo, 15 de diciembre 2024, 09:25

«Cuando veo en la calle un perro atado con una cadenita y con abrigo siento envidia de él y pienso: ¿qué he hecho yo ... en la vida para merecer esto?». La frase es de Antonio, un malagueño que sabe lo que es vivir en la calle, caer en la droga, levantarse, volver a tropezar y reincorporarse de nuevo.

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Él es uno de los 22 usuarios que ha tenido esta semana el Centro Hermano de Cáritas, un hogar en el que conviven personas con adicciones, inmigrantes en situación irregular, personas que se han quedado en la calle por motivos económicos y usuarios que, por alguna otra razón, necesitan un lugar donde vivir.

En estos últimos días de diciembre una parte significativa de las plazas las ocupan personas extranjeras que han entrado en territorio español de forma irregular.

Afirma Víctor Martínez Lozano, el director de los centros para personas sin hogar de Cáritas, que en el Centro Hermano son ocho los residentes que responden a este perfil y once en el de Bravo Murillo. «Basta darse una vuelta por la ciudad para darse cuenta de que hay inmigrantes jóvenes llegados del África subsahariana, de Malí, del golfo de Nigeria... Estos días hemos tenido reuniones de coordinación y lo mismo que sucede aquí ocurre en Cáceres, en Burgos y en otras ciudades españolas. Creo que hay que ayudarles, la situación que se vive en Canarias es insostenible y es necesario dar una respuesta», prosigue Martínez Lozano.

Junto a este perfil, en el Centro Hermano abundan las personas que están en proceso de desintoxicación. Es el caso de Ismael, que nació en Badajoz pero vive fuera, donde tiene trabajo y todo lo que necesita. «Cuando murió mi padre comencé a consumir cocaína, pero vine al Centro Hermano y lo superé. Ahora he recaído tras un proceso de separación, es muy duro no ver a tus hijos y he vuelto a consumir. Pero lo voy a superar».

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Ese proceso también lo ha recorrido Antonio, que en el Centro Hermano superó su adicción al alcohol y ahora colabora como voluntario. «Los sábados organizo un taller en el que enseño a hacer pulseras y colgantes, y los días de diario acompaño a los usuarios cuando salen al médico».

En estos días, el Centro Hermano preparan un mercadillo con la ayuda de Ana Méndez, una profesora jubilada que les ayuda a pintar los carteles. «Estoy un rato con ellos, coloco el ropero y hago lo que se necesita».

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«Aquí se siente uno persona. Te acogen, te arropan, te liberan de las sustancias tóxicas... Uno se levanta con ganas de seguir adelante», concluye Antonio, que en el centro de Huerta Rosales ha vuelto a sentirse persona..

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