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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
Padres y alumnos en la biblioteca del colegio San Pedro de Alcántara, el pasado jueves. :: J. V. Arnelas
El colegio San Pedro de Alcántara de Badajoz también enseña a los padres

El colegio San Pedro de Alcántara de Badajoz también enseña a los padres

El centro del Casco Antiguo ha conseguido acabar con el absentismo escolar entre los alumnos de familias gitanas

Antonio Gilgado

Badajoz

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Domingo, 20 de mayo 2018, 09:48

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Jueves por la mañana. Las diez en el reloj y en la biblioteca del colegio San Pedro de Alcántara un grupo repasa reglas básicas de gramática y vocabulario. A los pocos minutos asoman por la puerta varios niños de primaria. Mientras el fotógrafo retrata el encuentro, Emilio Santos repite una y otra vez que se trata de una foto histórica. Pocas veces, padres e hijos gitanos han compartido colegio. «Esto no se ha visto antes», insiste.

Emilio Santos es el secretario de la Federación de la Conciencia Gitana de Extremadura (Fecogex). Lleva más de dos décadas combatiendo el fracaso escolar entre las familias gitanas de Badajoz. Ahora, explica, están naciendo los brotes de tantos esfuerzos.

Y en eso coincide Agustina Carmona, la directora del San Pedro de Alcántara.

Agustina Carmona Directora «El cambio se nota, antes solo pasaban uno o dos al instituto, ahora todo el curso»

Doce años al frente de un colegio singular. Enclavado en el Casco Antiguo, tiene una dedicación especial y preferente a las minorías étnicas. Más del 90% de sus sesenta alumnos son gitanos. También hay varios hermanos de familias inmigrantes que se dedican a la mendicidad. Algunos de los padres que ahora estudian en la biblioteca fueron alumnos de Agustina.

Los padres gitanos de ahora, advierte, no quieren para sus hijos lo que ellos tuvieron. Ya no hay que ir detrás de ellos para que escolaricen a los niños. Hay un dato que ilustra el cambio. En los primeros años de Agustina en el centro, solo uno o dos pasaban al instituto, ahora sale el curso completo.

Tenemos que empatizar con los problemas de las familias, hay que querer a los niños. Lo dice alguien que se ha dedicado, sobre todo, a abrir el centro al barrio. «Debe ser conocido como algo lleno de esperanza, no como un agujero negro», sentencia la directora. En esta mentalidad aperturista, los padres tienen un papel crucial. «Les contamos los proyectos que tenemos y lo que podemos hacer. Colaboran. Pero nosotros tenemos que echarles un capote». Ese capote del que habla es el proyecto Zaro. Es muy simple. Los padres se comprometen a hacer algún curso cuando solicitan la renta básica. Muchos ni tan siquiera se sacaron en su día el Graduado. En el San Pedro de Alcántara, y gracias a la colaboración de Fecogex, repasan cuestiones básicas que les pueden ayudar a mejorar su día a día. Desde redactar un curriculum hasta aprender a hablar en público. A Servicios Sociales les vale este refuerzo escolar para concederles la renta básica.

En el grupo de cada jueves están Manuela Suárez, Cayetano Vigas o Cristina Augusto. Cristina dejó de estudiar a los 18 años para casarse. Tiene tres hijos de nueve, siete y seis años. «No quiero que hagan lo mismo que yo. Que estudien todo lo que puedan y no tengan prisa en casarse. Yo siempre les apoyaré». Aprovecha los jueves para mejorar su vocabulario. «Me cuesta expresarme y aquí voy mejorando». Cayetano no llegó ni a quinto de EGB. «Me gustaba, pero mi padre murió y me puse a trabajar». Camarero durante años en la Costa Brava ahora, con 40 años, vive de los 500 euros de la renta básica. En la clase de los jueves ha aprendido algo de informática.

Manuela llegó hasta segundo de la ESO. Abandonó en cuanto se comprometió con su novio. Con tres hijos pequeños, confiesa, ni se plantea volver a los libros. Pone todas sus esperanzas en que sus hijos lleguen a la universidad.

Manuela, Cristina o Cayetano forman parte de la generación absentista. Niños que apenas pisaron las aulas y con unos padres que tampoco se preocuparon porque las pisaran.

Esperanza

Emilio Santos ve en este cambio una esperanza. Quizá, explica, porque han sufrido las consecuencias de ese abandono escolar tan temprano. La directora coincide en el diagnóstico. En el centro ya casi no tienen casos de absentismo. Son excepcionales o de familias de temporeros que se van fuera de Badajoz. Más que los protocolos, explica la directora, influye la mentalidad de los padres. Estos padres, insiste, son más maduros que los de la generación anterior.

Zaro es solo un proyecto más de los muchos en los que trabaja el San Pedro. Hay talleres con Cruz Roja o convenios con la FMD para que sus niños puedan acceder a los cursos de natación sin pagar. Hay que sembrar mucho, coinciden, para recoger los frutos. «Seguiremos sembrando».

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