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Badajoz
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Domingo, 4 de febrero 2018, 08:54
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Las características del suelo son fundamentales a la hora de construir. Que los edificios se asienten en un tipo de terreno u otro es determinante para los daños estructurales que puedan presentar en el futuro. En tal caso, el mantenimiento será más caro.
El axioma que maneja el arquitecto Francisco Hipólito (Badajoz, 1965) es que en función del suelo se requiere de un tipo determinado de cimentación. Es esa la que puede evitar que aparezcan patologías a posteriori y, en definitiva, problemas que suelen ser costosos de solventar. En su tesis doctoral (leída en noviembre de 2016 en la Universidad de Oviedo) traza un mapa geotécnico de la ciudad con los tipos de suelo que existen y cómo eso determina la cimentación que se debe usar. Está basado en 459 sondeos facilitados por los laboratorios de Elaborex y Lyccsa elaborados entre los años 1990 y 2010. Esos análisis desvelan que «la ciudad no crece hacia los suelos más idóneos, sino por otros intereses». Y cita a los especulativos o de lobbies.
En 2006 entró en vigor el código técnico de edificación, que obliga a realizar estudios geotécnicos antes de las obras para acertar con la cimentación. Antes de esa fecha solo era obligatorio en viviendas de protección oficial y en el resto de casos no se hacía porque suponía un ahorro. En función de ese mapa, ha visto que hay zonas de la ciudad que requieren de cimientos especiales para evitar los riesgos de que los edificios presenten patologías en sus estructuras una vez pasado el tiempo. Suele coincidir con que esos terrenos se usan para levantar edificios dotacionales o viviendas de carácter social.
Se refiere, por ejemplo, a tres zonas donde hay suelo de relleno y que, por tanto, sufren el mismo riesgo. Son Suerte de Saavedra, Las Moreras y la Cañada, lo que apunta a zonas donde se han levantado viviendas sociales. Y añade un cuarto punto donde se ha usado relleno, como es el entorno de la plaza Virgen de Bótoa, en Ciudad Jardín, porque en su día allí hubo un centro de residuos sólidos urbanos (basuras).
En Ronda Norte, por ejemplo, el nivel freático está alto y eso obliga a tomar medidas especiales en cuanto a los sótanos para evitar humedades y todo lo que conllevan cuando esas aguas suben. O cuando lo hacen las aguas de riego de las huertas cercanas.
Hace hincapié en la margen derecha de la avenida de Elvas, entre el polígono El Nevero y El Faro, donde en su día se asentó una fábrica textil. Toda esa zona abarca la ciudad deportiva del Vivero, la Urbanización Guadiana, la zona de bares delante de esas viviendas, el centro comercial Conquistadores, la casa de la mujer, el campus universitario y el centro comercial que se asienta en la antigua Hering. «Todo ese suelo tiene riesgo de expansividad, lo que exige una cimentación especial por posibles problemas estructurales después», añade.
En el mapa de catas y sondeos no aparece Santa Marina, dado que es una zona consolidada y apenas se han realizado nuevas construcciones desde los años noventa. La mayor parte son anteriores.
Analizando los datos, Francisco Hipólito asevera que «con frecuencia se observa que las características del suelo no se tienen en cuenta para la planificación urbanística de la ciudad. La ciudad no crece hacia los suelos más idóneos, sino a otros intereses, como los especulativos y de lobbies. Eso es así en esta y en otras ciudades».
El arquitecto cree que los planes generales de urbanismo debían contar con un mapa geotécnico como el que ha diseñado para tener en cuenta los condicionantes del terreno, dado que a la postre son un componente más de la construcción, y determinan el futuro de las edificaciones. Y son muy pocas ciudades las que cuentan con uno. En realidad, un mapa geotécnico es un banco de datos del subsuelo y establece las áreas más homogéneas para construir.
Y eso es necesario -defiende- porque «el sobrecoste presupuestario que conllevan los terrenos inadecuados para las edificaciones los deben soportar los ciudadanos y eso es una servidumbre permanente». Bien a través de fondos públicos sustentados por los ciudadanos o bien de forma directa en propiedades privadas. Por eso defiende que las administraciones deben tener en cuenta la calidad del suelo a la hora de asignarle los usos en los planes generales de urbanismo.
Considera que los suelos de la ciudad son muy buenos, pero cree que hay que tomar medidas para que se tengan en cuenta las particularidades de las parcelas.
La tesis le costó cinco años de trabajo, un tiempo con el que contó con el apoyo de otros especialistas de distintas áreas de la Universidad de Extremadura para completar este mapa de la ciudad.
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