Más de cien menores cierran el verano en los comedores extraescolares de Badajoz

Para las familias del Casco Antiguo ha permanecido abierto el colegio General Navarro, para las de Antonio Domínguez y el Cerro de Reyes el Pastor Sito, y el Nuestra Señora de Fátima para los de San Fernando.

El programa empezó durante la crisis para garantizar la alimentación saludable a los niños con los padres en paro y que habitualmente comían en los comedores escolares de los colegios.

Con el paso de los años han ido ampliando la oferta y ahora la Junta lo entiende como un proyecto de integración social. El objetivo es ofrecer programas de ocio y cultura a menores que habitualmente no tienen acceso a este tipo de actividades.

Los servicios sociales de base que conocen la realidad de los barrios derivan a Cruz Roja los beneficiarios. En la Junta recuerdan que se retomará en Navidad y se repetirá en Semana Santa.

Carmen Núñez, directora general de Política Sociales, apuesta por combatir la estigmatización de los participantes abriéndolos a familias sin ninguna necesidad económica y convertirlo en un apoyo para la conciliación familiar.

A medio plazo, en la consejería se han propuesto ampliar la diversidad de los participantes. Esa evolución se nota también en la programación. En las primeras ediciones no salían de los centros.

Y este verano, sin embargo, han pasado muchas mañanas de excursión por el patrimonio de la ciudad, en la piscina o en el parque de Castelar. Han seguido una programación similar a la de cualquier actividad extraescolar de un centro privado.

Se trata de combatir el tópico de niños pobres que pasan el verano con monitores de Cruz Roja para que con el paso del tiempo se vayan incorporando menores que habitualmente acuden a campamentos privados. Un formato similar al de Cruz Roja sigue el de la asociación de vecinos El Gurugú. Desayuno y comida con ocio y juegos durante toda la mañana para favorecer la convivencia.

Ricardo Cabezas, el veterano presidente vecinal, recuerda que ellos trabajan durante todo el año en iniciativas de este tipo.

Durante el curso, por las tardes, hay refuerzo escolar y merienda para las familias que no pueden pagar una profesor particular.

El Gurugú puso en marcha los comedores de verano en los primeros años de la crisis gracias a la colaboración de la Fundación Educo, una oenegé que promueve este tipo de iniciativas por toda España y que se centró en proteger a la infancia de los recortes sociales. A base de repetir ediciones, en el barrio han ido creando una red de apoyo de empresas y supermercados que donan alimentos o de jóvenes que colaboran como voluntarios.

En el Gurugú han atendido este verano más de sesenta menores. En la mayoría de los casos se trata de hijos de padres jóvenes sin formación mínima a los que les cuesta encontrar un empleo estable. También se repiten los casos de parados crónicos o familias numerosas desestructuradas.

La Fundación CB les ayuda a pagar a los monitores y algunos desplazamientos para excursiones. Cualquier salida al centro de la ciudad tiene que hacerse en autobús, que en este caso se trata de un elemento porque permite que los niños conozcan alternativas de ocio fuera de su entorno. Ricardo Cabezas siempre repite la misma idea cada fin de verano. «Ojalá que el año que viene no sea necesario».