Los centros de Cáritas afrontan la ola de frío con todas sus plazas ocupadas
El albergue de la calle Bravo Murillo amplía su horario para ofrecer a las personas sin hogar un lugar en el que pueden estar casi todo el día
El albergue de la calle Bravo Murillo ha cubierto esta semana sus 26 plazas de acogida y también una de las tres plazas reservadas para ... casos urgentes, una situación que no sorprende ahora que comienzan a registrarse temperaturas bajo cero.
Confirma Víctor Martínez Lozano que la ocupación del albergue de emergencia es alta durante todo el año. «A veces la policía trae a personas que encuentra en la calle y necesitan pasar la noche, intentamos que siempre haya hueco para esos casos urgentes».
Víctor es el director de los dos recursos asistenciales para personas sin hogar con los que cuenta en la ciudad Cáritas de Mérida-Badajoz. Uno es el albergue de emergencia de la calle Bravo Murillo y el otro, el Centro Hermano, dotado con 28 plazas.
En el de Bravo Murillo esta primera hora de frío no ha quedado espacio libre. En el otro, especializado en la atención de personas que han iniciado de forma voluntaria un programa para reinsertarse, también se roza el lleno.
Los dos centros son gestionados por Cáritas con el apoyo de sus voluntarios y la financiación que aportan sus donantes y las instituciones públicas, pero la función que cumplen es distintas: mientras el de Bravo Murillo ofrece alojamiento a personas que en muchos casos solo buscan un refugio para regresar después a la calle, en el Centro Hermano de Huerta Rosales se llevan a cabo programas de deshabituación de sustancias (alcohol, droga...) o de comportamientos perjudiciales como la ludopatía. Al mismo tiempo, se presta apoyo a personas inmigrantes que necesitan regularizar su situación en España para acceder a un empleo. Y también se ofrecen itinerarios laborales para quienes ya han comenzado a dar pasos hacia su reinserción.
El Centro Hermano funciona las 24 horas del día los 365 días del año. El albergue de emergencia también da servicio a diario pero el horario es distinto: abre a las 5 de la tarde y cierra a las 9 de la mañana.
Eso es lo habitual pero en estos días de frío sólo cierra sus puertas entre las 12 del mediodía y las 5 de la tarde, coincidiendo con la hora en la que los residentes salen a comer, Cree Víctor Martínez Lozano que esas tres horas de ampliación horaria son de mucha utilidad, puesto que coinciden con un momento del día en el que todavía no se han recuperado las temperaturas.
Comidas especiales en Navidad
Además, durante las fiestas de Navidad el centro abrirá las 24 horas del día tanto el día 25 como el 1 de enero y el día de Reyes, tres jornadas en las que se ofrecerán comidas especiales «con langostinos y un buen solomillo para que los usuarios se sientan como en casa».
«Hay personas que se resisten a venir a un centro como este, pero también atendemos a personas que no quieren estar en un lugar así y que desearían pasar las fiestas en un hogar, rodeados de su familia», expone Martínez Lozano.
Este perfil coincide con uno de los usuarios a los que se espera durante los próximos días en el Centro Hermano. Trabaja en la venta de seguros y por lo que han sabido en el centro las comisiones no le permiten abonar la habitación en la que vive, razón por la que ha decidido solicitar plaza hasta que su situación económica mejore. «A veces se piensa que quienes vienen aquí tienen un problema mental o una adicción, pero no siempre es así, atendemos a personas completamente normalizadas que no tienen un lugar donde vivir».
Lo habitual es que este tipo de usuarios no pase demasiado tiempo en el Centro Hermano, cuyas plazas son ocupadas por personas que siguen un programa de reinserción.
Distinta es la situación en Bravo Murillo, donde se ofrece alojamiento a toxicómanos y a personas sin voluntad de dejar la calle. «Si en nuestros centros atendemos a una media de 50 personas, yo calculo que en la calle debe haber otras 50. Esa es la cifra que se maneja cuando nos reunimos con Cruz Roja, que es la entidad que se encarga de ofrecer apoyo a quienes siguen viviendo en la calle».
«El albergue de Bravo Murillo y el Centro Hermano cumplen una función importante, pero es verdad que hay almas libres que se resisten a ir a estos centros. Es una pena porque la calle es un martillo pilón también a nivel mental. Tantos días de soledad, tantos días sintiéndose apartados y mal mirados, terminan haciendo mella en la salud mental de esas personas y al final les resulta complicado reinsertarse. Pero muchos lo consiguen y otros quedan limpios de sus adicciones durante un tiempo, aunque luego recaigan. Yo creo que merece la pena seguir aquí, mucho más en estos días tal duros», concluye el director de estos centros.
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