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Lunes, 18 de junio 2018, 08:04
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El club de Piragüismo de Badajoz ha convertido en tradición previa al verano prestar sus embarcaciones a quien quiera probar cómo es dar paladas por el Guadiana. Ayer celebró su jornada de puertas abiertas por quinto año consecutivo. En un principio se idearon para dar a conocer unas instalaciones que llevaban décadas reclamando. Ahora han conseguido cierta estabilidad, reconoce su presidente, Juan Carlos Sánchez Gracia, para quien el camalote y el nenúfar mexicano siguen siendo las asignaturas pendientes.
Mucha gente que ayer por la mañana se acercó por primera vez a esta parte de Badajoz situada junto al azud descubrió ayer el problema con sus propios ojos -más bien se topó con él, literalmente- y se dio cuenta de cómo estas plantas invasoras limitan la actividad en el Guadiana. «Te acortan la pista de competición porque han puesto barreras, y si antes se podían recorrer cuatro kilómetros y medio hasta El Pico, ahora solo puedes hacer dos kilómetros, hasta el Puente Real. Llevamos siete años denunciando esta situación y la realidad es que cada vez hay más. Es evidente que no se están empleando medidas suficientes», dice Sánchez señalando un pantalán nuevo pero impracticable porque está rodeado de camalote y no se pueden aproximar las embarcaciones.
Félix de las Heras Probó por primera vez
La jornada de ayer, empezó con una travesía hasta el Puente Real destinadas a empleados del centro comercial Decathlon. Después, entre las once de la mañana y las dos de la tarde, el club puso a disposición del público, de manera gratuita, un total de 40 embarcaciones de las que la mayoría eran kayacs de gran estabilidad y alguna tabla de paddle surf. Félix de las Heras, de 47 años, vino a probar con Carmen, su esposa, y sus dos hijos, de 10 y 12 años. «Es la primera vez que venimos a esta zona y me ha encantado ver Badajoz desde el río, que la verdad me lo esperaba más sucio», declaró después de perder el equilibrio y caer al agua, un imprevisto que toda la familia se tomó con buen humor.
También se dejaban probar piraguas de competición, siempre con el asesoramiento de los diez monitores y voluntarios. «Han venido desde niños de cinco años a personas de setenta. Suele ser un evento muy familiar y, aunque la mayoría es de Badajoz, muchos descubren por primera vez esta parte de la ciudad», dice el presidente del Club de Piragüismo de Badajoz, que tiene ya más de cien socios y cuenta con tres monitores permanentes, una directora deportiva, Ana Falcón, y un entrenador, Sergio Morcillo, además dos destacadas paracanoistas como Inés Felipe y Elena Ayuso.
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