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Hace poco Alejandro González Amador conoció al único rey de América Latina. Se trata de Alexis Reynaldo, monarca del pueblo Naso, una comunidad indígena que lleva años reclamando a Panamá que reconozca su comarca. Uno de sus objetivos es tener autonomía para que se estudie su lengua en las escuelas porque ahora la hablan muy pocos vecinos, apenas las autoridades locales. «Allí sentí, y muchas veces nos pasa, que estamos viviendo el ocaso de esa lengua. Que podemos volver en cinco años y no estará», dice Alejandro. Este joven pacense lleva dos años implicado en un proyecto para salvar la diversidad lingüística en América Latina. Es un buscador de lenguas.
El nombre del programa en el que trabaja Alejandro González es Proyecto Wakaya. Es una palabra de la lengua peruana Kukama Kukamiria que es la acción de dar algo a cambio de otra cosa, incluidos los conocimientos. Y ese es el objetivo de este trabajo, salvar el intercambio de cultura porque defienden que las lenguas son básicas para mantener la historia de los pueblos.
El Proyecto Wakaya nació en Barcelona. Allí coincidieron un grupo de españoles realizando un máster sobre periodismo de viajes. Al terminar decidieron emprender esta aventura junto a un chileno y una brasileña. En total son siete personas de perfiles muy diversos: traductores, periodistas, psicólogos, etc. Durante un año trazaron un plan y luego se reunieron en Ciudad de México para iniciar lo que llaman 'el viaje'.
Su trabajo consiste en documentar lenguas en peligro de extinción. Con la información que reúnen publican artículos en una web, pero su objetivo final es crear un documental que refleje esta experiencia. Se trata de denunciar una pérdida que muy pocos conocen.
Alejandro González explica que es una situación complicada porque las lenguas se están extinguiendo y detrás hay problemas muy serios. «Ha habido muertes, asesinatos, hay pobreza. Nos gustaría poder dar voz a sus problemas».
El Atlas Sociolingüístico de Unicef indica que en el mundo se hablan cerca de 6.000 idiomas, pero estima que la mitad puede haber desaparecido a final de siglo. Los que más sufren este problema son los pueblos que fueron colonizados. Alejandro González es muy consciente de ello al viajar por América Latina. «Por todos los países que pasamos hubo extremeños y muchas veces haciendo daño», añade.
La globalización y otros conflictos sociales también han limitado a estos pueblos y sus lenguas en los últimos años. En América Latina el problema afecta especialmente a las comunidades indígenas. Los datos de Unicef muestran que en el continente hay 420 lenguas en uso pero el 26% está en peligro de extinción.
Por el momento el Proyecto Wakaya ha documentado 13 lenguas en siete países distintos. Su intención es visitar el doble de naciones y llegar a la treintena de idiomas.
El grupo viaja en ocasiones unido y en otros casos se separa para avanzar más rápido. Han estado en México, Panamá o Costa Rica y sus próximas paradas serán Colombia y Ecuador. De norte a sur su intención es recorrer todo el continente y encontrar los casos más llamativos de lenguas que se pierden.
González, que tiene 27 años, estudió traducción y posteriormente fotografía, así que está aprovechando sus conocimientos del lenguaje y además siempre carga con su cámara a cuestas. Dice que es una gran experiencia y que cuenta con el apoyo de su familia y sus conocidos. «Me conocen y saben que siempre me ha interesado viajar».
En su caso ha estado en México, también en Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Tiene cientos de historias, pero recuerda especialmente algunas. Por ejemplo la lengua náhuatl, de El Salvador, que solo hablaban un puñado de personas mayores. «Ya estaba prácticamente extinta y un joven, Daniel, lo dejó todo y se fue a vivir allí para ir recuperándola. Está realizando un trabajo titánico. Impresiona», asegura el joven pacense.
González explica que en la mayoría de los poblados en los que han trabajado les reciben muy bien, a pesar de que en ocasiones llegan a comunidades muy aisladas. «Se sorprenden de que estemos interesados en las lenguas, pero lo acogen bien. Se involucran mucho porque siempre es agradable que te pregunten por lo tuyo».
Todo el proyecto es autofinanciado. Ellos mismo se han pagado parte de los gastos y además están recaudando fondos a través de una campaña de crowdfunding en la plataforma 'Gofundme'. El objetivo es poder costear los viajes y el documental. Esta obra, destacan desde Wakaya, no tendrá ánimo de lucro sino que servirá como denuncia. También se entregará a los miembros de cada comunidad «para que estos puedan darle un uso didáctico y para que contribuya, de una forma activa, a la preservación de las lenguas», añaden. Durante este año aún continuarán con su trabajo de documentación y luego comenzarán la postproducción. Esperan que el documental vea la luz a finales de 2019.
En breve, explica Alejandro González, también publicarán una revista de viajes aprovechando los conocimientos que están acumulando. Será otra fuente de ingresos para poder seguir buscando las lenguas que no quieren que se pierdan.
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