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Viernes, 23 de febrero 2018, 07:59
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«Voy a salir a buscarte que hoy las estrellas se ven más brillantes». Lo canta Ana Fernández-Villaverde, La Bien Querida, en 'Dinamita', uno de sus grandes temas.
Todo empezó en 2005 cuando Jota (de Los Planetas), le animó a ponerse delante del micrófono, hasta ese momento se dedicaba a la pintura y a escribir sus propias canciones.
En el año 2015 sorprendió al universo indie con la trilogía 'Premeditación, nocturnidad y alevosía'. Letras íntimas y mensajes directos -«me muero de amor cuando me esquivas, prefiero estar muerta a sentir que esto se acaba»-, mañana a las nueve de la noche se sube al López de Ayala.
En gira con 'Fuego' (Elefant Records) su quinto álbum, a Badajoz viene mañana en acústico. Arropada por su inseparable David Rodríguez, con el que empezó en este proyecto musical. Ana se encarga de las canciones con la guitarra (letra y música) y David de la producción y arreglos para el disco.
«Con la banda me lo paso mejor. Es más divertido, pero en acústico hay más intimidad y más contacto con el público que en grupo». Menos a resguardo, confiesa que la timidez le impide ser más comunicativa de lo que le gustaría en estos acústicos. «El público es lo mejor que tienen los artistas».
Hace tiempo que esta bilbaína residente en Madrid y habitual en los Contempopráneas enamoró a los críticos musicales. Cuesta leer algún reproche a sus trabajos.
Todos son elogios. Neotonadillera, compositora de altura, versátil... Son algunos de los piropos que se repiten en las publicaciones especializadas del universo indie. «Los discos que he sacado siempre han sido bien recibidos por la prensa, pero la última palabra la tiene el público. Paga las entradas, va a verte, te sigue...». Ya lo dijo una vez, lo realmente difícil es enamorar a los que pagan por verte.
La Bien Querida no se cansa de cantar al amor y al desamor. Con tantas canciones en las espaldas, el reto ahora pasa por no repetirse. En el primer disco, cuenta, todo es más fácil. No has escrito nada y nadie sabe lo que ha pasado en tu vida. Pero pasa el tiempo y hay que seguir componiendo. «No quieres hacer lo mismo siempre. Aunque a muchos les de igual, yo no quiero aburrirme de mi misma. Haces algo que gusta y lo fácil sería repetirlo, pero eso yo no lo comparto».
No reincidir le lleva casi a la penitencia. «He sufrido un montón haciendo canciones. Ahora estoy con las del próximo disco y lo paso mal». La culpa, cuenta, es de la autoexigencia. «Hay veces que no me gusta nada lo que hago. De todo lo que he hecho en este tiempo me quedo con 'Dinamita' y 'Muero de amor'. Me gustan muchos los temas de corte clásico, los que suenan bien con cualquier arreglo. Con guitarra y piano».
Igual que el poeta busca llegar al poema redondo. Sonoro, limpio y contundente. Ana también sabe en cada composición cerrar el círculo que abre en la historia que cierra cada canción.
'Fuego' ya lo ha presentado en Madrid, Barcelona y Valencia, pero poco tiene que ver con 'Premeditación, nocturnidad y alevosía' de hace dos años. Este último trabajo es más un disco de canciones. Deja atrás una apuesta conceptual en la que hablaba de desazón, despecho, relaciones tóxicas y de pasajes oscuros para llenar ahora el armario con un tono reconciliador de experiencias emocionales más dulces. En el anterior, por ejemplo sonaba 'Ojalá estuvieras muerto'. «Ahora quería dejar un buen sabor de boca a quien lo escuchara. El amor tiene siempre una parte dulce y otra amarga. Como la vida misma». Aunque no todo es color de rosa en la etapa de 'Fuego'. No ha podido desprenderse del tono melancólico tan característico de La Bien Querida desde su debut con 'Romancero'.
En el tema '7 días juntos', por ejemplo, canta a ritmo de cumbia el flirteo y la tensión entre dos desconocidos que se conocen. El encanto del principio se rompe con el desengaño del final porque muchas de estas aventuras tienen casi siempre fecha de caducidad.
«Tú querías divertirte y yo quería quererte».
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