«Los bibliófilos somos unos locos y casi delincuentes por ese afán de posesión»
Matilde Muro es la nueva presidenta del colectivo extremeño, una de las pocas agrupaciones en España que defiende el libro como patrimonio
Matilde Muro nació en León en diciembre de 1954. Funcionaria del Estado durante 47 años, y vive en Trujillo, donde llegó porque a su padre lo trasladaron como ingeniero de montes. Dice que tiene tres pasiones: su hija, la fundación que puso en marcha después de visitar la India para dar trabajo a las viudas jóvenes de aquel país y los libros.
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No esconde el entusiasmo por haber sido elegida hace un mes presidenta de la Unión de Bibliófilos de Extremadura (UBEX). «Encantada de la vida porque siempre he vivido rodeada de libros y me importan mucho». Dice que el vicio le viene de niña. Su madre ya le avisó entonces que dejara de acumularlos en casa porque no había sitio para más. «Le dije que nos fuéramos a una casa más grande porque no iba a cambiar».
La UBEX se creó hace 27 años, tiene su sede en Badajoz y aglutina a más de 150 socios que conciben el papel impreso como patrimonio histórico y cultural.
«La inmensa mayoría desconoce que existimos. Incluso se sorprenden cuando nos descubren»
Aunque resultan frecuentes en Francia, Inglaterra o Estados Unidos, el colectivo de bibliófilos extremeños es de los pocos en España.
Mantener la UBEX con vida casi tres décadas exige trabajo altruista y tiempo para sacar del olvido libros antiguos, tomos descatalogados y archivos arrinconados. Desde su nacimiento sobrevive con el patrocinio de la Junta de Extremadura, pero desde la crisis la aportación se ha reducido más de la mitad y ahora cuesta más sacar adelante los proyectos. Es el momento de buscar patrocinios. «La gente se cansa porque resulta agotador ir todos los días pidiendo, llamando o exponiendo ideas para temas culturales, que se consideran erróneamente artículos de lujo».
Dio el paso al frente porque concibe la cultura como un bien de primera necesidad y se ha propuesto implicar a más gente en el patrimonio bibliográfico. La Unión de Bibliófilos, recuerda, impulsó el debate político para crear la Biblioteca de Extremadura y convertir la sede la Alcazaba en la columna vertebral documental de la región. A este logro le siguió la prolongación de la Facultad de Biblioteconomía. «Ahora toca decirle a la gente que seguimos vivos. La inmensa mayoría desconoce que existimos. Incluso se sorprenden cuando nos descubren».
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Más allá de empezar a moverse por las redes sociales o de promover más exposiciones y conferencias, la nueva presidenta pone el foco en la promoción de la investigación. Hay una parte de la historia de Extremadura por descubrir que permanece enterrada en archivos, documentos o registros. Y pone un ejemplo, apenas se ha investigado la presencia de Cervantes en Extremadura. «Y como él, otros muchos intelectuales pasaron por aquí y no sabemos nada, pero su rastro seguro que permanece». Para llegar a esas respuestas hay que invertir mucho tiempo de lectura y de búsqueda. Solo con la insistencia propia de un buscador de tesoros emergen fondos valiosos, aunque casi siempre ignorados. Basta recordar que el primer libro que se publicó en España se hizo en Coria, que en Trujillo se depositó el archivo de protocolos del colegio notarial de España en el que se registraron todos los testamentos de los que emigraron a América o que en el Monasterio de Guadalupe se conserva la mayor colección del mundo de cantorales.
En el libro -defiende- se encuentran las raíces culturales de un territorio. «No hemos surgido de la nada». Por eso reivindica la aportación de los bibliófilos como agentes culturales. «Somos unos locos y casi delincuentes por ese afán de posesión. No te conformas con saber que existen los libros, quieres poseerlos».
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Todo lo que se haya publicado, escrito o transcrito en Extremadura les interesa, incluso material efímero como carteles o folletos. Gracias a estos documentos pueden cotejar, por ejemplo, los días que Margarita Xirgu actuó en el Teatro Romano y qué obra interpretó. En definitiva, todo el papel impreso en tinta que diga algo de la región es objeto prioritario para ellos.
Patrimonio
Matilde Muro se ha puesto como prioridad fomentar ese interés por lo bibliográfico como una parte más del patrimonio a conservar. Una tarea compleja en un contexto tan virtual en el que el libro incluso estorba. Tienen en marcha un proyecto de segunda vida. Tan sencillo como habilitar un depósito en los ayuntamientos para que se entreguen los que sobran en casa. Después se ordenan, se catalogan y se ponen a disposición del público para que los consulten cuando quieran o se los lleven. En Trujillo, por ejemplo, ya funciona un punto de lectura 24 horas al día que los libra de la hoguera.
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En el poco tiempo que lleva al timón ha notado la ilusión renovada de sus compañeros. Ahora toca contagiar a los demás, incluso a los que han nacido con el digital en el bolsillo. Todo lo que sea leer y conocer, explica, siempre debe ser bien recibido, pero el objeto físico implica a los cinco sentidos. Se puede oler, tocar, subrayar.
La nueva presidenta habla estos días mucho con escritores, editores y distribuidores para sondear la predisposición de las otras partes. «Seguro que todo lo que tengo en la cabeza no va a salir. Me encantaría, por ejemplo, traer a Rowling, que habla un castellano perfecto, para que le cuente a nuestros niños lo de Harry Potter. Pero he toreado en muchas plazas y con tanta ilusión tienen que darme muchos palos para tirarme». Toda esa energía la achaca al veneno de libro. «Si te pica estás perdido».
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