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David Flores Núñez posa en el jardín construido junto a su edificio. :: pakopí
Un jardín en la puerta de casa

Un jardín en la puerta de casa

David Flores ha convertido un callejón de tierra lleno de excrementos en un coqueto espacio dedicado a las plantas

Evaristo Fdez. de Vega

Martes, 4 de abril 2017, 07:51

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Cuando David Flores llegó al barrio de las 500 pronto supo que viviría en la 'calle del abandono'. Ese nombre bien podría definir a la mitad de las calles peatonales que discurren entre la Escuela Virgen de Guadalupe y el antiguo mercado de San Roque. Pero David nunca se acostumbró a que la franja de tierra por la que iba a corretear su hija siempre estuviera llena de excrementos de perro. «Aquí se caían las hojas de los árboles y estaban en el suelo hasta que el viento se las llevaba. La imagen era horrible».

Hasta que un día, cansado de sufrir ese espectáculo, este pacense de 33 años decidió actuar. «Yo trabajo en una central frutícola del polígono El Nevero en verano, tengo trabajo de mayo a noviembre y en invierno estoy parado cobrando la renta agraria. No tengo mucho que hacer y a finales del año pasado empecé a quitar las hojas».

El cambió se notó y un día decidió comprar «dos arbolitos y un par de rosales» para plantarlos en esa zona de tierra por la que apenas pasan los barrenderos municipales porque pertenece a la comunidad de propietarios.

David disfrutó con la experiencia y en las semanas siguientes fue ampliando la zona de actuación. Gastó algunos euros más en plantas y consiguió varios neumáticos que, con habilidad, imaginación y una buena capa de pintura logró convertir en jardineras.

Pronto comenzó a ser felicitado por el vecindario. El espacio abandonado que siempre había sido utilizado por algunos vecinos como 'pipican' se transformó en un jardín cuidado y repleto de colores en el que crecían un limonero enano «sacado de un hueso», una lima, un mandarino, un naranjo ornamental, margaritas africanas, gazanias, granados enanos, romero...

Tal fue el éxito que Manuel Cordero, un vecino del bloque de enfrente, comenzó a imitarlo. Cambió el aspecto de la otra mitad de la calle y lo que antes era un espacio salpicado de excrementos se transformó en un jardín de autor.

Como colofón a esa obra, David decidió crear unos caminos de pizarra y piedra blanca con los que trata de imitar los empedrados portugueses. «Sólo van sujetas a la tierra, como se hace en Portugal».

Un jardín de este tipo habría tenido un coste importante en cualquier otro lugar, pero David ha hecho el milagro de convertir materiales inservibles en un mosaico vegetal en el que todo procede del reciclaje. Incluso el tocón de un viejo árbol cortado lo ha rodeado de piedras para convertirlo en una jardinera circular.

Restos de obra condenados a terminar en una escombrera han tenido una segunda vida en manos de este jardinero capaz de transformar ladrillos huecos en maceteros dobles donde ahora crecen bellas plantas ornamentales. «Lo mejor de todo es que los vecinos me animan y respetan lo que estoy haciendo, todo el mundo está orgulloso».

Una comunidad de propietarios de la zona ya le ha encargado que adecente la fachada de otro edificio con alguna planta y David confía en que esta afición a la jardinería pueda reportarle ingresos. «Si alguien quiere que le prepare el jardín estoy en disposición de hacerlo, creo que no se me da mal».

En estos inicios de la primavera, la calle José Reynolds de Miguel luce coqueta. Cuesta trabajo encontrar esa 'calle del abandono' a la que hace ahora cuatro años llegó David Flores, el pacense que ha hecho posible que sus vecinos de bloque vuelvan a mirar con orgullo el entorno en el que viven.

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