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Algas en el fondo del mar. University Of The Sunshine Coast
¡Una de algas! Esta 'verdura' del mar se cuela en la carta del bar

¡Una de algas! Esta 'verdura' del mar se cuela en la carta del bar

ODS 12 | Producción y consumo responsables ·

Si a los pioneros agricultores del mar les decían que «eso no se come», ahora el interés por las algas comestibles va en aumento. Es ya un mercado con un potencial de millones de euros.

Raquel C. Pico

Lunes, 29 de mayo 2023, 07:39

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Si las cafeterías 'cool' de las ciudades son un medidor de picos de interés, la carta de uno de esos espacios en el centro de Vigo puede servir de pista para señalar una tendencia al alza. A los cócteles y cafés habituales les suman cosas para picar y, entre esa oferta, ahora también hay pizzas hechas a partir de algas recolectadas en las rías gallegas.

Son uno de los productos de Galuriña, una pyme de la comunidad que hace masa de pizza —pero también de la más tradicional empanada— con algas. Carmen Sánchez, su responsable, cuenta que empezó con curiosidad y defiende ahora los beneficios de las algas y su potencial. Son algo «sano, saludable», explica, y también para todos los públicos. «Mi madre come algas y mi suegra está enganchada a las pizzas», ejemplifica. Sus productos son una muestra de un creciente interés por esta 'verdura' del mar.

«Cuando empezamos a recolectar algas para comer nos consideraban casi locos, eso no se comía», apunta Antonio Muiños, cofundador con Rosa Mirás de Portomuiños, una de las empresas de alimentación pioneras en Galicia en trabajar con este material. «Nosotros empezamos estudiando la posibilidad de incorporar las algas en la alimentación como verduras de mar con la Universidad de Coruña y ver si podríamos envasarlas en una pequeña conservera que teníamos», rememora ahora.

Puede que, en 1998, cuando empezaron, la idea de incorporar algas a la alimentación diaria pareciese sorprendente o llamativo, pero en 2023 no lo resulta tanto. De hecho, las algas son vistas ya por diferentes organismos como un elemento con potencial y las estimaciones económicas apuntan a un esperable crecimiento.

La edición 2022, la más reciente, del estudio 'Blue bioeconomy report', que elabora el Observatorio Europeo del Mercado de los Productos de la Pesca y de la Acuicultura (EUMOFA), incluye una estadística: se espera que el mercado de las algas pase de mover 41.000 millones de euros —la cifra de 2020 y del que el 20% es europeo— a unos 89.000 millones en 2027. Este crecimiento viene marcado por el mayor interés en su valor alimentario, que se incluye ya en las recomendaciones de sostenibilidad de la FAO, y un mayor apoyo global a sus usos.

Las algas se ven como un posible reservorio verde para limpiar el aire y liberar oxígeno, como un potencial biofuel, una alternativa al packaging plástico o como una emergente materia prima para la industria de la cosmética o de la salud. Y, por supuesto, cada vez se tienen más en cuenta sus beneficios potenciales en la alimentación, donde se ven como una apuesta saludable y con potencial de producción sostenible.

Pero ¿están los productores notando este interés? Es decir, ¿se convierte en algo que se ve ya en las ventas de los productos a base de algas?

«El primer año apenas vendimos», reconoce Muiños. El segundo alcanzaron los 100 kilos y el tercero doblaron, «teníamos que mantener el proyecto dedicando los fines de semana». El cofundador de Portomuiños agradece a los chefs que empezaron a trabajar con las algas y a ver su potencial, a los medios que empezaron a hablar de ello y a los distribuidores que le dieron una oportunidad. «Poco a poco se fue haciendo esa cultura sobre estas verduras del mar, de saber cómo cocinarlas e incorporarlas a nuestra gastronomía», indica. Fue «un trabajo enorme de esfuerzo y perseverancia», porque en esa España de finales de los 90 ni había cultura de algas ni una demanda.

Años después, las cosas son distintas. «El crecimiento es enorme», asegura Muiños, «están presentes en lasañas, empanadas, revueltos, ensaladas, etc». «Es genial y por supuesto cada vez hay más empresas a nivel nacional e internacional», añade. Con todo, lanza un aviso a navegantes: «espero que no se pierda el norte y seamos responsables de cómo crecer». Al fin y al cabo, las algas son un elemento con mucho potencial para un desarrollo y un consumo más sostenibles, pero siempre, eso sí, que se comprenda y respete al océano.

Para el mercado europeo y para algunos países en particular, como España, el contar con tantos kilómetros de costa podría servir como un aliciente, como un bonus extra ya de partida. De hecho, un estudio de Seaweed for Europe —que es, eso sí, una coalición de diferentes 'players' que busca impulsar las algas en el continente— estima que el mercado europeo de las algas podría tener un valor de 9.300 millones de euros en 2030, del que el 30% podría ser ya suplido por algas producidas en el mismo continente. Esto ayudaría a crear 115.000 trabajos y a revitalizar las comunidades costeras, prometen.

Agricultores del mar

Ahora mismo, quienes ya están empleando las algas son la avanzadilla de esos potenciales agricultores del mar, aunque el potencial de estos productos marinos ya estaba presente en algunas prácticas más tradicionales.

Como recuerda Muiños, recolectar algas no es, en realidad, algo tan nuevo. «En Galicia las algas se recolectaban para alginatos», señala, y «era muy habitual ver en las carreteras algas a secar y luego se vendían». De hecho, él pone como ejemplo a una empresa «muy fuerte» en la provincia de Pontevedra. Es CEAMSA, las siglas de la Compañía Española de Algas Marinas, y lleva funcionando ya desde 1966. A eso hay que sumar que, tradicionalmente, estos materiales eran empleados como fertilizantes. «En los pueblos de la costa, se recogen de arribazones de las que expulsa el mar a las playas y se emplean para abonar los campos de cultivos», suma.

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Estar en una zona costera lleva, como apunta Muiños, a ligarse al mar como hábitat y a interesarse por lo que ofrece. «Esa pasión e inquietud nos lleva a trabajar y estudiar la posibilidad de trabajar con las algas con esa huerta marina», indica. «Todo ello te lleva trabajar las algas como agricultor del mar y al mismo tiempo con la responsabilidad y el respeto de recolectar y cultivar cuidando el medioambiente».

Carmen Sánchez explica que ella se acerca al mar como una mariscadora: sus algas vienen de la ría de Muros y Noia (que por sus aguas es muy buena para la producción marina). «Las recolecto a mano, se lavan y se deshidratan», señala. Para recogerlas, hay que contar con un permiso (igual que ocurre con el marisco). Para recibir uno, hay que justificar con un plan de negocio qué se va a hacer y qué se espera conseguir, señala Sánchez. También en Portomuiños trabajan en zonas autorizadas del mar gallego y hacen una recolección manual y sostenible.

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