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Contempla desde las alturas el centro neurálgico de Almendralejo. M. Díaz
«Un vecino nos pone las canciones que le pedimos»
Desde la ventana de... Marcelino Díaz | Cavista

«Un vecino nos pone las canciones que le pedimos»

El estado de alarma le sorprendió paseando por las pintorescas calles de La Habana, pero pudo concluir su viaje en el tiempo previsto

ALba baranda

Almendralejo

Miércoles, 1 de abril 2020, 18:38

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Marcelino Díaz es conocido por ser uno de los creadores del cava extremeño. El estado de alarma le pilló en un país donde el tiempo pasa más lento que en el resto del mundo, pero también donde, a pesar de la escasez, nunca faltan las sonrisas ni el ron. «Estaba en Cuba de turismo y en busca de raíces familiares», relata.Cuando aterrizó en España el 17 de marzo, ya iniciada la cuarentena, se encontró con la sociedad recluida y mucho menos trasiego que contemplar desde su ventana.

Este cavista de la capital de Tierra de Barros, confinado actualmente con su mujer y sus hijos, vive en un quinto en la plaza de Espronceda, en pleno corazón de la ciudad.

¿Cuál es su rutina diaria durante estos días?

–Tras desayunar y ayudar un poco a preparar la casa, me pongo a caminar en el pasillo o en la azotea.En el pasillo tengo 45 pasos y ando de un lado para otro, durante media hora o  tres cuartos de hora. Luego escribo y leo, hacemos la comida, damos una cabezada y vemos la tele por la tarde... Pero sobre todo, leo y escribo.

¿Ha recuperado alguna afición antigua?

–Están aquí nuestros hijos eventualmente, ya que uno vive en Las Palmas y otro en Ibiza y no han podido volver a sus casas tras regresar de Cuba. Así que por la tarde jugamos al dominó o al ajedrez.

¿Recuerda algún momento positivo que haya tenido lugar en su vecindario a raíz de esta situación?

–Vivimos en una comunidad en la que prácticamente todos somos hermanos y familiares, así que a las doce del mediodía salimos a las ventanas del patio interior y rezamos el Ángelus.Después charlamos sobre cómo nos ha ido el día anterior, sobre las noticias de la jornada... Y encargamos a alguna de las jóvenes de la familia que nos traiga el pan y el periódico. Además, por supuesto, cada día a las ocho salimos a la terraza a aplaudir. Y los viernes y sábados de 20.00 a 21.00 horas tenemos discoteca en la plaza. Hay un vecino del gremio de la animación que saca las luces y los altavoces al balcón y nos pone las canciones que le pedimos por correo electrónico o por WhatsApp. Todos los que vivimos en la plaza cantamos e imitamos con la linterna del móvil los focos de las discotecas.

¿Cree que cambiará algo en la sociedad después de esta crisis?

–Yo creo que sí, que se debe plantear a nivel científico y gubernamental la vulnerabilidad del ser humano. A mi abuela se la llevó la gripe española y todo lo que ha caído en mis manos sobre esa enfermedad lo he leído. Por lo tanto, me llama la atención cómo cualquier mutación del elemento más simple que hay en el reino microscópico, que es un virus, puede ser el enemigo más grande de la humanidad. Entonces yo creo que los científicos y los políticos deben estar prevenidos para saber cómo hacer frente a algo que puede ser letal.

¿Qué es lo primero que le gustaría hacer cuando acabe el confinamiento?

–(Medita unos segundos la respuesta). La actividad de nuestra empresa familiar es la de elaboradores de vino y cava, y me gustaría llamar a todos los clientes y amigos para interesarme por su salud, y si todo sigue en regla, como debe ser, poner de nuevo en marcha la actividad con las ganas y los deseos de recuperar el tiempo perdido.

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