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Ahora donde más meloneros hay es en la carretera de Badajoz. :: g. c.
Catorce meloneros mantienen viva la tradición de los puestos en las calles de Almendralejo

Catorce meloneros mantienen viva la tradición de los puestos en las calles de Almendralejo

Conservan las semillas de la melona, aunque su número se ha ido reduciendo año a año

GLORIA CASARES

Miércoles, 6 de septiembre 2017, 07:32

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Si hace unos años Almendralejo era conocida también por la 'ciudad de los melones', por la gran cantidad de agricultores que se ponían a vender con sus puestos en la antigua travesía de la N-630, hoy son apenas una decena los que mantienen la tradición. La conversión de la travesía en avenida, una vez que en 2006 se cedió por parte del Ministerio de Fomento la titularidad de la vía, hizo que casi todos ellos desaparecieran de la vista de los pocos visitantes que decidían atravesar la ciudad rumbo a otras comunidades. Este año han sido 14 los puestos que han obtenido permiso por parte del Ayuntamiento para poder vender melones y sandías en diversos puntos, cruces y vías de la ciudad.

Es fruto de unas circunstancias que han hecho que desde hace diez años haya ido descendiendo el número de puestos con licencia municipal. Aún así, todavía hay unos cuantos, la mayoría de ellos, que son hortelanos que siguen ganándose un sueldo con la siembra de melones y sandías y la venta en verano a turistas y almendralejenses. Ellos son los portadores de una tradición, que mantienen viva la semilla de la tradicional 'melona de Almendralejo'. Los hay que incluso siguen cultivando las tierras con mula, la mayoría, alquiladas para la ocasión.

Sin embargo, también los hay que se quejan de la competencia de algunos puestos, que venden productos que no son cultivados en pequeñas huertas, sino que provienen de almacenes. Por ello, piden un mayor control sobre el cultivo y las parcelas de las que provienen.

Melona

La 'melona de Almendralejo' es conocida por su sabor más dulce que el del melón normal y su gran tamaño, que las hace características. De ahí que cada año se conserven las semillas de las matas mejores para sembrar las de la cosecha siguiente. La singularidad de esta melona y un precio razonable permiten a algunos agricultores sacar un jornal que les permite vivir casi todo el año. Eso sí, antes tienen que pasar horas en los puestos para poder vender directamente al consumidor y ahorrarse intermediarios. Todos tienen permiso de la Policía Local.

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