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El 20% de la miel no respeta las normas comunitarias

Son muchos los aspectos de este mercado que los propios productores ponen en entredicho, como el etiquetado defectuoso, la venta de producto que no es miel pura o el tratamiento sanitario a las abejas en los países de importación

ANÁLISIS AGRARIO JUAN QUINTANA

Lunes, 19 de marzo 2018, 08:29

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EL sector apícola español solo representa el 0,17% de la Producción Final Agraria con un valor económico que ronda los 62 millones de euros. Sin embargo, no es solo cuestión de cifras, ya que juega un papel esencial en la conservación del medio natural y la biodiversidad, siendo una actividad clave en la polinización de cultivos y vegetación silvestre.

La Unión Europea (UE) es una gran importadora de miel, en concreto el 40% del consumo total, lo que supone 200.000 toneladas. China es el gran proveedor, seguida de Ucrania, Argentina y México. Por otro lado, España es el país europeo que más miel produce, siendo la UE el segundo productor mundial con 250.000 toneladas, por detrás de China que genera casi el doble.

Son muchos los aspectos de este mercado que los propios productores ponen en entredicho, como el etiquetado defectuoso, la venta de producto que no es miel pura o el tratamiento sanitario a las abejas en los países de importación. De acuerdo con los estudios elaborados por la propia Comisión, el 20% de la miel importada no respeta las normas comunitarias.

Todo ello hace que los productores locales compitan con mucha dificultad con las importaciones, que abastecen a la industria a precios muy bajos. Esta situación es especialmente sensible en un mercado muy dependiente de las mismas, con poca transformación y con muchas dificultades de control en origen de los procesos productivos, al ser China el principal país de origen. La industria envasadora de la miel tiene en estos mercados productores una fuente de materia prima barata.

El este contexto, el Parlamento Europeo (PE) ha aprobado por una gran mayoría (560 votos a favor, de 615) un informe sobre las perspectivas y desafíos del sector apícola de la UE, que propone, entre otros aspectos, regular el etiquetado y combatir el fraude.

Llama la atención que con datos tan preocupantes, bien conocidos por la Comisión, sea necesario que el PE tenga que instarla a establecer sistemas de análisis, control y etiquetado que garanticen al consumidor la trazabilidad del producto y el cumplimiento de normas; y al apicultor, un mercado transparente en el que poder competir en igualdad de condiciones.

Pero la apicultura europea no solo está sometida a este tipo de tensiones en el mercado, sino que continúa padeciendo, al igual que sucede en otras partes del mundo, una mortalidad muy elevada y no natural de las abejas. En este sentido el PE ha planteado propuestas razonables, como es la prohibición de aquellos productos fitosanitarios que sean perjudiciales para las abejas, siempre que esté científicamente comprobado, y la búsqueda de nuevas alternativas a los agricultores que les permitan suplir estas restricciones. La cuestión es que la prohibición es rápida y depende de las autoridades europeas, pero la búsqueda de nuevas alternativas necesita muchos años y está en manos de la propia industria; que, por cierto, lleva ya tiempo trabajando en este sentido, incluso antes de que se detectada este síndrome del desabejamiento.

Sobre esta cuestión, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha emitido una nueva opinión científica en la que confirma el impacto de los insecticidas neonicotinoides en las abejas. Con este nuevo informe se refuerza la decisión de la Comisión de limitar el uso de estos insecticidas, posiblemente con una prohibición total de aplicación al aire libre, restringiendo su uso en invernaderos y semillas. Sin embargo, no ratifica que este sea el motivo de la alta mortandad de esta cabaña ganadera. De hecho, el que todavía no se haya identificado la razón parece confirmar su más que probable origen multifactorial. Lo que sí parece demostrar es que los neonicotinoides son uno de esos factores. Sobre este punto hay discrepancias, ya que los fabricantes y el sector productor consideran que no aporta nueva información que justifique más medidas restrictivas.

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