Pequeña gran almendra

España es el segundo productor mundial de almendras, un producto de relevancia medioambiental, social y económica. No obstante, también somos uno de los mayores importadores. En Extremadura solo se cultivan 2.000 hectáreas a las que hay que añadir en torno a 1.200 hectáreas de parcelas abandonadas o no comerciales

ANÁLISIS AGRARIO JUAN QUINTANA

Lunes, 12 de mayo 2014, 09:44

EN la actualidad hay en España más de 630.000 hectáreas de frutales de cáscara, los luego llamados frutos secos, de los que solo menos del 10% se cultivan en regadío. De esta superficie, casi entorno al 85% es almendro, fruto del que somos segundo productor mundial. Con carácter general se trata de cultivos muy resistentes a la escasez de agua y a la baja calidad del suelo. Son por tanto muy rústicos y una buena alternativa para zonas poco productivas, que de no ser por ellos, podrían tener mucha tierra baldía. En definitiva, se trata de un sector de relevancia medioambiental, pero también social y económica, en particular para las economías locales. Pero es precisamente esta virtud su debilidad. Mientras que en España mantenemos cultivos de cáscara con escasa productividad, otros países han puesto en marcha modernas y eficientes plantaciones, que hacen posible su posicionamiento como primeros productores mundiales con menos superficie, es el caso de Estados Unidos con la almendra. Todo ello redunda en un producto mucho más barato contra el que la almendra española tiene poca competitividad.

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La almendra es una de las producciones más características de nuestra geografía, aunque no lo es tanto por su valor económico ni por la eficiencia del cultivo, como por su contribución medioambiental y por la existencia de una repostería clásica de nuestro país elaborada a partir esta materia prima, como es el caso del turrón.

En España se han obtenido una media de 46.000 toneladas anuales en los últimos cinco años. Los mayores productores regionales son Andalucía, con 140.000 hectáreas de almendra, seguida de Murcia y Aragón. En Extremadura solo se cultivan 2.000 hectáreas, a las que hay que añadir entorno a 1.200 hectáreas de parcelas abandonadas o no comerciales.

La deslocalización producción-transformación se explica por las compras al exterior, ya que, a pesar de producirse en España el 63% de la almendra europea, somos también uno de los mayores importadores, que introducimos en nuestro canal de transformación para luego reenviar a los mercados exteriores.

Dentro de los frutos de cáscara en esta región, el castaño mantiene una superficie similar al almendro, que supera las 2.300 hectáreas.

Es un sector que por sus particularidades productivas se enfrenta a un futuro en el que la PAC y la estrategia nacional son esenciales para su sostenimiento. El Plan de Reconversión de Plantaciones articulado entre Ministerio, comunidades autónomas y sector, es importante y necesario, pero no va a poder solucionar el problema del dimensionamiento actual, ni de la calidad edafológica y orográfica de nuestros suelos. Por otro lado, la reforma de la PAC y los acuerdos de aplicación de julio de 2013 y enero de 2014 van a suponer que el 70 por ciento de la superficie total de frutos de cáscara, sean beneficiarios del nuevo régimen de ayudas.

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Desde una perspectiva medioambiental, el almendro es un cultivo muy sensible a la pérdida de abejas, por el riesgo que ello puede suponer para la polinización. Así lo ha destacado Greenpeace en un informe que plantea la vulnerabilidad de cada una de las regiones. También estima que Extremadura es la cuarta región que mayor beneficio económico obtiene de la polinización de abejas, con 183 millones de euros. Establece una ratio de vulnerabilidad de la agricultura extremeña a la desaparición de polinizadores del 11%, lo que la sitúa como la quinta región en riesgo.

Se equivoca sin embargo esta organización al aportar soluciones concretas para paliar este problema. Por ahora siguen sin conocerse los motivos, por lo que la adopción de medidas radicales es temeraria, además de que perjudicaría al sector agrario mucho más de los hipotéticos beneficios que pudiera aportar. Además, hay que recordar que el último informe presentado hace unas semanas por la Comisión, puso sobre la mesa que España es uno de los países europeos de menor afección, por debajo de nuestros vecinos norte y centro europeos.

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